Siete de cada diez personas que consultan por constipación crónica presentan un bloqueo en el tramo final del intestino grueso, conocido como “obstrucción del tracto de salida”, según una investigación del Hospital Udaondo. Es la principal causa de constipación funcional y supera al tránsito lento, aunque muchas veces los dos problemas se dan juntos. Los especialistas corrigen la falla con un tratamiento de reeducación denominado “biofeedback”.
(28/3/07 – Agencia CyTA. Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Al igual que sucede en otras regiones del mundo, la forma más común de constipación que se diagnostica en los centros especializados de América Latina es la llamada “obstrucción del tracto de salida”, según revela un trabajo conjunto de gastroenterólogos argentinos e italianos que se acaba de publicar en la revista estadounidense Digestive Disease and Science.
El informe es el resultado de un exhaustivo análisis estadístico de 215 casos de constipación funcional evaluados entre 1994 y 2004 en el servicio de Motilidad Digestiva del Hospital de Gastroenterología “Dr. Bonorino Udaondo”, centro de referencia argentino en la especialidad.
“Compartimos el trabajo con colegas de la Universidad de Perugia porque entre las dos instituciones nos complementamos: nosotros teníamos un mayor caudal de casos para analizar y el equipo italiano podía afrontar los costos del análisis estadístico”, explica el médico argentino Guido Iantorno, coordinador de la Unidad de Motilidad Digestiva del Udaondo, que llevó adelante la recolección de datos junto con la médica concurrente Mónica Cinquetti.
En el servicio trabajan una decena de especialistas, la gran mayoría ad honorem. Según contaron Iantorno y Cinquetti a Agencia CyTA, los médicos aportan a diario dinero de su bolsillo para abonar la conexión a Internet, materiales para hacer los estudios y hasta se hacen cargo de la reparación de los equipos.
Mujeres, las principales víctimas
El estudio ítalo-argentino tomó como punto de partida 466 casos de pacientes que llegaron al Hospital Udaondo derivados de otros centros de Buenos Aires y del interior del país con cuadros importantes de constipación, trastorno digestivo que sufre entre el 12 y el 30 por ciento de la población mundial.
“La constipación es una entidad altamente prevalente en el mundo entero, especialmente entre las mujeres, pero la mayoría no consulta, posiblemente por pudor”, comenta el doctor Iantorno.
El primer paso del estudio fue separar los casos de constipación que se debían a causas conocidas, como el consumo de fármacos, el hipotiroidismo, algunos trastornos psiquiátricos, el prolapso del recto y el mal de Chagas: un total de 251 pacientes.
Así, los médicos llegaron al grupo que les interesaba analizar, el de los constipados “funcionales” o de causa desconocida, que eran casi la mitad de los pacientes: 198 mujeres y 17 hombres que se habían acercado al hospital después de años de sufrir dificultades para evacuar sin saber a qué podía deberse el problema.
Al poner la lupa sobre este grupo, los médicos descubrieron que el 76% tenía una obstrucción en el tracto de salida o disfunción del piso pelviano, ya sea como trastorno único o asociado al tránsito lento. En cambio, los casos de tránsito lento puro o relacionados con el síndrome de intestino irritable eran bastante menos frecuentes (8 y 11% respectivamente).
Cómo se diagnostica
“Observamos que en la mayoría la falla está en el mecanismo de expulsión. Son personas que no pueden relajar el músculo puborrectal, que es el que mantiene cerrado el ángulo de salida del recto. En realidad, hacen el movimiento inverso, lo contraen. Entonces el material queda retenido”, señala Iantorno.
Sucede que para poder vaciar el intestino no sólo se tiene que dilatar el esfínter del ano; también es necesario relajar el músculo puborrectal. En reposo, el ángulo de salida del recto mide 90 grados; con el músculo relajado, puede alcanzar los 160 al momento de la evacuación.
