Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de la Plata, del Conicet, y de otras instituciones, estudió en trece provincias de la Argentina la distribución de parásitos y patógenos en las vinchucas que transmiten la enfermedad de Chagas. Los científicos proponen emplear hongos o virus para controlar la afección.
(04/12/09 – Agencia CyTA – Instituto Leloir). – Aunque es bien conocido que la vinchuca es el principal vector o transmisor del parásito del mal de Chagas, Tripanosoma cruzi, científicos argentinos confirmaron que el insecto también está infestado con otros microorganismos, como hongos y virus. Y algunos de ellos hasta podrían usarse para controlar la diseminación de la enfermedad que afecta a 12 millones de personas en el continente americano.
El equipo liderado por el doctor Gerardo Marti, investigador del Conicet y del Centro de Estudios Parasicológicos y de Vectores de la Universidad Nacional de La Plata (CEPAVE-CONICET- UNLP), recolectó y analizó vinchucas de trece provincias argentinas.
En Catamarca, Chaco, Córdoba, La Rioja, Mendoza, Salta, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán, los científicos encontraron en ejemplares adultos la presencia de al menos una especie de parásito o patógeno. En Neuquén, Misiones y San Juan, en cambio, no hallaron rastros de esos microorganismos.
Además del Trypanosoma cruzi, los organismos microbianos asociados que se encontraron en vinchucas fueron un protozoo (Blastocrithidia triatomae), tres hongos (Beauveria bastiana, Paecilomyces lilacinus y Fusarium oxysporum) y un virus (Triatoma virus), según publica la edición de agosto de la revista The Journal of Invertebrate Pathology.
“Hasta el momento se siguen realizando estudios en diferentes áreas de Argentina, pero no se han encontrado nuevos organismos asociados a las vinchucas”, señala Marti.
Triatoma virus, el único agente viral detectado en la investigación, apareció en un 10 al 20 por ciento de las vinchucas de ocho provincias: Chaco, Córdoba, La Rioja, Mendoza, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán. Pero entre esas provincias hay variaciones con respecto a los porcentajes de infestación, aclara Marti.
“El virus, que no enferma al ser humano y se transmite de insecto a insecto por medio de la materia fecal cuando se alimentan, afecta las células del intestino de las vinchucas, retrasa su crecimiento y aumenta su mortalidad”, explica Marti.
El doctor Marti y la doctora María G. Echeverría de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNLP e investigadora de Conicet, integran la “Red Iberoamericana para el estudio del control biológico con TrV de triatominos transmisores de Chagas” (RedTRV/ www.redtrv.org), que incluye investigaciones básicas para poder usar este virus como mecanismo de control biológico de los vectores del Chagas. La red está formada por científicos de trece países de Latinoamérica, España, Francia y Portugal.
En el grupo de trabajo del doctor Marti y la doctora Echeverria también participan, la licenciada María L. Susevich, el doctor Sebastián A. Pelizza, la licenciada Yamila Obed y Agustín Basalsobre de CEPAVE-Conicet-UNLP.
El hallazgo de potenciales enemigos naturales que induzcan la erradicación del vector más importante del Trypanosoma cruzi permitiría disminuir el número de personas que padecen de una enfermedad que generalmente pasa inadvertida durante su fase aguda pero que, en su etapa crónica, ocasiona serios daños cardiacos o digestivos que disminuyen en forma considerable la calidad de vida de las personas afectadas, señaló a la Agencia CYTA Karina Gómez, investigadora Asistente de CONICET, quien desarrolla su trabajo de investigación en el Laboratorio de la Enfermedad de Chagas, INGEBI-CONICET.
La importancia de estas investigaciones se debe a que las estrategias empleadas hasta el presente en el control de vinchucas se han basado casi exclusivamente en el uso de insecticidas químicos, indica Marti. Aunque estos métodos son generalmente eficaces en el corto plazo, el mal uso de estos productos causa numerosos inconvenientes, entre ellos, el desarrollo rápido de resistencia de los insectos a estos productos, su escasa selectividad y el deterioro del medio ambiente, precisa el investigador.
“En cambio, el empleo de enemigos naturales como bacterias, hongos o virus para el control de plagas o control biológico, puede ser eficiente en el mediano y largo plazo. En estos casos los vectores raramente desarrollan resistencia. Además, son altamente selectivos y seguros para el medio ambiente”, concluye Marti.
En el futuro, otras investigaciones deberán confirmar la inocuidad y el impacto sobre el ecosistema de cualquiera de los “biopesticidas” potencialmente utilizables.
Colectando vinchucas en un rancho de la zona endémica
Crédito: Gerardo Marti