Científicos de dos centros de investigación de Alemania diseñaron microcápsulas que podrían servir como vehículo de fármacos orientados a destruir solamente las células cancerígenas. La técnica desarrollada constituye un avance, pero requiere ser mejorada. Los tratamientos quimioterapeúticos empleados habitualmente para combatir tumores suelen causar también daños en los tejidos sanos.
(28/08/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – El desafío de los médicos que desarrollan tratamientos contra el cáncer consiste en destruir los tumores protegiendo al mismo tiempo los tejidos sanos del paciente, sin embargo, hasta ahora la terapeútica basada en quimioterapia produce efectos secundarios.
Una diminuta cápsula podría transportar medicamentos al interior de los tumores, liberarlos y de esta forma acabar con ellos sin afectar a las células sanas. Ese es el objetivo de un equipo de investigadores del Instituto Max Planck y de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich, Alemania, según revela un comunicado de prensa de agosto de la Sociedad Max Planck.
Los investigadores encabezados por André Skirtach y Gleb Sukhorukov diseñaron una cápsula microscópica cuyas paredes están hechas con capas de polímeros que son macromoléculas formadas por monómeros, pequeñas moléculas de pequeña masa molecular.
Marcela Bolontrade, investigadora del CONICET que integra el Laboratorio de Terapia Génica del Instituto Leloir comenta que cuando se llevan a cabo terapias convencionales contra distintos tipos de cáncer, quimioterapia apropiada para distintos tipos de tumor, o radioterapia, ambos enfoques son muy invasivos y se daña no sólo a las células tumorales sino a otras células sanas del organismo.
“Aparte está el tema de la efectividad de llegada al tumor tanto de las drogas quimioterapéuticas como la radioterapia: los tumores sólidos muchas veces tienen zonas tan mal irrigadas, que no resultan accesibles a las drogas enviadas de modo sistémico, es decir, cuando son inyectadas en la circulación general para que ‘viajen’ por todos los órganos a través de la sangre. Si la droga no es absolutamente específica, va a actuar en todos los órganos por los que pase”, afirma Bolontrade.
Los científicos alemanes equiparon a las cápsulas con nanopartículas, compuestas de átomos de oro o de plata, que se mezclaron con los polímeros. Las nanopartículas son partículas microscópicas que se miden con nanómetros, unidad de longitud que equivale a una milmillonésima parte de un metro. Posteriormente, introdujeron en el interior de las cápsulas una sustancia fosforescente inofensiva.
Los autores del trabajo apuntaron luz láser infrarroja hacia las cápsulas que habían sido absorbidas por células tumorales aisladas en un laboratorio. Las nanopartículas metálicas tienen la característica de absorber bien la luz láser y de transmitir un calor suficiente como para calentar las paredes de las cápsulas a tal punto que las uniones de los polímeros se rompen. Como consecuencia, el material luminoso fue liberado.
Con la ayuda de un microscopio, los científicos monitorearon el modo en que la sustancia fosforescente se distribuyó en las células cancerígenas.
Si bien esta técnica ha sido aplicada en células cancerígenas en el laboratorio, quizás algún día pueda ser empleada en pacientes que padecen cáncer.
“En principio, sustancias activas-drogas- podrían liberarse dentro del organismo a través de este medio”, afirma Helmuth Möhwald, Director del Instituto Max Planck de Coloides e Interfaces.
Sin embargo, según Bolontrade queda un problema importante para resolver antes de que los científicos puedan usar esta tecnología para dirigir medicamentos hacia los tumores. “La idea es desarrollar en el futuro un tratamiento basado en el envio de microcápsulas de modo sistémico, que lleguen específicamente hacia la zona del tumor. Eso, con este sistema elaborado en Alemania, es más complicado de lograr ya que los polímeros que usan pueden unirse a cualquier tipo de células”, advierte la especialista argentina.
“Tenemos que agregarle a las cápsulas algún tipo de característica de manera tal que reconozcan a las células a las que se deben dirigir”, concluye Möhwald.