Investigadores argentinos demostraron por primera vez en animales de experimentación con mal de Parkinson que existe una relación directa entre la inflamación y el avance de esa enfermedad.
(02-07-08 – Agencia CyTA, Instituto Leloir. Por Claudia Mazzeo) – La inflamación crónica de los tejidos cerebrales y periféricos que experimentan las personas que padecen el mal de Parkinson podría jugar un papel clave en la progresión de esa enfermedad. Así lo sugiere un trabajo realizado por investigadores argentinos que demuestra por primera vez, en animales de experimentación, la existencia de una relación directa entre los procesos inflamatorios del sistema nervioso y el avance de esa enfermedad neurodegenerativa que afecta al 1 por ciento de la población mundial de más de 60 años.
Con el fin de estudiar la relación existente entre los procesos inflamatorios de las células cerebrales y la progresión de la enfermedad, investigadores argentinos desencadenaron de forma artificial, una respuesta inflamatoria en las células inmunológicas del cerebro de animales de experimentación que padecían Parkinson. Esa manipulación aumentó la producción de una proteína que interviene en la respuesta del sistema inmune, la interleucina-1, lo que exacerbó la pérdida de neuronas y produjo un incremento en los síntomas motores típicos de la enfermedad, los que a su vez, se manifestaron de forma más temprana y aguda.
Asimismo, los investigadores comprobaron que si les administraban a los ratones de experimentación dosis de antiinflamatorio, los síntomas remitían.
“El estudio demuestra una asociación inequívoca entre la superproducción de interleucina-1 y un incremento en la progresión de la enfermedad, lo que indica que la inflamación podría ser un factor de riesgo de exacerbación de la enfermedad de Parkinson. Asimismo, en el laboratorio observamos que el manejo eficiente de esa inflamación podría lentificar el avance de dicha enfermedad”, indica el trabajo que aparece esta semana en la edición de julio de la revista Brain, una de las publicaciones de mayor impacto en el área de neurología experimental
El doctor Fernando Pitossi, director del Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del Sistema Nervioso del Instituto Leloir lideró la investigación, en la que también participaron María Clara Pott Godoy, Rodolfo Tarelli y Carina Ferrari, del mismo Instituto, y María Inés Sarchi de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. La investigación fue financiada por las fundaciones Michael J.Fox y René Baron, y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica.
“Es importante destacar que una inflamación periférica, fuera del cerebro, producida por la expresión crónica de interleucina-1 mediante vectores adenovirales recombinantes también aumentó la muerte neuronal en los animales estudiados. Esos resultados demuestran una vez más, las estrechas relaciones funcionales entre el sistema nervioso y el inmune”, señala el doctor Pitossi, que es investigador del CONICET.
“¿Cuál es el siguiente paso? No todas las respuestas inflamatorias son iguales”, señala Pitossi. “Algunos componentes de las mismas –continua– hasta podrían tener efectos diferentes a los que encontramos nosotros con Interleucina-1. Por ello, el próximo desafío es identificar aquellos mediadores moleculares que desencadenan la inflamación para poder encontrar la mejor opción terapéutica destinada a prevenir o frenar sus efectos entre los pacientes con Parkinson”, señala el especialista, quien es profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Para poder lograr ese cometido, el Instituto Leloir firmó en abril pasado, un convenio de colaboración con el laboratorio farmacéutico Pfizer, que fue considerado pionero en su género y contó con el auspicio del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Mediante ese convenio, el laboratorio otorgará en el lapso de dos años, un subsidio de 200 mil dólares para proseguir los estudios de investigación básica ya en marcha.
La enfermedad de Parkinson es el trastorno neurodegenerativo crónico con mayor cantidad de personas mayores afectadas, después del mal de Alzheimer. Afecta al 1 por ciento de la población mundial de más de 60 años de edad, y de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, hay cerca de 6 millones de afectados. Se prevé que su prevalencia se duplicará para 2030.
En la Argentina, se estima que más de 70 mil personas padecen Parkinson. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa progresiva para la que aún no existen tratamientos que detengan o retracen la pérdida de neuronas.
El doctor Roger Kurlan, de la Universidad de Rochester, calcula que un tratamiento que detenga la progresión de la enfermedad en alrededor del 10 por ciento reduciría los gastos de salud relacionados con esta dolencia en 137 millones de dólares anuales sólo en los Estados Unidos. También se estima que por cada dólar invertido en investigación, se ahorran a largo plazo, trece dólares en costos médicos directos y pérdida de productividad.
Por ello, y por el modo en que se afecta la calidad de vida de quienes padecen este mal, es relevante investigar sobre oportunidades terapéuticas que prevengan la aceleración del Parkinson.