Un millón y medio de personas mueren cada año a causa de la contaminación generada en hogares a partir del uso de combustibles sólidos tales como leña, estiércol, carbón y restos de cosecha. Expertos de la Organización Mundial de la Salud instan a los países afectados a promover políticas nacionales orientadas a reemplazar esas fuentes de energía por otras que no sean perjudiciales para la salud. Un experto argentino opina que el eje de las propuestas debería pasar, en primer lugar, por la utilización de sistemas de cocción y calefacción más eficientes.
(3/5/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – En el mundo más de tres mil millones de personas –casi la mitad de la población total-, no tienen acceso a fuentes modernas de energía para cocinar y dar calefacción a los hogares, según revela un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El uso de combustibles sólidos, tales como la biomasa (leña, estiércol y restos de cosecha) y el carbón, para satisfacer las necesidades básicas de esos hogares genera una contaminación del aire en espacios cerrados que afectan la salud.
Los expertos de la OMS señalan que la contaminación que se acumula en los espacios cerrados causa neumonía y enfermedades pulmonares crónicas, como bronquitis crónica y cáncer de pulmón. De acuerdo con un informe de ese organismo, las muertes y complicaciones de salud provocadas por ese tipo de contaminación podrían evitarse, en gran medida, mediante la utilización de combustibles modernos más limpios y eficientes, como el biogás, el etanol y otros biocombustibles.
Al respecto, el licenciado Mario Ogara, director del Centro de Energía del INTI, sostiene que la primera medida que debería considerarse con el objeto de evitar la contaminación en hogares y sus consecuencias, no es la sustitución de combustibles, sino el empleo de cocinas y calefactores más eficientes y seguros.
«Si bien la sustitución de los combustibles y por lo tanto de los sistemas de cocción y calefacción que tradicionalmente se usan –tanto en el medio rural como en los centros urbanos periféricos– sería una de las soluciones para minimizar los problemas y complicaciones de salud derivados de la contaminación ambiental en espacios cerrados, lo más indicado sería actuar en primer lugar sobre los sistemas en uso en la actualidad que, por lo general, están constituidos por unidades de combustión precarias, con mala o nula evacuación de gases de combustión», sostiene Ogara.
«Existen hoy diseños y equipos probados y certificados, cuyo empleo hace posible minimizar la emisión de gases y compuestos nocivos, reduciendo los riesgos para la salud de la población. El eje de las propuestas debería pasar entonces primero por impulsar la utilización de sistemas de cocción y calefacción más eficientes.
En lo que hace al uso tradicional por parte de la población de combustibles biomásicos, como leña y restos de cosecha, el especialista destaca: «Su utilización debería estar sistematizada y planificada de manera comunitaria, a partir de los uso de residuos generados en los complejos foresto-industriales, las podas urbanas, las podas de plantaciones industriales y el manejo de plantaciones forestales, entre otras alternativas.
Tecnologías más eficientes
Según el informe, más de 1,5 millones de personas mueren cada año a causa de la quema de esos combustibles dentro de las viviendas. “Las posibilidades de prevención son enormes”, sostiene Susanne Weber-Mosdorf, Subdirectora General de la OMS del área de Desarrollo Sostenible y Ambientes Saludables y agrega: “Existen soluciones y es responsabilidad nuestra fomentar la salud y el bienestar de los afectados, que son en su mayoría mujeres y niños”.
Los autores del informe de la OMS aseguran que “si bien la comunidad internacional comienza lentamente a tomar conciencia de esa crisis energética, las acciones políticas y los fondos destinados a mejorar los servicios de energía en los hogares y abordar el problema de la contaminación del aire en espacios cerrados han sido hasta ahora extremadamente limitados”.
Algunas de las tecnologías más limpias y eficientes que sugieren los expertos de la OMS son los hornos de combustión limpia, las campanas para hornos, las cocinas de calor retenido con aislamiento térmico y los hornos solares.
Dado que las necesidades de energía de los hogares de bajos recursos, tanto en las zonas urbanas como en las rurales, no suelen figurar en las políticas energéticas nacionales, los autores del informe de la OMS concluyen que es esencial para los países en desarrollo revisar sus políticas nacionales y mejorar la coordinación entre los sectores, por ejemplo, energía, salud, ambiente y finanzas.