La momia de una mujer obesa fue identificada como la Reina Hatshepsut, el faraón de sexo femenino más poderoso que gobernó Egipto. Sería el descubrimiento más significativo en este campo desde Tutankamón.
(13/7/07 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Alejandro Manrique) – De acuerdo a Zahi Hawass, jefe de antigüedades del Museo Egipcio de El Cairo, un diente fue clave para resolver uno de los más grandes misterios del antiguo Egipto.
Hatshepsut reinó en el siglo XV a. C. durante más de 20 años, usaba una barba falsa y se vestía como hombre para ejercer el rol de faraón con mayor autoridad. Logró más poder que otras dos famosas mujeres de Egipto: Cleopatra y Nefertiti, quienes, a diferencia de Hatshepsut, nunca se atribuyeron el título de faraón.
Se cree que Hatshepsut arrebató el trono a Thutmose III, que era su hijo adoptivo más joven. Su reinado, que finalizó en el año 1453 a. C., fue el más largo entre las reinas egipcias antiguas. Fue uno de los faraones que más fomentó las construcciones del antiguo Egipto, encomendando cientos de proyectos en todo el Alto y Bajo Egipto.
Cuando Hatshepsut murió y su reinado en la Dinastía 18 concluyó, todos los rastros de la poderosa mujer desaparecieron misteriosamente, incluso su momia, en lo que se especula fue una venganza de su hijo adoptivo.
En 1903, se encontró una momia que yacía sobre el piso, cercana al sarcófago que sostenía la momia de la nodriza de la reina en una tumba del “Valle de los Reyes”, en Luxor. Por décadas, la momia no se identificó y se la dejó en la tumba porque se pensó que no era de significativo valor.
El año pasado, Hawass comenzó una búsqueda de la momia de Hatshepsut, junto a un grupo internacional de científicos. Al mismo tiempo, en el museo que dirige se instaló un laboratorio de identificación de ADN de los cadáveres momificados.
Así, se trasladó a la momia no identificada al museo para una prueba de ADN. Según Hawass, la primera pista de que podría ser la reina perdida fue la posición de su brazo izquierdo sobre su pecho, un tradicional gesto de la realeza en el antiguo Egipto.
Los expertos lograron una coincidencia perfecta: un diente que había sido encontrado en una caja de emblemas y pertenencias de Hatshepsut que contenía órganos embalsamados encajó perfectamente en un orificio de la mandíbula de la momia. Los análisis preliminares de ADN también mostraron similitudes entre la momia de Hatshepsut y la momia de su abuela, Amos Nefreteri, quien ya había sido identificada previamente.
Las muestras de ADN se tomaron de la pelvis y el fémur de la momia, de modo que otras pruebas genéticas se puedan llevar a cabo y así volver a compararlas con las de la momia de su abuela.
El proceso para obtener ADN de una momia es extremadamente difícil y para asegurar un parentesco se necesitan otros individuos de los cuales se haya obtenido ADN con anterioridad y comparar sus secuencias, generalmente proveniente de antepasados. En el caso de individuos de sexo femenino, el tipo más común de ADN que se observa es el mitocondrial, que revela la línea materna.
Hawass explicó que la momia identificada como Hatshepsut murió alrededor de los cincuenta años, era obesa y probablemente sufrió de diabetes y cáncer de hígado.
“Estamos cien por ciento seguros que la momia pertenece a Hatshepsut”, dijo Hawass, que en reciente conferencia de prensa descubrió el velo de dos momias, Hatshepsut y su nodriza, a quien inicialmente se creyó como la posible reina.
Las dos momias, de rasgos marcadamente diferentes, fueron expuestas detrás de vitrinas de vidrio y envueltas en banderas de Egipto. El lienzo de la momia de Hatshepsut era mucho más grande que el de la pequeña momia de la nodriza, que tenía bucles de pelo color herrumbre.
Si se confirman las pruebas de ADN, que aún se llevan a cabo, el hallazgo podría ser el más importante desde que los arqueólogos descubrieron en 1922 la tumba de Tutankamón, señalaron los expertos.