Un estudio publicado en la revista Virus Research revela la alta presencia en perros de la Argentina de una nueva cepa de Parvovirus Canino que afecta principalmente a cachorros provocando una gastroenteritis severa. De acuerdo con los investigadores del Centro de Virología Animal, Instituto de Ciencia y Tecnología “Dr. Cesar Milstein”, las vacunas actuales no son completamente efectivas para esa cepa, que se denomina CPV2c.
(16/09/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. Un estudio publicado en la revista científica Virus Research advertiría sobre una alta presencia en la Argentina de una variante del Parvovirus canino que provoca una enfermedad en cachorros de hasta aproximadamente 6 meses de edad, causando gastroenteritis hemorrágica.
Los autores del estudio –del Centro de Virología Animal, Instituto de Ciencia y Tecnología “Dr. Cesar Milstein” del CONICET y de la Fundación de Estudios en Virología Animal- analizaron 79 muestras de heces de los cuales 55 estaban infectados con el virus.
“En el 91 por ciento de las muestras el virus detectado correspondió a la cepa CPV2c. El Parvovirus evoluciona continuamente; la primera cepa, descrita en la década de los años 70, se denominó CPV-2 (actualmente presente en las vacunas comerciales). Después aparecieron de manera cronológica las variantes CPV-2a y CPV-2b en la década del 80. La ultima variante (CPV-2c), descripta por primera vez en Italia en 2001, fue detectada en nuestro país, luego de un brote en Bahía Blanca en 2009, detectándose luego en el resto del país. Sin embargo, el análisis posterior de muestras demostró que esa variante ya había estado presente en Argentina, desde el 2003”, indicó a la Agencia CyTA la doctora Marina Gallo Calderón, investigadora de CONICET, quien realizó el estudio bajo la dirección del doctor José La Torre, director del Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein.
Para conocer las cepas de los virus presentes en las muestras, los científicos emplearon una técnica denominada “reacción en cadena de la polimerasa” o PCR que permite amplificar regiones del ADN del virus para visualizarlas en detalle, a fin de conocer a qué cepa pertenecen.
Cuadro atípico
La diferencia a nivel clínico entre la cepa CPV2c (identificada por los autores del estudio) y las otras variantes, es que puede producir un cuadro clínico atípico que incluye diarreas no sanguinolentas y que asemeja a una enfermedad hepática o renal. “Estas manifestaciones clínicas pueden llegar a confundir a los veterinarios clínicos, haciendo dificultoso su diagnostico”, subrayaron los investigadores. Y agregaron que el diagnostico molecular (PCR) resulta importante para descartar esta grave infección.
“La sintomatología atípica y el hecho de que la diferencia entre el CPV-2b y CPV-2c radica solamente en un aminoácido (una molécula orgánica), hacen muy dificultosa su identificación por los procedimientos clásicos. Resulta pues necesaria la aplicación de técnicas moleculares tales como PCR y secuenciación del ADN para su identificación”, destacó el doctor La Torre.
Asimismo los investigadores señalaron que las vacunas actuales no preparan al organismo de los perros para defenderse en forma efectiva de la cepa CPV2c.
“Se trata de una nueva variante de virus que puede incluso afectar también a cachorros que recibieron la vacuna convencional, y particularmente los que no completaron el esquema de vacunación recomendado (3-4 dosis iniciales, con revacunación anual)”, explicó la doctora Gallo Calderón.
En este sentido, La Torre afirmó que es recomendable producir nuevas vacunas que sean efectivas contra todas las cepas de parvovirus hasta ahora identificadas, incluyendo la cepa CPV2c. Y continuó: “Nuestro grupo esta embarcado con una empresa nacional en el desarrollo de vacunas actualizadas. Esto no es fácil porque las vacunas contra el Parvovirus están basadas en cepas atenuadas, es decir, son virus vivos modificados, que inmunizan pero no producen enfermedad clínica. Para desarrollar este tipo de vacunas, se necesitan muchos años. Por lo tanto, el único camino rápido es el desarrollo de vacunas recombinantes conteniendo las secuencias de aminoácidos correspondientes a las nuevas variantes. Sumado esto al desarrollo de nuevos adyuvantes y nuevos esquemas de vacunación destinados a generar niveles de protección apropiados en los animales vacunados.”
El tratamiento en los perros afectados por el parvovirus consiste en la rehidratación parenteral. “Se trata de suministrar electrolitos en forma intravenosa para reponer las perdidas debido a la diarrea severa y el suministro de antibióticos y prevenir infecciones secundarias”, explicó la doctora Gallo Calderón.
Debido a su extrema contagiosidad, los animales afectados deben aislarse, realizándose una exhaustiva desinfección del lugar, a fin de evitar la dispersión viral, en los sitios donde se concentra un mayor numero de animales, tales como veterinarias y criaderos, afirman los autores del estudio. Y aclaran que pese a que las vacunas no son completamente efectivas para la cepa CPV2c, es recomendable vacunar a los cachorros con los esquemas habituales de vacunación recomendados por los veterinarios clínicos.
Las vacunas son herramientas importantes, pero no suficientes, subraya la doctora Gallo Calderón. Y concluye: “Para prevenir la enfermedad, recomendamos realizar la vacunación en tiempo y forma, de acuerdo con lo recomendado por los protocolos internacionales. Asimismo es preciso realizar una limpieza y una desinfección de las áreas donde hubo animales infectados; no llevar a los animales a establecimientos en los cuales pudo haber infección; solicitar al veterinario que concurra al domicilio para efectuar la vacunación; y todas las medidas higiénico- sanitarias recomendadas por nuestros veterinarios o por las autoridades sanitarias como por ejemplo, la eliminación de materia fecal de la vía publica.”
Investigadores del Centro de Virología Animal, Instituto de Ciencia y Tecnología Dr. Cesar Milstein identificaron una alta presencia en la Argentina de una variante del Parvovirus canino que provoca una enfermedad que se manifiesta a través de una gastroenteritis hemorrágica en cachorros de hasta aproximadamente 6 meses de edad. Puede también desarrollarse en animales adultos.
Créditos: Gentileza de Leonardo Sganga