(26/7/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Los paisajes que nos rodean son el resultado de procesos geológicos cambiantes que ocurren a la escala de millones de años.
Para determinar los múltiples fenómenos que dieron lugar a la cordillera, los valles, las quebradas y tantos otros relieves geográficos, es necesario emprender un trabajo detectivesco que analice e interprete estratos multicolores de sedimentos, el origen y composición de las rocas y otro tipo de huellas que hablan de un pasado remoto.
Una investigación de este tipo, publicada en el Geological Society of America Bulletin, la revista de mayor reconocimiento y prestigio en el mundo de la geología y de las Ciencias de la Tierra en general, demostró que las Sierras Pampeanas no comenzaron a formarse hace cinco millones de años, como se creía dentro de la comunidad internacional y local de geólogos, sino hace 17 millones de años, durante el Mioceno Inferior, una de las subdivisiones del tiempo geológico que corresponde al intervalo entre aproximadamente 23 y 5 millones de años, incluido dentro de la Era Cenozoica.
Los autores del estudio, Federico Dávila y Ricardo Astini, investigadores de CONICET y del Laboratorio de Análisis de Cuencas de la Universidad Nacional de Córdoba, señalan: “Entre la gran planicie chaco-pampeana y la región cordillerana en el segmento entre los 28º y 33º de latitud sur de los Andes Centrales se desarrollan las Sierras Pampeanas de Córdoba, San Luis, La Rioja Catamarca y San Juan. Estas sierras se diferencian radicalmente de la región cordillerana porque ellas están constituidas por lo que nosotros denominamos ‘basamento cristalino’, es decir rocas antiguas, no sedimentarias, sino metamórficas (modificadas por soldamiento por efectos de presión y temperatura) e ígneas (producto de cristalización de magmas fundidos)”.
En cambio, la región cordillerana está formada por un grupo de sucesiones de rocas sedimentarias estratificadas e intercalaciones volcánicas.
A fin de establecer la “historia antigua” reflejada en los diferentes estratos de las capas rojas y multicolores que constituyen la cubierta sedimentaria del basamento cristalino en la región del Famatina (uno de los cordones más elevados dentro del ámbito de las Sierras Pampeanas), los geólogos argentinos efectuaron un análisis de procedencia, que implica determinar el origen de los componentes de las rocas sedimentarias estratificadas y su edad.
Este estudio de la composición se hizo fundamentalmente en rocas de grano grueso (formadas por granos de más de 1 centímetro, como cantos rodados), que se llaman conglomerados, y examinaron los diferentes indicadores de paleocorrientes, es decir, indicadores de la dirección y el sentido de la corriente de un río fósil. Esto “permite establecer, a través de magnitudes vectoriales y de composiciones, qué región se estaba levantando, qué composición tenía y desde y hacia dónde se dirigían los sedimentos, para justamente reconstruir lo que nosotros denominamos la paleogeografía, es decir, la geografía de ese momento particular del registro geológico”, explican los expertos.
De este análisis estratigráfico (puesto que se trata de una sucesión de rocas estratificadas) pudo comprobarse que la historia de alzamiento y deformación en las Sierras Pampeanas data de mucho tiempo antes de lo que se pensaba. Tendría una edad de, al menos, 17 millones de años.
“Con anterioridad, utilizando indicadores geomorfológicos (es decir de la morfología del terreno), se pensaba que esta región habría comenzado a levantarse hace 5 millones de años aproximadamente. Esto tiene importantes consecuencias en la interpretación de los procesos geodinámicos que afectaron al margen de Sudamérica, ya que indica una recurrencia de la deformación en regiones alejadas de los Andes, una deformación que estuvo acompañada de vulcanismo”, aseguran los investigadores del CONICET.
De acuerdo con el estudio, puede interpretarse que hace unos 17 millones de años atrás también existió una etapa donde una placa oceánica se hundía por debajo de Sudamérica con bajo ángulo generando mayor “acoplamiento mecánico”, es decir, mayor “fricción” o “rozamiento” entre las placas tectónicas, produciendo “deformaciones” hacia regiones alejadas de la Cordillera, donde no es común que esto ocurra.
Este mismo proceso produjo también la formación de centros volcánicos fuera del eje cordillerano, primero en Famatina y luego en las sierras de Córdoba.
“Esto es algo totalmente novedoso, ya que se pensaba que este proceso habría comenzado a ocurrir en tiempos más recientes”, destacan Dávila y Astini, quienes concluyen afirmando que “comprender el pasado geológico es una llave que nos permitirá entender los mecanismos que nos podrían afectar en un futuro”.