Una investigación médica argentina evalúa las posibilidades de que las mujeres que son madres en la adolescencia incrementen su riesgo de tener osteoporosis. Un dato imnportante teniendo en cuenta que en el año 2003 el 13,6% de las embarazadas fueron mujeres de menos de 20 años.
(9/3/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Irene A. Maier CIC) – El embarazo y la lactancia imponen sobre el organismo de la mujer mayores requerimientos de calcio y vitamina D. Estos recursos adicionales son utilizados primero para la formación de los huesos del bebé y luego para la leche que lo alimenta.
Diversas investigaciones han demostrado que el esqueleto de las mujeres adultas sufre una transitoria pérdida de minerales durante la lactancia, que es compensada posteriormente. Pero como las mujeres que son madres en la adolescencia no han alcanzado aún la mineralización total de los huesos ni completado su crecimiento, ¿corren riesgo de desarrollar osteoporosis ante mayores requerimientos de calcio?
\”En los últimos años se hicieron estudios que muestran que al concluir el amamantamiento o al reinstalarse la menstruación, las mujeres adultas recuperan la masa ósea perdida en la lactancia. Pero no se había averiguado qué pasaba con las adolescentes y decidimos investigarlo. Esta información es muy importante porque en las últimas décadas aumentaron los embarazos de adolescentes en nuestro país. Por ejemplo, en el año 2003 se determinó que el 13,6% de las embarazadas fueron mujeres de menos de 20 años\”, nos explica el doctor Horacio González, director del IDIP (Instituto de Investigaciones Pediátricas, del Hospital de Niños de La Plata).
Importante resultados
El estudio incluyó a veinticuatro jóvenes madres, de entre 14 y 16 años, que amamantaron a sus hijos durante un año. A los 15 días del parto se les hizo una medición inicial de la Densidad Mineral Ósea en cadera, cuello de fémur y columna lumbar, junto con la determinación del Contenido Mineral Óseo del esqueleto. Estos análisis fueron repetidos a los tres, seis y doce meses después del parto. Al mismo tiempo se siguió la evolución de otros parámetros corporales como peso, masa grasa y masa magra.
La investigación estuvo a cargo de Horacio González, las doctoras Agustina Malpeli, Graciela Etchegoyen y Marta Kuzminzuk del IDIP, la doctora Soledad de Santiago del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana de México y el doctor José L. Manzur del Centro de Endocrinología y Osteoporosis La Plata.
Los profesionales encontraron que las jóvenes madres tenían una pérdida de masa ósea en el primer semestre posterior al inicio de la lactancia, pero que ésta se recuperaba -aunque no completamente- al cabo de 12 meses.
\”Este hallazgo es positivo, aunque subsiste el problema de que no conocemos la densidad ósea que las adolescentes tenían antes del embarazo. Por lo tanto no podemos saber si perdieron masa ósea durante esos nueve meses a causa del aporte de calcio que suministraron al bebé en crecimiento\”, aclara Agustina Malpeli.
Asimismo el estudio permitió que los investigadores detectaran un grupo con alto riesgo de osteoporosis: el integrado por las adolescentes que vuelven a embarazarse rápidamente, sin haber recuperado el calcio perdido. Para evitar futuros problemas, en dichos casos se necesita un control estricto del calcio ingerido.
Cuidados especiales
Una de las conclusiones a las que llegó la investigación es que, para evitar problemas de osteoporosis, las adolescentes embarazadas necesitan mayores suplementos de calcio que las mujeres adultas. La dosis recomendada para estas jóvenes durante el período de lactancia es de 1300 miligramos por día.
Es fundamental que junto con los suplementos vitamínicos las madres reciban éstos y otros nutrientes con las comidas. En especial, los alimentos ricos en calcio son la leche y sus derivados y, en menor proporción, vegetales como la acelga, la espinaca y el brócoli.
Aunque los investigadores encontraron que las participantes del estudio ingirieron en promedio sólo 660 miligramos de calcio por día durante el amamantamiento, al cabo de un año ellas pudieron recuperar casi completamente la densidad ósea que tenían inmediatamente después del parto. Sin embargo, como al comenzar el embarazo no habían completado su desarrollo óseo, queda la incógnita de si podrán finalmente alcanzar el nivel que les correspondería genéticamente.