El takuarembó y del takuapí –dos especies de bambúes que crecen en la selva de Misiones- poseen estrategias diferentes entre sí en lo relativo al trasporte de agua a través de sus tejidos, señalan investigadores del Conicet y de la Universidad de Harvard. De acuerdo con los autores del estudio, este tipo de conocimientos son claves para la resolución de problemas asociados con el manejo sustentable de sistemas ecológicos y su productividad.
(25/03/09 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – Los bambúes, comúnmente llamados cañas, son integrantes naturales de la vegetación de todos los continentes con excepción de Europa.
“Desde tiempos inmemoriales los bambúes han sido utilizados por los seres humanos para satisfacer muchas de sus necesidades. Si bien la utilización de estas plantas por pueblos asiáticos es muy antigua; excavaciones arqueológicas realizadas en Colombia y Ecuador determinaron que pueblos originarios de nuestro continente ya habían empleado estas plantas desde hace más de mil años para la construcción de casas, instrumentos musicales, elemento para las ceremonias religiosas, y otros usos”, señalaron a la agencia CyTA la Licenciada Lía Montti, becaria doctoral del Conicet y el doctor Guillermo Goldstein, investigador superior de Conicet, ambos integrantes del Laboratorio de Ecología Funcional del Departamento de Ecología Genética y Evolución Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
En la actualidad los bambúes cumplen un importante rol en el desarrollo cultural y económico de muchos países, siendo utilizados para la producción de pulpa de papel, combustibles, alimento para personas y animales domésticos, así como también para material de construcción de viviendas, muebles y artesanías. “Lamentablemente en muchos países de América el potencial de estas plantas no ha sido aún explorado en su totalidad y carece de importancia en las economías nacionales, limitándose su uso solo a explotaciones locales o regionales. En el caso de Argentina, recién se está comenzando a estudiar el potencial económico de estas gramíneas”, aseguró Montti quien junto a su grupo de trabajo desde 1999 desarrolla proyectos de investigación en el norte de la provincia de Misiones en temas relacionados con la estructura, dinámica y funcionamiento del bosque nativo orientados a la conservación de los recursos naturales y al manejo sustentable de los ecosistemas, como así también a las interacciones de las plantas con el ambiente y los animales.
Goldstein, Montti y sus colegas investigan especies que crecen tanto en el Parque Nacional Iguazú como en otras áreas de la provincia de Misiones. “Tanto Chusquea ramosissima (takurembó) como Merostachys claussenii (takuapí o takuara mansa) son especies nativas y muy abundantes presentes en la selva misionera y utilizadas por los pueblos originarios (Mbya Guaraní) de esta zona para la realización de cestería y artesanías”, indicó la experta.
Si se llegaran a desarrollar proyectos de explotación comercial de esas especies, sería importante realizar previamente estudios dirigidos a entender las interacciones del bambú con otras especies vegetales y animales, factores y recursos del medio ambiente y con la dinámica del bosque. “Hoy sabemos que algunas especies de bambúes pueden constituir la vegetación dominante y jugar un papel biológico fundamental en el ecosistema donde habitan; ya sea, de forma positiva como fijadores de suelos, refugio de animales y fuente de alimento o de forma negativa al convertirse en colonizadores agresivos que afectan la regeneración de otras especies vegetales por efecto de la competencia por luz, agua y nutrientes”, destacó Montti.
Capacidad hidráulica de los bambúes
Un trabajo – de la doctora Sonali Saha, de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), la licenciada Montti, el doctor Goldstein e investigadores del Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas, de Brasil- publicado en la edición de febrero de la revista científica Plant Physiology, reveló que las especies de bambú takuarembó y takuapí poseen estrategias diferentes para el trasporte de agua y que su capacidad fotosintética es moderada.
“El takuarembó tiene la capacidad de conducir agua a sus diversos tejidos a mayor velocidad que el takuapí, pero es más susceptible a eventos de sequía. Ambas especies pierden la capacidad de conducir agua en los momentos del día cuando la demanda evaporativa y el calor son relativamente altos; pero tienen la capacidad de recuperarse durante la noche gracias a las llamadas “presiones radiculares´´, fenómeno que solo esta presente en muy pocas especies vegetales”, indicó Goldstein.
