La amígdala, una región del cerebro que está relacionada con el procesamiento de las emociones, presentaría menor cantidad de neuronas en las personas que padecen autismo. Se trata del primer estudio que suministra evidencia cuantitativa de que esa zona del cerebro sería estructuralmente anormal en el autismo.
(27/7/06 – CyTA – Instituto Leloir) – El autismo es un trastorno neuroconductual que afecta aproximadamente a uno de cada 200 chicos. Se caracteriza por presentar graves deficiencias en la interacción social, en el lenguaje, la comunicación y el juego.
Dado que la totalidad de las causas del autismo sigue siendo desconocida, numerosas investigaciones intentan dar con las respuestas. David G. Amaral y Cynthia Mills Schumann, investigadores del Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta de la Universidad de California realizaron un estudio cuyo propósito consistió en medir la cantidad de neuronas de la amígdala, una región del cerebro que procesa emociones como el miedo y la ansiedad y que al parecer está relacionada con la detección del peligro.
El estudio publicado en la revista científica The Journal of Neuroscience de julio, describe el análisis post mórtem de 19 cerebros, nueve de los cuales correspondían a personas que padecieron autismo. Los resultados revelan una diferencia significativa: la amígdala de los autistas tenían menos neuronas.
Como ejemplo, la amígdala de un hombre de 27 años que no había sufrido ese trastorno tenía 14 millones de neuronas, mientras que la amígdala de un varón de 28 años que había padecido ese mal contenía 8 millones y medio de ese tipo de células.
Las mediciones fueron efectuadas con un microscopio de gran resolución, conectado a una cámara que registra las imágenes de los tejidos. Dichas imágenes fueron luego analizadas en computadoras dotadas de un software especial que procesa los datos mediante modelos matemáticos y análisis estadísticos.
¿A que se debe la diferencia en el número de neuronas hallado? Al respecto, Amaral y Mills Schumann postulan dos hipótesis diferentes. La primera se basa en la posibilidad de que se generen menos neuronas durante el desarrollo temprano.
La segunda hipótesis, en cambio, sostiene que inicialmente se origina un número normal o inclusive excesivo de neuronas que a lo largo del tiempo se van degenerando, hasta que empiezan a perderse. Parecería ser que un defecto biológico inherente al autismo es el responsable de un incremento en la actividad de la amígdala. Si esta región del cerebro es más activa, los niveles de miedo y ansiedad son mayores, por lo tanto el estrés aumentaría. Con el tiempo las respuestas crónicas estresantes causarían una pérdida de neuronas y una reducción de la amígdala.
Desde otra perspectiva, el especialista Simon Baron-Cohen, del Centro de Investigación sobre Autismo de la Universidad de Cambridge opina que es preciso realizar nuevas investigaciones para determinar si los cambios neuroanatómicos de la amígdala en personas con autismo son causa o consecuencia de esa enfermedad. “Las anormalidades detectadas en la amígdala podrían ser una de las causas de las dificultades sociales características del autismo, sin embargo tales anormalidades también podrían ser el resultado de una experiencia social limitada”, destaca.