El hombre con su accionar ha ido modificando el clima del Planeta; es hora de que tome conciencia de ello y revierta la situación. Si no desea hacer el cambio necesario por fraternidad, lo deberá hacer por ambición, ya que las Economías de muchos países del mundo no resistirán las consecuencias del cambio climático global.
(26/4/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por María Cristina Chaler) – El dióxido de carbono (CO2) es el subproducto de la respiración de todos los seres vivientes del planeta y se encuentra en el aire en un porcentaje de 0.035 % en volumen. Esta pequeña molécula, junto con el vapor de agua, (H2O (v)), el metano (CH4) y el dióxido de azufre (SO2) son las responsables de la retención de los rayos infrarrojos generadores de calor.
Si estos gases no se encontraran en la atmósfera, la vida en la Tierra sería imposible, ya que nos moriríamos de frío. Estas moléculas forman una capa protectora que retiene el calor y así se mantiene la temperatura necesaria para el desarrollo de la vida.
El Sol es nuestra mayor fuente de energía y los rayos infrarrojos son la parte de la luz blanca que provoca sensación de calor. El 20 % de ellos es retenido por la atmósfera, mientras que el 30% es reflejado al espacio exterior por las nubes y partículas sólidas. El 50 % restante es absorbido por la tierra y los océanos.
La tierra emite el calor absorbido, pero éste no se pierde porque las moléculas protectoras lo retienen y lo vuelven a ella generando un efecto llamado invernadero. Si este efecto no se produjera, la tierra perdería el calor rápidamente y se enfriaría en forma notable. Podemos concluir que este efecto en principio es protector y favorece a la vida, ya que mantiene al planeta con la temperatura necesaria para que ella se desarrolle.
Pero los excesos siempre resultan perjudiciales. Los científicos, a través de meticulosos y serios estudios, han demostrado que a partir de la revolución industrial las partes de dióxido de carbono en la atmósfera fueron creciendo de manera exponencial, por la quema del combustible fósil y las emanaciones industriales.
El metano también está contaminando la atmósfera, como producto de la descomposición de la basura, que cada vez es más abundante por la explosión demográfica. El metano también emana de las deposiciones del ganado y se conoce como gas de los arrozales. El vapor de agua y el dióxido de azufre también aumentaron peligrosamente, pues forman parte de los subproductos industriales, además de estar presentes en las emanaciones naturales de los volcanes. El efecto invernadero deja así de ser una protección, para transformarse en un peligroso efecto horno.
El calor reciclado por estas moléculas hacia la tierra, trae como consecuencia un recalentamiento global del planeta, modificando el clima y “cocinando” a la vida que en él habita, desertificando las tierras, arruinando cosechas, manteniendo vivos a microorganismos perjudiciales para la salud, propiciando pestes y enfermedades de climas tropicales, generando disturbios atmosféricos y fenómenos meteorológicos como lluvias en exceso, inundaciones, tornados, huracanes, granizados, así como el derretimiento de los polos y la consecuente elevación del nivel de los mares, fenómenos que resultan perjudiciales para la manutención del equilibrio tan necesario para la vida.
En pocos años, el hombre con su desmedida ambición destruyó lo que el planeta tardó millones de años en construir: ese sutil equilibrio ecológico.
La toma de conciencia de lo que implica el cambio climático global generado por la actividad económica desmedida del hombre (antropogénico) debe ser cada vez mayor. Debemos aguzar el ingenio y tomar medidas urgentes a corto plazo porque los tiempos no se pueden alargar. Si bien los costos de las medidas a tomar son altos, más altos resultarán los costos si no lo hacemos, porque los perjuicios serán enormes e irreparables.
Pensemos en inundaciones masivas, motivadas por la elevación del nivel de los mares sobre todos los países lindantes a ellos, y calculemos las pérdidas que esto implicaría no sólo a nivel humano, sino a nivel económico.
¿Cual sería el destino de Japón, una pequeña isla en el Pacífico rodeada de mar? ¿Qué le pasaría a los centros financieros más importantes de los Estados Unidos? ¿Qué pasaría con Inglaterra?
Es fácil imaginárselo y es estremecedor responderlo.
El hombre es un ser viviente extremadamente ingenioso e inteligente y ésto le ha permitido ir descubriendo poco a poco lo que la Naturaleza provee. Ha podido generar, usando esos descubrimientos, nuevas tecnologías que trajeron confort y progreso.
Ha llegado el momento de poner ese ingenio al servicio de la ecología, de lo contrario padeceremos males irreparables. ¡Las medidas deben ser tomadas ya! El tiempo apremia. Todos estamos viviendo y sufriendo en los últimos años las consecuencias del cambio climático global. No es tan difícil tomar los reacudos necesarios, es cuestión de movilizar voluntades e intencionalidades políticas en cada uno de los países del mundo.
Las advertencias datan ya del año 1800, cuando J. B. Fourier dijo que la atmósfera ejerce un efecto protector sobre las pérdidas de calor. En 1896, Arrhenius usó el término efecto invernadero y lo vinculó con la industria. En 1924, Vernadsky, en “La Geoquímica”, habla de la deforestación, del impacto del CO2 en la atmósfera y la industria y el medio ambiente.
Lo que actualmente estamos viviendo se comenzó a advertir hace 207 años atrás. Es hora de que escuchemos y tomemos medidas al respecto.