Las contribuciones que han hecho los principios de la evolución en la comprensión de las enfermedades infecciosas y genéticas son ampliamente reconocidas, sin embargo su potencial utilidad en el campo de la medicina apenas se ha tenido en cuenta.
(17/03/06 – CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Según un artículo publicado en la revista Science de febrero, disciplinas como anatomía, fisiología, bioquímica y embriología han sido reconocidas como ciencias básicas para la medicina, sin embargo, el estudio de los problemas médicos en el contexto de la evolución aún no se ha desarrollado. Un área de investigación que permitiría desarrollar aplicaciones médicas en el tratamiento de enfermedades.
Randolph M. Nesse, Profesor de Psiquiatría y Psicología y Gilbert S. Omen, Profesor de Medicina y Genética, ambos de la Universidad de Michigan, y Stephen C. Stearns, profesor de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Yale, Estados Unidos, autores del artículo, sostienen que “la estrechez del canal del parto, la existencia de las muelas del juicio, la persistencia de genes que causan la enfermedad bipolar y muchas otras patologías son resultado de una historia evolutiva”.
Esteban Hasson, investigador del CONICET, ofrece un ejemplo que describe la relación entre salud y evolución: “El caminar erectos evolutivamente ha significado una gran ventaja, por ejemplo, para llevar los bebés o para mirar más lejos en ambientes de sabana, sin embargo, a edades avanzadas, las consecuencias pueden ser dolores de espalda. Hay costos asociados con cambios estructurales preservados por selección natural”
Los investigadores afirman que la biología evolutiva es crucial en varios campos de la medicina, entre ellos el tratamiento de las bacterias, organismos unicelulares que han evolucionado a través de cientos de millones de años y que han adquirido la capacidad de mutar para evadir los ataques del sistema inmune y también de los antibióticos. Hasson afirma que “La dificultad reside en que los microrganismos evolucionan a una tasa mucho mayor que nuestra civilización, que ha desarrollado nuevos y cada vez más potentes antibióticos.”
Hay un creciente reconocimiento de que la tos, la fiebre y la diarrea son respuestas útiles conformadas por la selección natural. Pero saber cuándo es necesario poner un límite a esas manifestaciones clínicas, desde un punto de vista médico, requiere estudios orientados a comprender cómo fue que la evolución conformó los sistemas que regulan tales defensas.
Nesse, Omen y Stearns concluyen que “las poderosas aproximaciones de la biología evolutiva generan nuevas preguntas cuyas respuestas ayudarán a mejorar la salud humana”.