(17/04/06 – CyTA – Instituto Leloir) – Investigadores australianos comprobaron que la fatiga crónica sería producto de un daño cerebral, originado por algunas infecciones virales pasajeras y no por una infección activa persistente, según informa NewScientist en su edición de marzo.
Tras monitorear a un grupo de pacientes a los que se les había diagnosticado fiebre glandular —infección provocada por el virus Epstein-Barr, que puede derivar en el síndrome de fatiga crónica—, un equipo de la University of New South Wales, en Australia, comprobó que los pacientes que desarrollaron el síndrome habían sufrido cambios en el sistema nervioso central al infectarse con el virus.
“En los pacientes con fatiga crónica, es posible que se haya producido un daño en las microglias –pequeñas células del sistema nervioso central- durante la fase infecciosa aguda de la fiebre glandular. Este daño generaría cambios temporarios en las vías cerebrales del dolor”, señala Andrew Lloyd, integrante del equipo australiano.
Las microglias forman parte de las defensas del cerebro y se activan en las infecciones virales, actuando sobre otras células cerebrales para generar síntomas, como la fiebre. Estudios anteriores en animales habían comprobado que ataques esporádicos al sistema inmune podían prolongar su activación durante varias semanas. “El efecto duraría meses en las personas”, explica Lloyd a NewScientist.