(10-09-08- Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Claudia Mazzeo) -. “Una parte de la población del mundo, la que está por debajo de la línea de pobreza, no tiene voz y está sufriendo mucho las consecuencias del cambio climático”. “El fenómeno del cambio climático nos da la oportunidad de saber que no basta con producir modificaciones a nivel local. El cambio real requiere de la participación de todos”.
Las imágenes de televisión no dejan espacio para las dudas. Los efectos del cambio climático castigan a la población mundial de manera despareja y son los países pobres quienes se ven más afectados por la acción de fenómenos como huracanes, inundaciones y sequías, los que asolan cada vez con más frecuencia e intensidad.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó un informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, denominado “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido” en el que advierte que el mundo avanza hacia un “punto de inflexión” que podría atrapar a los países más pobres y a sus ciudadanos más vulnerables en condiciones de desventaja, cada vez peores, y dejar a millones de personas enfrentadas a la malnutrición, a la escasez de agua, a amenazas ecológicas y a pérdidas irreparables en sus medios de vida.
Los datos revelados en el informe indican que entre los años 2000 y 2004, 262 millones de personas resultaron afectadas por desastres climáticos; más del 98% de ellas vivían en países en desarrollo. En los países pertenecientes a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), uno de cada 1500 habitantes ha sido afectado por un desastre climático, mientras que para los habitantes de los países en desarrollo la proporción es de uno cada 19.
“El cambio climático representa una amenaza para toda la humanidad. Pero son los pobres, que no tienen responsabilidad alguna por la deuda ecológica que estamos acumulando, quienes enfrentan los costos humanos más graves e inmediatos”, señala en el informe Kemal Derviþ, administrador del PNUD.
El estudio, que es fruto del trabajo de varios grupos de especialistas, subraya, asimismo, las extremas desigualdades en cuanto a las capacidades de adaptación que presenta la población mundial. Mientras los países ricos invierten grandes sumas en sistemas de protección contra el cambio climático y sus gobiernos desempeñan un rol fundamental en estas actividades, en los países en desarrollo “los pobres del mundo, con sus escasos recursos, tienen como única alternativa nadar o hundirse”, sostiene en el trabajo Desmond Tutu, Arzobispo Emérito de Ciudad del Cabo. Esta situación crea un “mundo de apartheid” en materia de adaptación.
Pero no todo es desesperanza. El cambio climático brinda también al mundo una oportunidad: la oportunidad de unirse para dar una respuesta común.
“Si el mundo reacciona hoy será posible mantener durante el siglo XXI el aumento de la temperatura mundial dentro del umbral de los 2°C por encima del nivel de la época preindustrial. Lograr esto requerirá un elevado nivel de liderazgo y cooperación internacional sin precedentes”, afirma el estudio del PNUD.
Para conocer más sobre la importancia del informe del PNUD, “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido”, la Agencia CyTA entrevistó a Cecilia Ugaz, doctora en economía, subdirectora y editora del informe “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido. La entrevista tuvo lugar en el marco del seminario sobre cambio climático, organizado por InfoSud y la red internacional de periodistas Media 21, en Ginebra, Suiza.
– A su juicio, ¿qué es lo más importante de informe, “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido”? ¿La información recabada o que se logre mayor conciencia sobre las implicancias del cambio climático?
Lo que a mi me da mayor satisfacción de ese trabajo es tener la oportunidad de poner en claro, con datos concretos, que existe una gran desigualdad frente al cambio climático y que nosotros los ciudadanos tenemos que ser muy concientes de ello.
Hay una parte de la población del mundo que está sufriendo muchísimo y que no tiene voz y creo que nosotros, con ese informe, somos un poco la voz de ellos. Es la gente que sabemos que está viviendo bajo la línea de pobreza, que está sufriendo los efectos del cambio climático ahora, y en adelante, ellos y sus hijos. No tienen quien presente su caso y nosotros estamos, de algún modo, haciéndolo.
-¿Cuál es el próximo paso, luego de la publicación del informe?
Es seguir presionando, sobre todo a nivel político. Estamos tratando, por todos los medios, de lograr influenciar lo más posible a los gobiernos, a nivel del parlamento. A nivel nacional actúa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dentro de su parte programática, y trabajando a nivel país, pero creo que también está el área de derecho internacional, de tratar de hacer los vínculos con los otros regímenes que existen, como el régimen de los derechos humanos.
Creo que eso puede dar todavía mucha más fuerza a todo el proceso de cambio que se necesita para poder evitar las consecuencias catastróficas del cambio climático.
-¿Cree que es importante que el cambio climático sea vinculado con los derechos humanos a nivel de los organismos internacionales? El agua ha sido definida como un derecho básico en ese contexto, pero ¿ha cambiado algo?
Ya se consiguió que el cambio climático sea considerado un aspecto de los derechos humanos. Lo importantes es cómo dar contenido a ese concepto, cómo incluirlo en las políticas a fin de lograr evitar que se produzca una violación de los derechos humanos. Sin duda tenemos que trabajar en las políticas. Pero sin el marco normativo no es posible. Creo que los aspectos políticos y normativos deben ir de la mano. Para que un ciudadano pueda exigirle a su gobierno el cumplimiento de sus obligaciones, estás tienen que estar explicitadas. De lo contrario, ¿cómo exigir?
