Las hormigas argentinas se han expandido a otros continentes y son una plaga que los pesticidas no han logrado detener. Se agrupan en grandes colonias gracias a su capacidad de cooperación. Científicos de la Universidad de California descubrieron lo que podría ser la clave para eliminarlas: generar “enemistad” entre ellas para que se ataquen entre sí mediante el empleo de un compuesto químico basado en mezclas sintéticas de hidrocarburos.
(18/09/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Las hormigas argentinas, oriundas de las margenes del río Paraná, se extendieron por el comercio a otros países entre los que se cuentan Australia España, Estados Unidos, , Portugal, Francia, Italia, Japón y Nueva Zelanda.
Actualmente, constituyen una verdadera plaga que ningún pesticida ha logrado detener. Según un comunicado de prensa de la Sociedad Americana de Química de septiembre, los resultados de una investigación realizada por científicos de la Universidad de California señalan una posible alternativa para acabar con ellas: mediante el empleo de compuestos químicos las hormigas argentinas no se reconocerían y de esta forma comenzarían a atacarse entre sí. Las relaciones de cooperación que establecen entre ellas se transformarían en una rivalidad autodestructiva.
Esta especie de hormigas es muy dañina dado que elimina a las hormigas nativas de los territorios que invaden. Producen un desequilibrio en el ecosistema y causan estragos en los cultivos. Las hormigas argentinas llegaron a Estados Unidos a fines del siglo XIX en cargamentos agrícolas llevados en barco desde el puerto de Buenos Aires hasta el puerto de Nueva Orleáns. Actualmente constituyen una plaga que se extiende por toda California, e invade no sólo los campos, sino también las cocinas y los jardines de las casas.
¿Por qué se expanden tan fácilmente? Son muy agresivas con las especies rivales, pero entre ellas mantienen un sistema de vida cooperativo y no admiten peleas internas. Gracias a esta capacidad de organización, las hormigas argentinas, de dos milímetros de largo, son capaces de derrotar a hormigas de otras especies que llegan a tener diez veces su tamaño.
Neil Tsutsui y Keneneth Shea, autores del estudio, explican que los miembros de esa especie se reconocen gracias a su olor. Teniendo en cuenta este dato, ambos científicos decidieron crear un compuesto químico –basado en mezclas sintéticas de hidrocarburos- que alteraría ese olor. De esta forma las hormigas argentinas al no reconocerse se liquidarían entre sí.
Tsutsui y Shea hicieron una prueba con 1.200 hormigas que se pelearon hasta la muerte. “Nuestros resultados preliminares sugieren que si manipulamos las señales químicas del exosqueleto –olores de la cubierta externa de las hormigas-, podríamos interrumpir la conducta de cooperación entre las hormigas y, en esencia, desencadenar un malestar civil dentro de las enormes colonias”, afirma Shea, quien concluye que a pesar de los resultados obtenidos se necesitan más investigaciones para poder controlar la plaga de forma exitosa.