El gigante asiático apuesta a proteger la propiedad intelectual. Está revisando su régimen de patentes para garantizar un control más férreo de sus invenciones, y también quiere actualizar la ley de copyright. El tesoro es valioso: en el último cuarto de siglo, el volumen de investigación de los chinos creció un 2000 por ciento, haciéndose cada vez más evidente su influencia científica y tecnológica en el mapa internacional.
(08/06/06 – CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Según una estadística de Science Watch, que releva tendencias internacionales en investigación, el volumen de trabajos indexados de autores chinos se incrementó el 2000 por ciento en el último cuarto de siglo. En 1981, se registraron 1650 trabajos de autores chinos, y para 2003 la cifra superaba los 40.000.
Un indicador inequívoco del peso internacional que tiene China en la actualidad es la cantidad de trabajos de investigación de alto impacto que produce: en 1993, sólo 25 de los trabajos publicados por autores chinos fueron ampliamente citados, mientras que diez años después el total ascendió a 223. La producción china es particularmente significativa en la ciencia de los materiales, la matemática y la física.
“China ha alcanzado el nivel de las naciones que promueven el crecimiento económico a través de la innovación. Y para proteger esa innovación está revisando y endureciendo el régimen de patentes. Si bien entró relativamente tarde a la construcción de una ley de Propiedad Intelectual (PI), está aprendiendo de otros países y produciendo innovaciones propias”, explica la doctora Ruth Taplin, directora del Centro de Estudios Japoneses y del Este Asiático, e investigadora de la Universidad de Londres, en un informe de prensa de Thomson Scientific.
China está a punto de modificar su ley de Patentes, por tercera vez desde su creación, en 1984. La actual ley de Patentes prevé el registro de invenciones (soluciones técnicas para productos, procesos o mejoras), modelos de utilidad (soluciones técnicas para usos prácticos) y diseños (nuevas configuraciones para productos estéticos utilizables por la industria). Como los criterios vigentes para evaluar los modelos de utilidad y de diseño son más laxos que los requeridos para las otras patentes, la idea es crear una nueva ley que contemple estos desarrollos por separado y permita así reconocer los adelantos auténticamente innovadores.
Otro campo al que China está prestando especial atención es el de los derechos de autor. En la era digital, la ley de Copyright del país asiático no resuelve adecuadamente el problema de la circulación de información a través de redes. “Un punto clave que deberá ser aclarado por la nueva legislación es si un proveedor de servicios de Internet de un sitio Web debe hacerse responsable en caso de que los materiales que publica no respeten los derechos de los autores originales de los contenidos”, afirma la doctora Taplin en el informe de Thomson.
Para completar el esquema de protección a la innovación nacional, China está impulsando una ley antimonopolio que resguarde su producción y en este aspecto no está mirando a Estados Unidos, sino al Viejo Continente. La Unión Europea, por ejemplo, prohibió que los sistemas operativos de Microsoft ingresen a la región con programas “media player” incluidos, para alentar la producción local de esta tecnología.
“Mientras los Estados Unidos relajan sus leyes antimonopolio, permitiendo que las compañías más exitosas dominen el mercado, China está trabajando para que sus propios productos tengan posibilidades de florecer”, concluye Taplin.