Un tratamiento que combina la terapia cognitiva con técnicas de meditación promete reducir el riesgo de recaída en la depresión.
(14/03/06 – CyTA–Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Recientes estudios clínicos sugieren que una novedosa versión de la terapia cognitiva puede reducir en un 40% el riesgo de recaída en pacientes depresivos recuperados, según señala Mark Lau, del Center for Addiction and Mental Health, de Toronto, Canadá, en un artículo publicado en la Revista Argentina de Clínica Psicológica.
En los últimos años, un creciente número de investigaciones demostró que la terapia cognitiva, utilizada en episodios agudos de depresión, tiene efectos positivos a largo plazo, superando a los fármacos. Ahora, los datos también sugieren que una versión de mantenimiento basada en la conciencia plena puede ser muy eficaz para tratar específicamente el problema de la recaída.
La depresión es un trastorno que afecta al 15% de la población mundial, y se caracteriza por cambios cerebrales, anímicos y cognitivos, alteraciones del sueño y baja autoestima. Esta “propensión a la tristeza”, que causa gran padecimiento tanto en quien la sufre como en su familia, es vista cada vez más como un desorden crónico y recurrente.
La farmacoterapia y la psicoterapia son útiles en muchos casos, pero aun los pacientes que mejoran tienen alto riesgo de recaer: quienes se recuperan de una primera depresión, tienen un 50% de probabilidades de volver a padecerla. En los que ya pasaron por más de dos episodios, el riesgo de recaída trepa al 80%. Es por eso que, desde hace algunos años, los científicos intentan encontrar un tratamiento que ayude a evitar las recaídas.
La terapia cognitiva, nacida en los ’60 de la mano del doctor Aaron Beck, demostró desde el principio ser eficaz en el tratamiento de la depresión y la ansiedad. Hoy en día, su uso también se extendió al tratamiento de adicciones, angustia, fobias y conflictos de pareja.
Para esta corriente, cuando evaluamos una situación, utilizamos esquemas que determinan nuestra reacción. Algunos de estos esquemas responden a predisposiciones genéticas, pero otros son resultado de experiencias previas. La terapia cognitiva complementa al enfoque médico, tratando de modificar los esquemas negativos aprendidos. Suele ser una terapia breve –enfocada al problema y su solución–, aunque apunta a prevenir futuros trastornos.
Según explica Mark Lau, a fines de los ’90, los estadounidenses Teasdale, Segal y Williams desarrollaron una versión de la terapia cognitiva específica para educar pacientes con depresiones recurrentes y así reducir el riesgo de recaída. El nuevo tratamiento, denominado “Terapia Cognitiva Basada en la Conciencia Plena”, intenta atraer voluntariamente la atención ‘viajera’ de estos pacientes, capturada por patrones de pensamiento negativos.
“Cuando la atención ‘viaja’ en piloto automático por diversas imágenes, ideas, sensaciones y recuerdos negativos en forma de espiral progresiva, incentiva el malestar psicológico”, afirma el doctor Héctor Fernández Álvarez, presidente de la Fundación Aiglé y docente universitario de Psicología Clínica.
Los especialistas definen la conciencia plena como una toma de conciencia centrada en el presente, que consiste en tener en cuenta y aceptar sin prejuicios cada pensamiento, sentimiento o sensación que surgen, porque al intentar eliminarlos tienden a crecer.
Esta práctica permite responder con mayor capacidad reflexiva a las situaciones y evitar las reacciones automáticas habituales. En la medida en que se logra una actitud serena, es posible comprender la experiencia y otorgarle un significado diferente que alivie el padecimiento.
El uso clínico de la conciencia plena es cada vez más frecuente en las psicoterapias cognitivo-conductuales, que incorporan técnicas de meditación originadas en prácticas espirituales budistas, como el Zen. La representación más fuerte de esta corriente se da actualmente en Norteamérica, Gran Bretaña y en otros países de Europa, como España.
“En la Argentina existen desarrollos en psicoterapia que integran la meditación y otras prácticas de Oriente, pero la integración de la terapia cognitiva con la conciencia plena corresponde a la llamada tercera ola de la terapia cognitiva, que se desarrolló especialmente en los últimos diez años y aún no floreció en Argentina”, explica el doctor Fernández Álvarez.
Una persona que se deprime suele experimentar un “vacío” persistente, pesimismo, pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba, cambios en el apetito, agotamiento, dificultad para concentrarse y hasta pensamientos suicidas.
La clave de la Terapia Cognitiva Basada en la Conciencia Plena desarrollada por el equipo de Teasdale es producir un cambio en los patrones de pensamiento que se activan en momentos potenciales de recaída.
“El objetivo es que el individuo serene el ánimo, descentrándose o distanciándose de sus pensamientos depresivos al punto de poder verlos como eventos pasajeros y no como reflejos de la realidad”, aclara Lau.
La propuesta combina la meditación con la terapia cognitiva. Los ejercicios de meditación apuntan a la elongación consciente, la percepción de las sensaciones que va experimentando el cuerpo y la toma de conciencia de la respiración y los pensamientos. En tanto, los ejercicios de terapia cognitiva están diseñados para demostrar cómo los propios pensamientos cambian con el estado de ánimo.
La primera etapa del tratamiento tiene como eje aprender a aceptar los propios pensamientos como condición indispensable para afrontar la experiencia personal. En la segunda parte, el tratamiento hace hincapié en la idea de que los pensamientos no son realidades e intenta desarrollar la habilidad de cuestionarlos. Además, se sugieren estrategias deliberadas para usar en momentos de potencial recaída.
“En ese caso, la primera estrategia es estar atento a los signos iniciales de depresión y haber incorporado modos de responder a ellos, de manera que no los aumente o perpetúe. Por ejemplo, considerar que los estados de tristeza y desánimo son parte de la vida y hasta pueden ser beneficiosos en ciertas circunstancias, para no incentivarlos exagerando la alarma, y también buscar modos de interpretar esos signos, en que no prevalezca una visión negativa”, comenta Fernández Álvarez.
Según Lau, la eficacia de la novedosa terapia fue avalada por dos recientes estudios clínicos realizados por el equipo de Teasdale en Canadá e Inglaterra. Ambos estudios revelaron resultados similares. La Terapia Cognitiva basada en la Conciencia Plena redujo en más del 40% el riesgo de recaída a lo largo de 60 semanas en los pacientes con más de dos recaídas previas. En los pacientes con menos de dos recaídas el efecto fue el mismo que el de los tratamientos habituales. Además, se comprobó que el beneficio no era producto de un mayor uso de fármacos.
Lau concluye que la Terapia Cognitiva basada en la Conciencia Plena es eficaz para reducir la recaída depresiva, especialmente cuando las recaídas se producen sin que haya causas externas que las motiven, como la pérdida del empleo o de un ser querido.
Si bien los resultados parecen auspiciosos, falta determinar si también influyen positivamente otros factores más generales, como la participación grupal y la atención terapéutica. Además, los investigadores tienen que confirmar en qué medida esta terapia es eficaz en las depresiones agudas, porque en estos casos la meditación se ve obstaculizada por problemas de concentración y motivación.