Un grupo de investigadores argentinos demostró por primera vez en el laboratorio que el ”jet lag” se produce por una falta de sincronía entre dos regiones del reloj biológico del cerebro; uno de ellos regula el sueño profundo y otro el sueño REM durante el cual se sueña. Los resultados podrían emplearse para “re-comunicar” esas dos áreas del cerebro y tratar los síntomas derivados de esa descompensación que padecen quienes viajan en avión, pasando de una franja horaria a otra.
(08/05/09 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – Trastornos del sueño, dolor de cabeza, fatiga, falta de concentración e irritabilidad son algunos de los síntomas del jet lag, que se produce en personas que atraviesan varias franjas horarias en un viaje.
Hasta la fecha se sabía que los efectos de esos viajes se debían a un “desajuste” en el “reloj biológico” de las personas, pero se desconocían las causas de ese fenómeno. Ahora, un estudio dirigido por un investigador argentino, el doctor Horacio de la Iglesia, y publicado en la revista científica Current Biology, parece haber encontrado la respuesta.
“Todos los organismos, desde bacterias, hongos y plantas hasta mamíferos, incluyendo al ser humano, tienen relojes biológicos con un ciclo dotado de un período de más o menos 24 horas. Estos relojes le dan la hora a procesos fisiológicos y del comportamiento de modo que los mismos ocurran a la hora adecuada en forma de ritmos que se repiten diariamente, por ejemplo para que comamos cuando nuestro sistema digestivo está preparado para digerir mejor la comida y para que durmamos durante la noche”, explica de la Iglesia, egresado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del Departamento de Biología de la Universidad de Washington.
En el caso de los mamíferos hay un reloj biológico central dentro del hipotálamo del cerebro llamado núcleo supraquiasmático (NSQ). “El NSQ es un grupo de células nerviosas que se comunican con el resto del cerebro para ‘dar la hora’, indica el experto.
Debido a que los relojes biológicos poseen un período cercano pero no exactamente igual a 24 horas, tienen que ser “reseteados” o puestos en hora diariamente. “La forma en que el NSQ se pone en hora es mediante la luz del día. Lo que sucede es que las neuronas dentro de la retina del ojo se comunican directamente con algunas neuronas del NSQ. En ratas, estas neuronas están ubicadas en la parte ventral del NSQ. Otras neuronas dentro del NSQ, que en la rata se encuentran en la parte dorsal, no reciben comunicación directa desde la retina y por lo tanto dependen de las neuronas ventrales para recibir información acerca de la luz”, afirma de la Iglesia. Y agrega: “El jet lag se produce, en parte, por una falta de sincronía entre la parte dorsal y ventral de ese reloj biológico frente a los cambios de horario”.
De Paris a Nueva York
Varios estudios del laboratorio del especialista citado y de colegas de otras partes del mundo, han establecido que las neuronas ventrales del NSQ son sincronizadas más rápidamente por la luz que las neuronas dorsales. “Las dorsales precisan varios días para entrar en sincronía con el ciclo de luz-oscuridad, o simplemente nunca lo hacen, como pasa cuando se mantienen a ratas en un ciclo artificialmente corto de 22 horas”, destaca el biólogo.
En un trabajo previo, de la Iglesia y sus colegas observaron que entre los ritmos que oscilaban con distinto período se encontraban los dos tipos principales de sueño, el sueño profundo y el sueño de movimiento ocular rápido (REM, del inglés “rapid eye movement”), “durante el cual soñamos.Esto nos sugirió que las distintas partes del NSQ, ventral y dorsal, podrían dar la hora independientemente a los centros del cerebro que producen el sueño profundo y a los que producen el sueño REM, como si se trataran de relojes diferentes que dan su propia hora a ritmos específicos”, cuenta el investigador. Precisamente el trabajo publicado en Current Biology demuestra eso.
De la Iglesia y sus colegas expusieron a un grupo de ratas a ciclos de 22 horas que producía una desincronización entre el sueño profundo y el sueño REM.
“Asimismo, sometimos a las ratas a una simulación de jet lag, es decir a un retraso abrupto de 6 horas en el ciclo de luz oscuridad, que es lo que experimentaría un persona que viaja de París a Nueva York. Este tipo de tratamiento lleva al NSQ ventral a sincronizarse inmediatamente, dentro del primer día, al nuevo ciclo de luz-oscuridad (el de Nueva York), mientras que el NSQ dorsal se queda en la hora de París y precisa de hasta 6 a 8 días para ponerse en hora con el nuevo ciclo”, describe el investigador.
Cuando los investigadores analizaron cómo se comportaban los distintos tipos de sueño en estos animales, confirmaron que mientras el sueño profundo se sincronizaba rápidamente a la nueva hora, el sueño REM precisaba entre 6 a 8 días para estar sincronizado a la nueva hora. “La consecuencia de las diferentes velocidades de sincronización es que estos animales muestran una secuencia de tipos de sueño (profundo y REM) que es anormal durante al menos 5 días”, explica el investigador.
Si bien hasta el momento se conocía la localización del reloj central de mamíferos y el hecho de que cuando las personas sufren jet lag los ritmos pierden su sincronía normal, el trabajo del investigador argentino demuestra que la razón por la que algunos ritmos pueden adaptarse rápidamente, y otros precisan más días luego del viaje, puede radicar en que distintos tipos de neuronas dentro del reloj presentan distinta capacidad de sincronización.
“Este conocimiento nos provee por primera vez un sustrato para intentar tratar los síntomas de jet lag. El objetivo sería intentar ‘re-comunicar’ a estos dos grupos neuronales, de modo que vuelvan a actuar sincrónicamente más rápidamente de lo que lo hacen naturalmente”, destaca el experto.