Puede entonces parecer, sobre todo al principio, una declaración de intención. Y como decimos “el camino del infierno está lleno de buenas intenciones”. Pero creo que el marco normativo es importante y no nos podemos quedar allí. Eso también es parte de la batalla. Tenemos el derecho establecido, ¿ahora qué hacemos para que se cumpla? No disponemos de un sistema de rendición de cuentas, y eso tenemos que ponerlo como una piedra angular. A partir de allí, debemos movernos en términos de políticas para poder exigir que esas políticas se cumplan.
-¿A quiénes cree que hay que implicar verdaderamente para que el cambio climático, la contaminación, la deforestación, la desertificación sean en verdad tomadas en cuenta. ¿Qué es necesario primero? ¿La conciencia social o el cambio político?
Lo primero es el nivel político. Creo que los políticos antes que nada tienen que darse cuenta que ellos también son ciudadanos, no somos esferas separadas. Ellos tienen la posibilidad de decidir. Desafortunadamente en este momento el cambio climático se ve como una cosa tan lejana según nuestros horizontes de tiempo, que parece que en nuestra vida útil nunca va a pasar nada, y que además poco podemos hacer. Porque las decisiones que tomamos ahora en términos de energía, de consumo, son decisiones que van a tener muchas repercusiones en el futuro, a mediano y largo plazo. Entonces creo que hay que comenzar por la esfera política y hacerles saber que los costos, aunque parezcan enormes desde el punto de vista económico, no lo son en realidad. El costo de no actuar es cinco veces mayor que el actuar. Eso está medido, ha sido probado.
– ¿Sigue aún vigente el concepto de que los países pobres no pueden darse el lujo de pensar en el cuidado del ambiente?
Lo que parece un ahorro ahora, va a ser un costo enorme después. Y hay daños que son irreparables. La vida humana es irremplazable. No se cuenta en términos de 1, 2 o 4 millones. Una vida cuenta. Entonces eso es lo que tenemos que fijarnos. Eso también es el enfoque de derechos y de desarrollo humano. Una persona cuenta. Y en la medida en que haya una sola persona que sufra la violación de sus derechos humanos esa persona nos tiene que importar a todos. Tenemos que evitar el error de hablar en abstracto. De considerar únicamente números agregados, cifras promedios, datos globales.
-Sobre ese cambio de actitud que menciona que debe producirse entre los políticos, ¿qué papel estima que juega la sociedad civil?
-Un papel importantísimo. Creo que el mundo actual está centrado en el conocimiento y la comunicación. Así es el siglo XXI. Y siento que de alguna manera hemos heredado taras de la Edad Media. Que somos un grupo de elegidos, que sabe, que entiende, que ha estudiado, y que se comunica las novedades entre ellos, transmitiendo al resto lo que más le conviene, en el momento que quiere.
Creo que precisamente el rol de la sociedad civil, y de los medios de comunicación en particular, es democratizar el conocimiento. Siento que la ignorancia es un lujo que no nos podemos permitir. No es humano, no es justo y es extremadamente inigualitario.
Todos tenemos la obligación de bajar al llano y decir lo que sabemos sobre lo que va a pasar; hasta el premio Nóbel debe hacerlo. Tenemos que ser capaces de comunicarnos de una forma simple. Porque hoy parece que hay que tener un doctorado hasta para leer un recibo de la luz. ¿Qué es lo que me pasa? Yo misma leo mi recibo de la luz y no entiendo nada. No puede ser. Creo que está puesto a propósito de modo complicado para que nadie entienda. Y como no se entiende, la gente no tiene tiempo, cada vez corremos más, y entonces no hay reclamo. Ha llegado el momento en de democratizar el conocimiento y la información y eso tiene que ser patrimonio de todos, es un bien público.
– ¿No cree que hay un discurso, disociado en los hechos, que alcanza a científicos y políticos por igual, sobre la importancia que tiene la comunicación en la vida diaria? Se menciona con mucha frecuencia la necesidad de informar, pero no se ven iniciativas tendientes a sumar comunicadores a los grupos de investigación o a las áreas de trabajo relacionadas con la política.
Es cierto. Hay todavía una cuestión muy elitista según la cual, el conocimiento le pertenece sólo a unos cuantos. Creo que también hace falta empujar en ese sentido. La comunicación debería ser parte de la estructura curricular de toda disciplina, fuera la que fuere. Para ello, es necesario tener un concepto muy claro de por qué es importante la comunicación y de que eso también es parte del aprendizaje. Porque de lo contrario, me pregunto, la investigación ¿para quién la haces? ¿Para ti y para tus colegas? ¿O la estás haciendo porque realmente tienes una intención de cambiar el mundo?
Todos tenemos que estar concientes de que el mundo tiene que cambiar. Para ello, tenemos que cambiar todos individualmente. El fenómeno del cambio climático nos da la oportunidad de saber que no basta con producir modificaciones a nivel local. El cambio real requiere de la participación de todos.