¿Qué son las presiones radiculares? Según explicó el experto, en las plantas el agua fluye gracias a las propiedades físicas del agua que le permiten ser sometidas a fuerzas de tensión grandes dentro de vasos o capilares del tejido especializado para el transporte a larga distancia sin que se produzcan embolismos, es decir, rupturas de la continuidad de la columna de agua. “Estas columnas de agua en los capilares son como bandas elásticas que están siendo tensionadas por fuerzas motrices estimuladas por la transpiración que se origina en la superficie de las hojas. Cuando la transpiración disminuye, como ocurre durante la noche, las células de la raíz pueden estimular el movimiento de iones (moléculas cargadas eléctricamente) hacia los vasos o conductos del xilema (tejido conductor de la planta), y generar un tipo de presión que hace que el agua del suelo ingrese hacia el interior de la planta a través de la raíz, provocando que se ‘empuje’ la columna de agua presente en los vasos hacia las hojas”, destacó.
Las diferencias en las capacidades hidráulicas de las dos especies están relacionadas con su anatomía: el takuarembo posee una gran cantidad de vasos que facilitan la conducción del agua. Por otra parte, el conjunto de características mostró que el takuarembo posee conductividades hidráulicas (que es una medida de la capacidad de transporte de agua desde el suelo hasta los sitios de transpiración en las hojas) dos veces mas alta que las plantas de takuapi. “Sin embargo esta última especie es menos sensible a las sequías prolongadas que el takuarembo”, destacó Montti. Y agregó: “Estos estudios nos ayudan a comprender mecanismos que permiten explicar en parte el éxito y la permanencia de ambas especies en los bosques misioneros. Si bien ambas especies consumen bastante agua y son susceptibles a las sequías poseen la capacidad de recuperarse rápido gracias a la “presión radicular´´
Por otra parte, contrario a las predicciones de los investigadores, los análisis realizados revelaron que la capacidad fotosintética de ambas especies de bambú era moderada. “La fotosíntesis permite a las plantas obtener la materia y energía necesaria para su crecimiento. En general ocurre que a mayor capacidad fotosintética, mayor crecimiento. Como los bambúes tienen tasas de crecimiento altas, esperábamos que la capacidad fotosintética de las hojas fuese alta. Sin embargo fue moderada. Obviamente los bambúes tiene otras estrategias para incrementar esta capacidad a fin de asimilar dióxido de carbono como por ejemplo: incrementar la superficie foliar produciendo hojas nuevas en posiciones superiores y manteniendo las viejas. Además los tallos también tienen la capacidad de fotosintetizar”, afirmó Montti. Y continuó: “Todas estas estrategias que permiten incrementar la capacidad fotosintética de ambas especies están siendo actualmente estudiadas”.
De acuerdo con los investigadores de Conicet, conocer la ecofisiología de las especies permite predecir su comportamiento frente a cambios en el ambiente y es por eso que este tipo de estudio es de gran aplicación. “Por ejemplo: si en estos ambientes ocurriese que las sequías fueran más frecuentes, consecuencia quizás de un cambio climático, los bambúes podrían volverse más abundantes ya que gracias a su superficial sistema radicular, es decir a la distribución de sus rizomas y raíces que tienen un crecimiento subterráneo importante, podrían explorar mayor volumen de suelo y por lo tanto captar agua y nutrientes. Además debido a la rápida recuperación de la perdida de conductividad pueden aprovechar el agua disponible más rápido que otras especies y ganarles en la utilización de este recurso”, destacaron Goldstein y Montti.
Con este tipo de estudios, “tendemos a generar conocimientos básicos sobre el funcionamiento de los organismos y ecosistemas con el objetivo de cerrar la brecha entre la producción de conocimiento nuevos y la resolución de problemas de importancia para el manejo sustentable de sistemas ecológicos y la productividad para el uso adecuado de esos recursos”, afirmaron Goldstein y Montti, quien junto a sus colegas, reciben el apoyo de Conicet, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el Centro de Investigaciones Ecológicas del Bosque Atlántico (CIES) y la Administración de Parques Nacionales (APN).