Dedicada a la investigación científica y a la formación de recursos humanos en Bioquímica y en Biología Celular y Molecular, la Fundación Instituto Leloir –originalmente llamada Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar- ha crecido en forma significativa desde su creación en 1947. Desde 2006, Inis Biotech actúa como unidad de vinculación tecnológica, e impulsa la creación de empresas, el licenciamiento de patentes y el desarrollo biotecnológico, a partir de los avances científicos logrados en los laboratorios del Instituto.
(23/12/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-. En una vieja y pequeña casa de Buenos Aires, en noviembre de 1947 comenzó la historia de la Fundación Instituto Leloir (FIL), una organización sin fines de lucro que originalmente se llamó “Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar (IIB-FC)”. En el día de la inauguración el entonces futuro Premio Nobel de Química (lo recibiría recién en 1970), el doctor Luis Federico Leloir, dijo: “….comienza sus actividades en un local pequeño y provisorio, pero esperamos que sean grandes su labor y su futuro”.
Poco más de seis décadas después, la FIL cuenta con 25 grupos de investigación -integradas por cerca de 200 científicos- que se dedican a la investigación en Biología Celular y Molecular en campos tan diversos como las neurociencias, el cáncer, la enfermedad de Alzheimer, la terapia génica, la adaptación a hipoxia, los relojes biológicos, el Dengue y la Brucelosis, entre otras líneas de investigación. Varios de los trabajos científicos generados en esos laboratorios son publicados en revistas científicas de alto impacto como Nature, Science, Proceedings of the National Academy of Sciences, Cell, Plant Cell, Annual Review of Biochemistry, Cancer Cell, Genes and Development, PLoS Biology y Cell Stem Cell, entre otras.
En los últimos años se crearon en la FIL unidades de apoyo a los laboratorios ya existentes que agregan conocimiento técnico y metodológico a las líneas de trabajo en curso. Se puso en marcha la unidad de Bioinformática donde se incorporaron dos nuevos grupos en las áreas de biología estructural y genómica y a fines del año pasado se inauguró un Servicio de Resonancia Magnética Nuclear Bioestructural con la inversión de más de un millón de dólares en equipos y laboratorio. Este equipo de alta tecnología no sólo permite visualizar la estructura tridimensional de proteínas, sino que también sirve para estudiar esas moléculas mientras ejercen su función.
Esta nueva tecnología tiene diferentes aplicaciones, entre ellas, una mejor comprensión de las bases moleculares de diferentes enfermedades y el diseño de fármacos. La inauguración es fruto de un esfuerzo público y privado de gran envergadura en el que participaron el Estado Nacional a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la Fundación Bunge y Born y el Instituto Leloir. Asimismo se creó recientemente un moderno Servicio de Imágenes, con varios microscopios confocales de última generación.
Estos progresos se ven acompañados con el crecimiento en la infraestructura edilicia, ya que la FIL inauguró este año un nuevo edificio (construido como el edificio principal con generosos aportes de una familia filantrópica y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva) aumentando el 40 por ciento la superficie de los laboratorios y las aulas del Instituto.
Vinculación tecnológica
Uno de los objetivos principales de la Fundación Instituto Leloir es producir ciencia de excelencia vinculada a la sociedad. “El instituto se dedica a la investigación y a la formación de recursos humanos en Bioquímica y en Biología Celular y Molecular. En este proceso nuestro propósito es transferir el conocimiento generado a la sociedad”, destaca el doctor Luis Ielpi, director de la Fundación Instituto Leloir y jefe del laboratorio de Genética Bacteriana de esa fundación. Y agrega: “Las líneas de investigación de la FIL se dedican a enfermedades infecciosas y vacunas, a enfermedades del sistema nervioso, a cáncer y a otras patologías. Asimismo hay varios grupos dedicados a la generación de conocimiento en el área de biología y genética de plantas. Estos proyectos producen conocimientos originales que pueden ser la base de desarrollos tecnológicos con capacidad de generar un impacto directo en el área agroindustrial y farmacéutico, en la medicina, y en la industria biotecnológica, entre otros campos.”
Para concretar esos objetivos de innovación científica y tecnológica, la Fundación Instituto Leloir celebró en 2006 un convenio de representación exclusiva con Inis Biotech, que actúa como unidad de vinculación tecnológica, e impulsa la creación de empresas, el licenciamiento de patentes y el desarrollo biotecnológico a partir de los avances científicos logrados en los laboratorios del Instituto. El objetivo es convertir los resultados de investigación en innovaciones útiles a la sociedad y paralelamente reinvertir lo obtenido en ese proceso en nuevas investigaciones, entre otros objetivos.
