La imposibilidad de extender líneas de electricidad en el amplio y poco poblado estado de Amazonas es un acicate para el desarrollo del biodiesel a partir de especies nativas ricas en aceites, como la palmera tucumán. Se espera que la planta piloto ubicada en Carauarí, enmarcada en el programa “Luz para todos”, provea de más horas de energía eléctrica a los habitantes de la zona.
(31/07/08 – Agencia CyTA, Instituto Leloir) – “El aceite de palmeras nativas como el tucumán, el ouricurí y el murumurú permitirá a poblados aislados en el interior profundo de la Amazonia brasileña disponer de electricidad, inaccesible por medios convencionales”, afirma el periodista Mario Osava en una nota publicada en Internacional Press Service (IPS) y reproducida en la edición de anteayer (29 de julio) de www.portaldelmedioambiente.com.
En efecto, según el autor de la nota, un equipo de investigadores se apresta a poner en funcionamiento este año, una planta de producción de biodiésel en Carauarí, municipio de 25.000 habitantes al que sólo se accede por vía fluvial o aérea, luego de surcar 1.600 kilómetros de ríos o de viajar 2,5 horas por avión desde Manaos, capital del estado de Amazonas, en el noroeste del país.
“Hay unas 10 especies prometedoras”, es decir con “plantaciones naturales densas” y que ofrecen buena cantidad de aceite, pero se avanzó más con el tucumán por su abundancia y por su cadena productiva parcialmente desarrollada, informó a IPS Roberto Figliuolo, especialista del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (INPA). “La población amazónica consume mucho la fruta del tucumán, pero aprovecha sólo la pulpa, que se come cruda o frita en variadas formas, y desecha el carozo que lleva adentro una almendra, la parte “más valiosa”, con 40 por ciento de aceite, explicó.
Sostiene que toneladas de esa fruta en estado natural llegan a diario a Manaos, el principal mercado del producto, con 1,7 millones de habitantes. Y opina que no es un acarreo racional, ya que el 80 por ciento del peso, que corresponde al carozo, se transporta desde lejos inútilmente.
“Alterar esa cadena, instalando plantas para sacar y envasar la pulpa en el origen, abarataría el transporte y crearía más empleos e ingresos en las comunidades extractoras de tucumán, con un producto “más higiénico” y de mejor precio”, señaló Figliuolo, coordinador del proyecto del biodiésel amazónico iniciado hace cinco años.
De esa forma, la fuente del aceite quedaría en las comunidades. “Es difícil convencer a los alcaldes y autoridades locales” de impulsar esa alternativa, única forma de llevar electricidad a las pequeñas comunidades remotas, donde “no es viable tender líneas de transmisión”, reconoció.
En el estado de Amazonas, el más extenso en territorio y en bosques preservados de Brasil, hay 4.600 comunidades aisladas y sólo 32 con electricidad, destacó Banny Barbosa, estudiante de química de la Universidad Federal de Amazonas. Barbosa presentó su estudio sobre biodiésel de tucumán en la reunión anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, que se celebró entre el 13 y el 18 de julio.
En Carauarí son “más de cien” los poblados rurales de pocas familias, dijo a IPS Nelson Lacerda, químico y secretario municipal de Medio Ambiente. Algunos un poco mayores, como Roque y Nova Esperanza, donde se desarrolla el proyecto de biodiésel, con cerca de cien familias cada una, sólo disponen de luz eléctrica cinco horas por la noche. Con el biodiésel que sustituya al diésel o al petróleo, esas comunidades podrían disponer de electricidad todo el tiempo.
El tucumán y el ouricurí ofrecen un aceite adecuado para la elaboración de biodiésel por su baja acidez, lo cual facilita la conversión, explicó Lacerda, quien dejó un grupo de investigación en Manaos y el curso de maestría para cuidar la ejecución de esas ideas en la alcaldía. La principal dificultad, según él, es romper el “coco” (el carozo de forma redondeada) del tucumán.
Mario Osava sostiene que la planta piloto está instalada. El etanol para la catálisis de conversión del aceite ya empezó a producirse a partir de la caña de azúcar sembrada en “tierras ya deforestadas” de Carauarí.
Fue difícil conseguir equipos para la pequeña producción tanto de etanol como de biodiésel, transportados en partes desde San Pablo para su ensamblaje en la localidad, sin los técnicos especializados, recordó Figliuolo. Y ahora faltan condiciones para producir el aceite suficiente para abastecer la central termoeléctrica. Admite que son escasos los recursos financieros y los técnicos para hacer biodiesel en la Amazonía.
No obstante, reconoce que son necesarios ya que el diesel mineral, fuente de luz en las comunidades dispersas, implica grandes gastos en subsidios, se encarece a la par que el petróleo y el transporte, y su suministro puede cortarse algún día.
“Cuando se compruebe la viabilidad técnica, económica y ambiental” de esas pequeñas plantas locales, la experiencia de Carauarí se diseminará por la Amazonía, aprovechando la abundancia de frutos oleaginosos”, confía Figliuolo.
Osava recuerda que el gobierno brasileño promueve desde hace algunos años el programa “Luz para todos”, con el objetivo de llevar electricidad a millones de brasileños aún privados de sus beneficios. En las áreas más pobladas, la solución fue extender líneas de transmisión. Pero para la Amazonía, con sus cinco millones de kilómetros cuadrados y su baja densidad demográfica, se buscan alternativas que exigen la producción local de energía, como la solar y la eólica o la termoeléctrica en base a residuos de madera y aceites de especies nativas.