“En general, la obstrucción del tracto de salida surge por hábitos mal aprendidos -indica la doctora Cinquetti-. Es más frecuente entre la gente que se acostumbra a retener. Por ejemplo, las personas que no quieren ir al baño en la oficina o en el colegio y mantienen siempre el músculo en tensión. Entonces cuando quieren hacerlo funcionar bien, no pueden.”
El diagnóstico de obstrucción se confirma con un estudio sencillo denominado manometría anorrectal, que permite evaluar el funcionamiento de los músculos que intervienen en el mecanismo de la evacuación; y con otro llamado videodefecografía, que consiste en tomar radiografías del paciente sentado sobre una silla en una sala totalmente oscura, previa colocación de una sustancia de contraste por enema. “Se lo sienta de perfil, para que el médico pueda ver el ángulo por pantalla. Se toman radiografías en estado de reposo, haciéndolo contraer y relajar el músculo. Así se ve por radioscopía el movimiento que hace y el ángulo que se forma”, explica Iantorno.
Los médicos advirtieron que es importante diferenciar este trastorno del tránsito lento, aunque a veces se dan juntos y hay que aplicar un abordaje mixto. El tránsito lento ocurre cuando el intestino grueso arrastra el contenido, pero demora más de lo normal en hacerlo por un déficit en el movimiento peristáltico, que es el que dilata y contrae sucesivamente las distintas porciones del colon para propulsar el material. En cambio, la obstrucción tiene lugar cuando los desechos son arrastrados, pero quedan detenidos en el recto sin poder ser expulsados.
“Si el problema es el tránsito lento, tratamos de que el paciente modifique ciertos hábitos de vida: que tome más líquido, que coma alimentos ricos en fibra, que haga actividad física. También podemos recurrir a determinados medicamentos que ayuden, siempre y cuando no tengan efectos irritantes. Pero la obstrucción funcional del tracto de salida requiere un tratamiento totalmente distinto”, señala Iantorno.
Biofeedback: volver a empezar
Confirmado el diagnóstico de obstrucción del tracto de salida, comienza la etapa de reeducación del mecanismo de evacuación. En el servicio de Motilidad Digestiva del Udaondo –que atiende unas 1.000 personas por mes, muchas con problemas de constipación- se realiza un abordaje novedoso y eficaz.
“El biofeedback consiste en corregir el mal funcionamiento de la musculatura del piso pélvico, mostrándole al paciente en la pantalla de una computadora el movimiento erróneo que realiza y enseñándole qué debe hacer para modificarlo”, explica Iantorno.
Para generar la imagen, los médicos se valen de la manometría, que consiste en colocar una pequeña una pequeña sonda con agua en el recto del paciente, y captar la presión que va generando la contracción de los músculos del intestino, a través de un sistema de sensores.
“En vez de hacer fuerza para evacuar –agrega Cinquetti- se entrena al paciente para que relaje el músculo. El doctor Iantorno diseñó distintos gráficos para facilitar la interpretación del movimiento.”
En este momento hay una lista de espera de cinco años para acceder al tratamiento, que puede durar entre una y diez sesiones, según el caso. Al parecer, el esfuerzo vale la pena. Según los médicos, la técnica tiene una tasa de éxito cercana al 90%. “El porcentaje de éxito es mayor en la medida que el paciente esté en condiciones de interpretar la imagen y se muestre dispuesto a colaborar”, dice Iantorno.
Muchas personas empiezan a tener constipación después de un problema familiar, un accidente o un trauma físico importante. Por eso, el equipo del Udaondo presta especial atención al estado emocional del paciente, componente que también interviene a la hora de resolver el problema.
Con un biofeedback exitoso, las personas dejan atrás años de padecimiento. “Si bien no es una patología orgánica de riesgo, se deteriora muchísimo la calidad de vida –indica Cinquetti-. Muchos vienen muy angustiados, cansados de que les digan que no tienen nada, que es sólo un problema nervioso. Aquí se les explica que el síntoma no es grave, pero existe. Sabiendo que alguien los escucha, un buen porcentaje del tratamiento está resuelto. El resto depende de la comprensión y voluntad que ponga el paciente para recuperarse.”