“En sus 5 años de existencia hemos alcanzado metas importantes, entre las que se cuentan la consecución de más de 5 acuerdos de asesoría científica con empresas farmacéuticas nacionales e internacionales y la gestión eficiente del portafolio de patentes de la FIL. Hasta 2006 existían sólo 2 patentes presentadas y gestionadas por FIL. A la fecha el portafolio de patentes de FIL incluye ocho patentes, cinco de las cuales se encuentran licenciadas y una en proceso de licenciamiento”, destaca la doctora en ciencias biológicas de la Universidad de Buenos Aires y master of business administration (MBA) de la Universidad de San Andrés, Mariana Berenstein, quien se desempeñó como Gerente General de Inis Biotech hasta noviembre de 2011. En la actualidad ocupa este cargo el doctor Santiago Sanguinetti.
Entre las invenciones protegidas mediante una patente se tienen una construcción genética capaz de censar especies reactivas del oxígeno (radicales libres) presentes en diferentes patologías como el cáncer y enfermedades autoinmunes, un vector oncolítico capaz de replicar y eliminar melanomas y tumores de ovario establecidos en ratones y un método para identificar genes envueltos en procesos neurodegenerativos.
Asimismo en su breve período de existencia Inis Biotech ha gestionado más de 15 acuerdos de servicio, colaboración e investigación con empresas locales y multinacionales, además de conformar seis Start Ups y dos más en formación. “Por otra parte, quisiera destacar otra iniciativa vinculada con la apertura del CeDeBio, centro de desarrollo e incubadora de emprendimientos Biotecnológicos. Actualmente se están incubando 3 proyectos de base Biotecnológica –Inmunova, Gentron y Genocan- y existen 2 proyectos más en desarrollo para su incorporación”, subraya Berenstein.
Inmunova surgió a partir de los desarrollos sobre proteínas e ingeniería de anticuerpos generados en el Laboratorio de Inmunología Molecular y Estructural de la FIL dirigido por el doctor Fernando Goldbaum. A pesar de su breve trayectoria, ya cuenta con un fuerte pipeline basado en desarrollos patentados y desarrolla una plataforma patentada para el diseño de vacunas.
Gentron es otro proyecto de vinculación genética de la Fundación Instituto Leloir. Es una empresa de biotecnología que realiza investigación básica y que entre otras técnicas emplea tecnología de última generación como microarrays o microarreglos de ADN para medir la actividad de miles de genes a la vez. “A pesar de las grandes sumas de dinero y esfuerzos realizados en el campo científico, el cáncer continúa siendo una enfermedad mortal. En Gentron sentimos la necesidad de cambiar de paradigma. Queremos abordar la enfermedad desde el principio. En este sentido creemos que nuestro blanco debe ser el Sistema Nervioso Central. A través del estudio de los cambios de la actividad genética a nivel del Sistema Nervioso Central, seremos capaces de detectar la aparición del cáncer antes del desarrollo de los síntomas clínicos”, señala el doctor Osvaldo Podhajcer, director de proyectos científicos de GENTRON y del laboratorio de Terapia Molecular y Celular de la FIL. Y agregó: “El objetivo es crear herramientas que permitan detectar en forma temprana distintos tipos de cáncer con el propósito de implementar terapias en forma oportuna. Basándonos en evidencia científica que surgió en diferentes estudios que hemos realizado en tres modelos de cáncer en animales de laboratorio (pulmón, colon y mama) hemos establecido que el cerebro ‘sensa’ la presencia de células tumorales en la periferia. A partir de este conocimiento, el objetivo es desarrollar kits de diagnóstico precoz que permitan identificar la presencia de masas tumorales en forma temprana para que la terapia sea más efectiva”, destaca el doctor Podhajcer.
Genocan (Genómica del Cáncer), nace a través de un proyecto financiado por la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), cuyo principal objetivo es la obtención de Microchips Biológicos desarrollados a través de tecnologías proteómicas y genómicas, para su uso en diagnóstico, pronóstico y conducta terapéutica en cáncer de mama humano.
Alianzas con el sector público y privado
Inis Biotech presta apoyo a la FIL e investigadores en la búsqueda de financiamiento público y privado para desarrollo de proyectos científicos, tecnológicos y empresariales y para mejoras de infraestructura física y tecnológica para actividades de transferencia. La participación en programas de transferencia o desarrollos para el sector productivo, ha logrado para la FIL, la concreción eficiente de más de 8 millones de pesos argentinos (cerca de 1.85 millones de dólares estadounidenses) que provienen de programas de financiamiento de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y la Fundación Argentina de Nanotecnología.
