El aumento de los precios de alimentos, como el arroz, el trigo y el maíz, genera preocupación en el mundo. Un artículo del Instituto Internacional de Investigación en Políticas Alimentarias analiza la situación en diferentes países y propone opciones para medidas políticas que protejan a los sectores más pobres.
(09/04/08 – Agencia CyTA_Instituto Leloir) – Cada vez que una persona va a un supermercado en la Argentina, sale “espantada” por el aumento de precios de casi todos los alimentos. Lejos de afectar sólo a este país, el incremento se registra a nivel internacional.
El fenómeno es analizado en el artículo “Precios de alimentos en aumento: ¿Qué debería hacerse?”, publicado este mes por el Instituto Internacional de Investigación en Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés). “Los precios reales están todavía debajo del pico de mediados de los 70, pero han alcanzado su punto máximo desde ese tiempo”, afirma su autor, Joachim von Braun, quien es director general de ese prestigioso instituto de investigación.
Con el fin de ayudar a la gente pobre a lidiar con ese problema, Von Braun destaca que los gobiernos pueden jugar roles importantes en el control de los precios.
Desde la China hasta la Argentina
Según señala el experto, varios países que están tomando medidas para minimizar los efectos de los precios alimentarios elevados han elegido “la opción fácil”. En una lista que incluye a la Argentina, Bolivia, Venezuela y China, describe que en esas naciones se han implementado restricciones a la exportación de alimentos, se han fijado límites a los precios, o ambas medidas.
“Por ejemplo, China ha prohibido la exportación de arroz y maíz; India ha prohibido la exportación de leche en polvo; Bolivia ha prohibido la exportación de aceite de soja a Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Perú y Venezuela”, enumera.
Von Braun destaca que los controles de precios y los cambios en las políticas de importación y exportación podrían comenzar por resolver los problemas de los consumidores pobres. Pero algunas de estas políticas tienden a fracasar, afirma, porque generan un mercado internacional más acotado y volátil.
“Cualquier estrategia a largo plazo destinada a estabilizar los precios alimentarios necesitarán incluir una mayor producción agrícola”, agrega. Y critica que en la actualidad, mediante los controles de precios no se está enviando a los productores, un mensaje que los motive a producir más.
Para Von Braun, esas políticas nacionales de regulación del mercado “socavan los beneficios de la integración global, al sumar las distorsiones de mercado de los países ricos con respecto a los países en desarrollo, con las intervenciones enfrentadas de las naciones en desarrollo”.
Energía, clima y otros factores
Casi todos los cereales llamados “commodities”, que suelen hacer de materia prima para productos alimentarios, protagonizan la escalada global de precios. Por ejemplo, el precio del trigo ha aumentado más del triple desde el año 2000, y el de maíz, más del doble.
¿Qué factores tienen peso a la hora de ese aumento mundial? Uno emergente es el alto precio de la energía, que registra un incremento casi “mellizo” al de los precios alimentarios. En un contexto en el que el barril de petróleo supera los 100 dólares estadounidenses, existen gobiernos que subsidian los cultivos destinados a biocombustibles. “El 30 por ciento de la producción de maíz de los Estados Unidos se destinará a etanol en vez de ir al mercado mundial de alimentos y forrajes”, ejemplifica el director general del IFPRI.
Otras causas son: la mayor demanda de alimentos de la población mundial, los movimientos del capital especulativo y las condiciones climáticas. Por ejemplo: la sequía en Australia, uno de los mayores productores de trigo, disminuye la producción global de ese cereal.
Von Braun propone diversas medidas, entre las cuales están la implementación de iniciativas de protección social de los sectores más afectados, el aumento de la inversión en ciencia y tecnología en el sector agrícola, y la promoción del acceso al mercado nacional e internacional para combatir el desabastecimiento.
Asimismo, el experto sugiere que los países desarrollados deberían evaluar sus acciones en la promoción de biocombustibles y agricultura, y “las naciones en desarrollo tendrían que revisar sus políticas de mercado”.
Más allá de las idas y vueltas, algo es certero: no hay un camino fácil para frenar el fenómeno internacional que tiene a los alimentos como protagonistas.