El doctor Oscar Campetella, profesor titular de la UNSAM e investigador superior del CONICET, estudia los mecanismos de virulencia del Trypanosoma cruzi con el objetivo de contribuir al desarrollo de tratamientos más eficaces.
(18/09/2017 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. La enfermedad de Chagas afecta a 8 millones de personas en América Latina, pero los medicamentos actuales no están a la altura de ese desafío: tienen varios efectos secundarios desagradables y no son efectivos después de la etapa aguda y las primeras fases de la crónica. Tampoco existe una vacuna preventiva o terapéutica.
Para avanzar en el desarrollo racional de nuevas terapias, el doctor Oscar Campetella, profesor titular de la UNSAM e investigador superior del CONICET, está abocado a conocer mejor la biología y bioquímica del parásito que la causa, Trypanosoma cruzi.
En particular, está enfocado a caracterizar e interferir con el funcionamiento de una proteína que cumple un rol clave en la virulencia del patógeno: la enzima trans-sialidasa.
Algunos resultados de laboratorio son muy alentadores, “pero todavía se requiere de estudios adicionales para algún día realizar ensayos clínicos”, aseguró en diálogo con la Agencia CyTA-Leloir después de dictar un seminario Cardini en la Fundación Instituto Leloir.
En general se suele hablar de “el” parásito del Chagas. Sin embargo, ¿existe diversidad en esas poblaciones?
Aunque se trata de organismos que han evolucionado muy poco a lo largo del tiempo en distintos hospedadores, incluyendo vinchucas y monos, la población de Trypanosoma cruzi incluye diversos tipos génicos: algunos asociados al ciclo silvestre (o selvático) y otros con preferencia al domiciliario. Estas distintas poblaciones difieren en su virulencia y en las manifestaciones clínicas que producen. Por ejemplo, en el sur de América del Sur, se observa una mayor prevalencia de manifestaciones cardiacas severas y agrandamiento de las vísceras.
¿Qué rol cumple la enzima trans-sialidasa en la virulencia del parásito?
Trypanosoma cruzi requiere de esa enzima para inducir alteraciones profundas en el sistema inmune y también para protegerse de sus ataques. Asimismo, participa en la invasión a la célula blanco. Lo interesante es que este patógeno necesita de un azúcar, ácido siálico, para mantenerse estable cuando circula por la sangre. Y como no lo produce, lo adquiere con la ayuda de la enzima trans-sialidasa, que lo toma de las células que invade.
¿Se podría neutralizar esa enzima?
Estudios de laboratorios con ratones sugieren que sí. Inoculamos la enzima trans-sialidasa en esos modelos animales de investigación y observamos plaquetopenia (disminución de plaquetas). Posteriormente pudimos prevenir esa alteración mediante la inyección de un anticuerpo monoclonal neutralizante de esa enzima, que, además, impide el daño en tejidos de órganos del sistema inmune. De todos modos, es un tratamiento experimental que todavía requiere de estudios adicionales para algún día realizar ensayos clínicos.
¿Patentaron ese enfoque?
Tenemos dos patentes. Una de ellas se basa en el desarrollo de una secuencia peptídica basada en la estructura de la trans-sialidasa, que le permite a esta proteína prolongar su vida media en sangre de horas a días. La secuencia que desarrollamos transfiere esta propiedad a proteínas no relacionadas, lo cual es de interés farmacológico.
¿Y la otra?
La segunda patente está basada en la otra línea de trabajo de nuestro laboratorio, el estudio de la biología de las galectinas: un grupo de proteínas que juegan un rol central en la respuesta inmunológica. Encontramos que una de ellas, la galectina-8, podría ayudar a mejorar la respuesta en formulaciones de vacunas. Pero todavía se necesitan más investigaciones.