Otra de las tareas relevantes de Inis Biotech está vinculada con su pertenencia al consorcio público privado –Consorcio de Investigación en Células Madre- creado en el marco del Programa de Áreas estratégicas (PAE) del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica para realizar investigación de alto nivel en células madre con una estrategia de sinergia, intra e interinstitucional. En este consorcio, Inis Biotech es el responsable administrativo y de vinculación con el sector inversor-empresarial.
El sector público apoya a la vinculación tecnológica mediante políticas que fomentan la incorporación de la ciencia y la tecnología al desarrollo económico y social del país, afirma Berenstein. Y agrega: “De la misma manera, establece lineamientos con fondos e instrumentos de financiación que promueven las actividades científico-tecnológicas y los desarrollos innovadores. Es importante señalar que el sector publico con estas iniciativas, intenta crear una cultura basada en el conocimiento, que protege la propiedad intelectual, licencia las invenciones producidas y constituye empresas de base tecnológica, entre otras políticas, con el fin de hacer realidad la innovación productiva. En un contexto como el de nuestro país, en donde no existe aún suficiente capital de riesgo para invertir en proyectos innovadores, y un sector productivo con una masa crítica incipientemente creciente hacia el cambio tecnológico, es el sector público quien hoy apoya e invierte en mayor medida en el financiamiento de desarrollo de nuevas tecnologías, y se transforma en un socio prioritario.”
El sector privado (inversores y empresas productivas), es por su parte quien absorbe todo este esfuerzo realizado por las instituciones de ciencia y tecnología, asumiendo (o compartiendo con el público) el riesgo tecnológico y financiero de llevar un desarrollo, servicio o producto innovador al mercado. “Aunque este riesgo es en parte compartido por instituciones y sector público, la efectiva transferencia de la innovación a la sociedad depende de la voluntad de este sector de asociarse y buscar alternativas que aporten a mejoras sociales y rentabilidades del negocio”, resalta Berenstein quien a fines de año pasado recibió –así como también Inis Biotech- un premio de la sexta edición del Concurso Nacional de Innovaciones, INNOVAR, iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Berenstein ha sido premiada por su labor como vinculadora tecnológica, e Inis Biotech fue distinguido como centro de transferencia de tecnología.
“En resumen, la vinculación tecnológica es quien teje las alianzas entre los sectores y ayuda a establecer un dialogo común entre los interlocutores, es el medio por el que se busca establecer áreas prioritarias y de apoyo desde el sector público y atraer al sector privado y a las empresas para invertir en la ciencia desarrollada por las universidades y los institutos de investigación”, subraya la doctora Berenstein.
Por su parte el doctor Ielpi, director de la FIL, concluye: “El crecimiento de nuestro instituto ha sido posible gracias al esfuerzo de donantes privados y al impulso que ha recibido la ciencia del país en estos últimos años a través del apoyo del Estado, sobre todo a partir del año 2007, año en que fue creado el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. En pocos años hemos logrado varios avances relacionados con diferentes proyectos de vinculación tecnológica. Siguiendo esta línea apuntamos a generar en las próximas décadas un volumen significativo de innovaciones científicas que se conviertan en aplicaciones útiles para la sociedad.”
Recuadro
TESTIMONIOS SOBRE LA FUNDACIÓN INSTITUTO LELOIR
Además de estar bajo la dirección del doctor Luis Federico Leloir, Premio Nobel de Química de 1970, la Fundación Instituto Leloir (FIL) contó con el asesoramiento de dos otros premios Nobel de Medicina, los doctores Bernardo Houssay y César Milstein. Asimismo una gran cantidad de investigadores se han formado en sus laboratorios haciendo importanes aportes tanto a nivel nacional como mundial.
El doctor Alejandro C. Paladini, bioquímico y farmacéutico, fue el primer becario del doctor Luis Federico Leloir en 1947. Bajo su dirección y con un grupo de colegas descubrió una coenzima fundamental para la biosíntesis de azúcares, entre ellas el glucógeno y el almidón, fundamentales para los seres vivos, hallazgo que hizo merecedor a Leloir al premio Nobel.
En una entrevista que concedió a la Agencia CyTA, Paladini recuerda que “el primitivo Instituto era muy modesto y lleno de aparatos ingeniosos construidos en él. El uso de sillas de paja y de objetos comprados en una ferretería era muy común. Describo muchos de ellos en mi libro. El recurso más importante, sin embargo, era la dedicación total a nuestro trabajo y las intuiciones brillantes de Leloir.”
