El vino blanco también sería bueno para el corazón, según concluye un nuevo estudio de la Universidad de Milán, que confirma uno anterior llevado adelante en ratas en Estados Unidos. Hasta no hace mucho se sabía que beber vino tinto con moderación ayudaba a disminuir el riesgo de sufrir infartos, pero en los últimos años los investigadores descubrieron que las uvas blancas también tienen antioxidantes capaces de prevenir las cardiopatías coronarias.
(15/08/06 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane)– Cuando en 1992 se descubrió que la piel de la uva con la que se hace el vino tinto tenía sustancias químicas que neutralizan a los radicales libres ?compuestos que perjudican al corazón porque dañan sus componentes celulares clave? muchos sospecharon que el vino blanco carecía de tales propiedades, porque para elaborarlo no se usa la piel de la fruta.
Ahora, investigadores de la Universidad de Milán confirmaron que la pulpa de la uva blanca es tan eficaz para arrasar con ciertos radicales libres como la piel de la uva con la que se fabrica el vino tinto, según informa la revista Science.
El estudio, que fue publicado originariamente en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, ayudaría a explicar algunos resultados que venía observando un equipo de científicos cardiovasculares de la Escuela de Medicina de Connecticut, en Farmington, Estados Unidos.
El equipo, encabezado por el doctor Dipak Das, informó cuatro años atrás que ciertos vinos blancos protegían el corazón de las ratas tanto como el vino tinto. Los investigadores añadieron piel de uva, pulpa de uva y una solución azucarada a la dieta habitual de tres grupos de ratas. Luego estudiaron el corazón de los animales y tras una serie de mediciones observaron que tras ser sometido a una interrupción del flujo sanguíneo, el músculo cardíaco de las ratas que habían ingerido uvas bombeaba con el doble de eficacia que el corazón de aquellas que habían recibido la solución azucarada.
En 1992, un trabajo que se convertiría en un hito de la investigación sobre el tema, dilucidó la llamada “paradoja francesa”: el hecho de que los galos se veían menos afectados por las cardiopatías coronarias que los habitantes de otros países desarrollados, pese a que ingerían comida rica en grasas al nivel de los demás. El estudio reveló que el fenómeno se debía al consumo moderado de vino tinto, superior al de otros países.
En aquel momento, los científicos identificaron en las uvas rojas y el vino tinto sustancias como el resveratrol y las antocianinas, que neutralizan a los radicales libres. El mensaje fue recibido con alegría por los amantes de la bebida roja. A juzgar por los nuevos resultados, ahora se viene el turno de los seguidores del blanco.