Las autoridades chilenas y argentinas evalúan la posible erradicación de los castores que habitan en Tierra del Fuego. Hace más de 60 años, se importaron 25 parejas de esos animales para propiciar el negocio de pieles. En la actualidad, invadieron cientos de islas del archipiélago, son considerados una plaga. La Agencia CyTA consultó a especialistas sobre la iniciativa para eliminar a la especie. ¿Sería mejor que implementar medidas de control poblacional?
(24/07/08- Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Laura García Oviedo) –El castor que vive en el “fin del mundo” es una especie introducida, pero no por eso deja de ser un emblema provincial. Es un atractivo para los turistas que llegan a Tierra del Fuego y se sirve como plato exótico en algunos restaurantes. En los hechos, ese animal, que no se cansa de hacer diques en los ríos fueguinos, tiene varios cargos en su contra. En su historial, está la destrucción de bosques y en definitiva, la amenaza a la biodiversidad de la zona más austral de la Patagonia.
Esa especie de castor (Castor canadensis) es considerado casi una plaga. A tal punto, que las autoridades chilenas y argentinas encargaron un estudio de factibilidad de la erradicación de esa especie. Un grupo de consultores internacionales presentaron ese informe en marzo pasado. Fue realizado como parte de la “Estrategia binacional para la erradicación del castor de la Patagonia Austral”, resultado de diversas reuniones de autoridades y especialistas de ambos países.
El principal objetivo sería “liberar a la Patagonia de castores en el año 2015”, según la información provista en el sitio de Internet del Ministerio de Ambiente de la Nación Argentina. Algo que despierta polémica entre quienes están a favor y quienes dudan de la eficacia de esa medida radical.
Lo cierto es que el castor es una especie invasora. En 1946, la Argentina importó y liberó en la Isla Grande de Tierra del Fuego 25 parejas, oriundas de Canadá. Más de 60 años después, la descendencia invadió el archipiélago, que abarca 70 mil kilómetros cuadrados repartidos en cientos de islas. El impacto del aumento de la población se evidencia en el entorno. Los castores tienen una dieta vegetariana del 100 por ciento: comen las ramas, las hojas y hasta la corteza de diferentes árboles autóctonos: varias especies del género Nothogafus, como la lenga (N. pumilio), el ñire (N. antarctica), y el coihue (N. betuloides).
¿Control o erradicación?
“En la actualidad no se está aplicando un plan de erradicación. Sólo existe ese proyecto que se está discutiendo a nivel provincial y nacional, y en cierta medida, con el Gobierno de Chile. En el pasado, hubo planes de control del castor, donde se pagaba por ‘cola’ a cazadores inscriptos. Asimismo, el Parque Nacional Tierra del Fuego cuenta con un programa de control”, informó a la Agencia CyTA Guillermo Martínez Pastur, investigador independiente del CONICET y del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), de Ushuaia.
“El control significa mantener la población de un lugar dentro de un número limitado de animales. Por el contrario, la erradicación implica la eliminación de todos los individuos”, destacó Martínez Pastur. Además, señaló que en el pasado, ha habido intentos de control, aunque poco exitosos. En el caso del “pago por cola”, los cazadores sólo lo hacían cerca de los caminos, por lo que esos lugares fueron rápidamente recolonizados. “El control debe hacerse a nivel de cuenca y mantenerse en el tiempo, si no, no es efectivo”, dijo.
Ante la pregunta de si no se podría aprovechar de algún modo la presencia de los castores, que incluso dan el nombre a uno de los cerros donde funciona un centro de ski de esa provincia, el investigador afirmó que se realizan diversos intentos. “Se comercializa la piel y en algunos restaurantes, se utiliza la carne en comidas. De todos modos, hoy un cazador no podría llegar a vivir de la caza del castor solamente. Es por ello, que el control no ha sido efectivo. Además, las políticas cambian con las distintas gestiones de gobiernos”, agregó.
