Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences podría abrir paso al desarrollo de narices electrónicas al integrar receptores olfativos de tres especies de insectos. Por su alta sensibilidad se aplicaría al monitoreo de contaminantes en ambientes naturales e incluso para garantizar la calidad del aire en los hogares.
(14/02/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-.Algunas personas tienen mejor olfato que otras, unas incluso sorprenden por su habilidad para detectar olores que para otros son imperceptibles. Sin embargo, el olfato humano tiene sus límites. Por este motivo existe todo un campo de desarrollo científico que apunta a la creación de narices electrónicas que tengan múltiples aplicaciones. Algunas se conciben para detectar explosivos y otras para identificar compuestos tóxicos. También pueden servir para registrar alérgenos en alimentos e incluso como control de calidad en productos de la industria de los alimentos, entre muchas otras aplicaciones.
Un estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) describe un avance en este campo realizado por investigadores del Instituto de Ciencias Industriales de Tokio, Japón. Nobuo Misawa y sus colegas desarrollaron un detector de olores que incluye receptores del olfato extraídos de células de tres especies de insectos: Bombyx mori, Plutella xylostella y Drosophila melanogaster.
Los investigadores demostraron que dicho detector registra y diferencia moléculas de composición química muy similares entre sí. Asimismo destacan que ese dispositivo podría ser integrado en un sistema robótico ya que las células de dichos insectos serían capaces de generar señales eléctricas captadas e interpretadas por una computadora.
Las aplicaciones potenciales de ese detector serían empleadas en la industria de alimentos, en la vigilancia de contaminantes en ambientes naturales e incluso para garantizar la calidad del aire en los hogares, destaca la revista Biofutur sobre este desarrollo.
Los receptores del olfato extraídos de células de la especie de insectos Drosophila melanogaster podrían integrarse en la fabricación de narices electrónicas, afirman los autores del estudio.
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