Un informe especial de Scidev.net develó que en los países de la región hay cada vez más investigadoras, aunque la presencia femenina todavía es excepcional en las posiciones de liderazgo. Expertos consultados atribuyen la desigualdad de género en la ciencia a estereotipos que asocian el poder con la masculinidad y al hecho de que las mujeres siguen haciéndose cargo de la casa y los hijos.
(18/08/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Un informe del portal SciDev.net se pregunta si las mujeres están tomando el poder en las ciencias latinoamericanas. Tras analizar varios estudios, el informe del sitio, conocido por difundir novedades científicas de los países en desarrollo, indica que en la región la matrícula de graduados universitarios arroja una mayoría femenina y la participación de las mujeres en proyectos de investigación es cada vez mayor. Sin embargo, su presencia en las categorías más altas del escalafón es aún mínima.
El informe de Scidev.net menciona un estudio sobre equidad y género realizado por la cátedra Regional UNESCO “Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina”. La investigación destaca que en la mayoría de los países de la región cada vez más mujeres están ingresando a las carreras de ciencia y técnica.
“En algunas ramas de las ciencias, ya son mayoría y su rendimiento es igual o superior al de los varones”, observa la coordinadora de la Cátedra, aunque advierte que el predominio femenino se desvanece en los niveles de doctorado y posdoctorado y que su presencia en ciencias básicas y tecnológicas ronda sólo entre el 25 y el 54 por ciento, según el país.
Otro estudio de la UNESCO comprobó que en Argentina, Brasil, Costa Rica, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela, las mujeres que egresan de la universidad promedian el 56 por ciento, mientras que entre los investigadores de los sistemas nacionales de ciencia y técnica la cifra cae al 39 por ciento. Aun así, el estudio considera que la participación femenina en investigación es importante, ya que a mediados de los ’90 los porcentajes estaban unos 10 puntos más abajo.
Consultada por la Agencia CyTA-Instituto Leloir, Débora Schneider, docente e investigadora de la Universidad de Quilmes y la Universidad de Buenos Aires, que desarrolla su tesis doctoral en temas de ciencia y género, comentó: “La participación de las mujeres como estudiantes e investigadoras es diferencial de acuerdo con las carreras. Son mayoría especialmente en ciencias biológicas, químicas y biomédicas. No sucede lo mismo con las ingenierías y las ciencias agrícolas, por caso”.
“Otro aspecto importante ?agregó Schneider? es la escasa representación de las mujeres dentro de los sistemas de I+D de empresas, mientras que su participación es más pronunciada dentro de las universidades Por lo tanto, la diferencia en la participación también conlleva una diferencia importante en el promedio de ingresos de las investigadoras respecto de sus pares varones.”
Justamente, además de la participación está en cuestión la ocupación de lugares estratégicos por parte de las mujeres. “El acceso a cargos de liderazgo es uno de los principales indicadores de la desigualdad de género en ciencia”, comentó a SciDev.net María Elina Estébanez, autora del estudio de la UNESCO.
La investigadora puso como ejemplo el caso argentino. En el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET), las mujeres superan el 51 por ciento, pero la presencia femenina sólo predomina en las categorías de asistente, investigador adjunto e independiente, las primeras tres del escalafón. En las superiores (investigador principal y superior) su participación se reduce al 15 por ciento, y en el directorio, de ocho personas sólo una es mujer.
“En los entornos educativos y laborales existen patrones culturales muy arraigados, que asocian determinadas características de la ‘masculinidad’ (como competitividad, agresividad, fuerza, racionalidad) a elementos más apropiados para ejercer el poder”, señaló Estébanez.
Otro de los principales obstáculos que encuentran las mujeres para avanzar en las instituciones científicas es la dificultad de compatibilizar las demandas laborales con las exigencias familiares. El propio CONICET realizó un seguimiento del tema y comprobó que la mayoría de las mujeres que reciben promociones son solteras.
A propósito, en un encuentro denominado Mujeres y Ciencia que se realizó en julio pasado en Brasil, el economista Hildete Pereira instó a crear en la comunidad científica mecanismos que no castiguen la maternidad y el alejamiento de la mujer durante ese período, señalando que muchas veces la productividad científica en términos de publicaciones se ve afectada por la maternidad, lo que trae aparejado para la investigadora pérdida de espacio y prestigio.
“Desde los estudios de género se denomina a las cuestiones ligadas a la maternidad ‘doble y triple jornada laboral’ ?explica Schneider?. Esto no sólo implica que las mujeres utilicen licencias por el período de su maternidad reciente, sino que, a diferencia de los investigadores varones (que tienen tasas de paternidad iguales o aun superiores a las de sus pares mujeres dentro del sistema) sufren ‘pobreza de tiempo’: escasa disponibilidad para el trabajo por fuera de un horario para participar en eventos científicos y sociales, diferencial frecuencia de viajes, imposibilidad de radicarse por un período de tiempo en el exterior, todo porque dentro de los hogares sigue existiendo usualmente una división de tareas por género.”
La Cátedra Regional UNESCO “Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina”, junto con la Red Latinoamericana de Mujeres en Ciencia y Técnica creada en 2006, son algunas de las iniciativas que intentan estimular la discusión sobre el papel de las mujeres en la ciencia y generar redes regionales de intercambio destinadas a enfrentar el problema.