Mediante mensajes verbales y la recolección “demostrativa” de residuos, se logra reducir un tercio la cantidad de desperdicios que se arroja fuera de los cestos. El trabajo fue liderado por una investigadora del CONICET en un balneario cercano a Villa Carlos Paz, Córdoba.
(10/10/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Los letreros solos no alcanzan. Investigadores cordobeses comprobaron que una estrategia educativa combinada, que incluye recomendaciones verbales “con buena onda” y la recolección de residuos mientras los turistas están presentes, reduce un tercio la cantidad de basura que queda tirada fuera de los cestos al final del día.
El estudio fue realizado durante la temporada de verano en cuatro playas del río San Antonio en Cuesta Blanca, localidad próxima a Villa Carlos Paz, en Córdoba. Y acaba de ser publicado en una importante revista internacional sobre gestión de residuos, “Waste Management”.
“Con buena onda y dando el ejemplo, la gente se porta un poco mejor”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir una de las directoras de la rigurosa investigación, la doctora Ana María Cingolani, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
En 29 días diferentes, a lo largo de dos veranos, Cingolani y un grupo de voluntarios capacitados transmitieron a los turistas dos tipos de mensajes acoplados, uno persuasivo, y otro demostrativo. “El persuasivo era un mensaje verbal, con amabilidad, pidiendo a la gente que nos ayude a mantener limpio el lugar llevando su basura a los cestos al irse”, explicó la experta en biogeografía.
“El demostrativo, en tanto, consistía en juntar la basura que otra gente había dejado en la playa, como mostrando que realmente nos preocupamos por mantener limpio el lugar. Eso es algo que hacemos siempre, no sólo para el estudio, en conjunto con el guardaparque comunal”, dijo.
Para medir el efecto de esas medidas en el comportamiento de los turistas, los investigadores contaban la cantidad de visitantes en todas las playas. “Teníamos que poder limpiar bien la playa antes de que llegara la gente, y después de que se iba juntábamos toda la basura que quedaba en la playa y la pesábamos”, indicó Cingolani. Acto seguido, estimaron el peso de la basura producida por persona.
Los resultados fueron claros: en los días en que se realizaba la intervención educativa, la cantidad de basura arrojada fuera de los cestos se redujo un 35 por ciento.
Para la investigadora del CONICET, hay algunos comportamientos anti-sociales en áreas de uso público que pueden ser cambiados con herramientas poco convencionales, como la comunicación personalizada y la prédica con el ejemplo. “Se podría capacitar al personal para que recoja los residuos mientras está la gente (no después) y que, al mismo tiempo, solicite la colaboración del visitante para mantener el lugar limpio”, señaló.
Del estudio también participaron Iván Barberá, Daniel Renison y Fernando Barri, investigadores de la UNC e integrantes del grupo de guardambientes voluntarios de Cuesta Blanca.