Entre los argumentos de por qué sería fundamental erradicar los castores, hay numerosos estudios científicos que evidencian los daños permanentes en el ecosistema. Esos grandes roedores han llevando a la extinción de muchas especies, principalmente plantas e insectos que habitan en los ecosistemas modificados, según afirmó el investigador.
“Transforma el ecosistema bosque en pastizales, con el consiguiente impacto ambiental y paisajístico”, dijo Martínez Pastur. Y agregó que sería positivo que pudieran ser erradicados. Pero lo considera inaplicable. “Más allá de los costos económicos, para que la erradicación sea efectiva, hay que eliminar a todos los castores. Y aún usando los helicópteros y un ejército de cazadores, sería virtualmente imposible. Sobre todo considerando que en Tierra del Fuego más de la mitad de la Isla es inaccesible”, destacó.
Grandes roedores “invasores”
Los castores son objeto de diversos estudios científicos. Es que sin dudas, son un modelo interesante para estudiar el linaje de una especie introducida e invasora. Uno de los métodos para hacerlo es el análisis genético. Una especialista en ese campo es la doctora Marta Lizarralde, que realiza un seguimiento de esos animales desde hace más de 20 años.
“El castor es una especie invasora, y como tal, produce efectos de alteración y modificación ambiental. En líneas generales, por esa condición se la considera plaga”, afirmó a la Agencia CyTA la investigadora del Conicet, quien dirigió el laboratorio de Ecogenética del CADIC en Ushuaia hasta 2005, y en la actualidad, es responsable del laboratorio de Ecología Molecular del Centro Regional de Estudios Genómicos (UNLP-AUGM), en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires.
En relación con el proyecto de erradicación del castor del Archipiélago Fueguino, Lizarralde señaló que muchas campañas de erradicación para combatir a especies plaga o invasoras han fracasado por no poder extraer el 100 por ciento de los individuos. Además, remarcó que ella no está de acuerdo con esa estrategia, por dos razones relacionadas con cuestiones técnicas y económicas.
“La ecuación costo financiero/certeza de extraer el 100 por ciento de individuos en un archipiélago conformado por cientos de islas es absolutamente improbable. El costo es enorme y existen más dudas que certezas. En las islas, el mayor riesgo para el fracaso de la erradicación es la habilidad de la especie para recolonizar islas vecinas y en particular, el castor demuestra una adaptabilidad y capacidad invasora increíbles”, dijo la especialista.
Una plaga simpática
Además de parecer ingenieros civiles, por su habilidad para construir represas, los castores también son grandes nadadores. Por eso, existe el temor de que puedan cruzar hacia el norte, y llegar a Santa Cruz y expandirse por el continente. Ante esa posibilidad, Lizarralde considera que es importante estar atentos para erradicar cualquier foco de invasión detectado en la zona continental de Argentina y Chile.
Con todo, la especialista en genética de poblaciones dijo que considera “prudente la estrategia tomada por la Dirección de Fauna de Tierra del Fuego de consultar a diferentes especialistas sobre el citado estudio de factibilidad”.
Mientras tanto, el destino de los castores fueguinos comienza a tomar relevancia internacional. Hace poco, se publicó un artículo sobre la posible erradicación de los castores australes en la prestigiosa revista Nature. Pero habrá que esperar para conocer qué sucederá con esa especie de roedores, simpática para algunas personas, pero un problema para la biodiversidad de esa región austral. Un dilema, entre el amor y el odio.
RECUADRO
IDENTIKIT DEL CASTOR AUSTRAL
• Los castores de la especie Castor canadensis que viven en Tierra del Fuego viven en grupos familiares de cinco individuos en promedio.
• Construyen diques para conservar su alimento, y viven en estanques en ríos y arroyos.
• Una característica distintiva de esos animales es que son monógamos (comparten la misma pareja toda su vida).
• El peso promedio de los adultos es de 23 kilogramos, y su longitud media es de 100 centímetros.
(Fuente: “El castor austral”, artículo publicado por la Dra. Lizarralde y colaboradores en la revista Investigación y Ciencia, en abril de 2008).