El doctor Israel Algranati, que cuenta con cerca de 50 años en la institución y realiza investigaciones científicas en el área de la biosíntesis de proteínas en microorganismos, recuerda que el trabajo de los primeros 6 a 8 años del grupo liderado por Leloir fue sumamente fructífero y sentó las bases para una sucesión de descubrimientos que llevaron al otorgamiento del Premio Nobel de Química a Leloir en el año 1970. “Entre estos hallazgos se aclaró la interconversión de azúcares que hoy se conoce en Bioquímica como “Camino de Leloir” y se demostró el rol de los nucleótido azúcares como dadores en la biosíntesis de di y polisacáridos. Estos nuevos conocimientos se lograron durante las décadas del 50 y 60 con el valioso aporte de jóvenes investigadores que se fueron integrando al grupo inicial”, recuerda el científico. Y agrega: “En esa época el Instituto estaba a la vanguardia del mundo en el campo de la Bioquímica de azúcares, lo que determinó que muchos investigadores de distintos países solicitaran lugar para pasar algún tiempo trabajando en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar (IIB-FC)”
La opinión pública recibió con sorpresa y satisfacción el otorgamiento del premio Nobel a Leloir en 1970, recuerda Algranati. Y continua: “Con sorpresa porque no era fácil imaginar que nuestro país contaba con científicos de tan alto nivel y porque la obtención del otro premio Nobel de Ciencia por el doctor Houssay más de 20 años antes había sido mayormente ignorada por la prensa y el gobierno por motivos políticos. En 1970 muchos grupos de la sociedad se mostraron preocupados en mejorar las inadecuadas condiciones en que trabajaba el grupo de Leloir , y lograron un tibio interés de las autoridades y mayor disposición de la prensa y la sociedad en apoyar una campaña para obtener fondos para la construcción de un nuevo edificio en Parque Centenario (lugar actual).”
Respecto de la evolución de la FIL, Paladini -que se desempeña como profesor titular de Química Biológica de la Universidad de Buenos Aires y Director del Instituto de Química y Fisicoquímica Biológicas (IQUIFIB) en la Facultad de Farmacia y Bioquímica-Conicet- afirma que la evolución de la FIL se ve reflejada a través de varios hechos. “Se han incorporado muchos becarios nuevos que cultivan líneas de investigación modernas. Por otra parte, la gestión propia del Instituto le ha provisto de medios para recuperar e incorporar investigadores exiliados. Esta gestión es única en el país y está activamente en marcha”, afirmó Paladini.Y agregó: “Asimismo el edificio del Instituto ha crecido, en espacio e instrumental, para cumplir sus nuevas funciones. Cabe también destacar que el Instituto lleva adelante una activa difusión de la ciencia biológica en su entorno”.
Por su parte el doctor Alberto R. Kornblihtt, del Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular IFIBYNE-CONICET, se refiere a la FIL “como una de las instituciones señeras de la ciencia argentina que mantiene tradiciones de excelencia sembradas por su fundador, el premio Nóbel Luis Federico Leloir. Ha sido un semillero de científicos para el país, que por fortuna hoy cuenta con numerosos centros de investigación de excelencia tanto en el área metropolitana de Buenos Aires como en el interior. Estos centros donde se investiga en bioquímica y biología molecular son en gran medida herederos de la escuela fundada por Leloir en la antiguamente llamada IIB-FC.”
El mismo Kornblihtt hizo su tesis doctoral en el IIBFC (hoy FIL) bajo la dirección del doctor Héctor Torres entre 1977 y 1980. “Desde el punto de vista académico me sentía estando en la meca de la ciencia argentina con proyecciones internacionales. Se investigaba en un ambiente de mucha mística, avidez por el conocimiento, entusiasmo y debate riguroso sobre el diseño e interpretación de experimentos”, recuerda el científico. Y agrega: “Al mismo tiempo, la vida cotidiana en el instituto tenía un estilo bohemio y desacartonado donde las discusiones en los pasillos y en los seminarios todos los mediodías eran efervescentes y nos ayudaban a estar en contacto con los hallazgos científicos generados en el extranjero en épocas sin fax, sin internet y sin e-mail. Disfruté intensamente mi formación allí y guardo un cariño muy especial por este lugar que aún siento mi casa. Por otro lado, eran los años de la dictadura militar más sangrienta que tuvo la Argentina y sin duda el IIB-FC, gracias a la actitud no discriminatoria de Leloir y de los otros profesores, era un refugio intelectual y físico para muchos jóvenes investigadores que éramos blanco potencial de persecución.”
Celebración del 60º Aniversario de la Fundación Instituto Leloir, en noviembre de 2007
El doctor Luis Federico Leloir obtuvo el Premio Nobel de Química de 1970 por su investigación sobre la transformación de los azúcares en el organismo. Este hallazgo permitió avanzar en el estudio de la galactosemia (una enfermedad congénita relacionada con una dificultad de descomponer y utilizar la galactosa) y de otros procesos biológicos.