Luego de analizar un siglo de datos, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet detectaron una relación significativa: una coincidencia entre los ciclos de siete a nueve años que rigen tanto el movimiento del astro como la modificación del caudal.
(19/12/11 – Agencia CyTA-Instituto Leloir/Comunicación científica UNL. Por Priscila Fernández)-. Entre el Sol y el río Paraná hay más de 149 millones de kilómetros y aún así, al parecer, existe un vínculo entre los ciclos que los dominan. Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet pudieron encontrar evidencia empírica de una relación significativa entre ambos.
El trabajo consistió en el análisis de más de un siglo de datos a partir del cual lograron evidenciar que tanto el movimiento del Sol como las modificaciones del caudal del Paraná están dominados por ciclos de entre siete y nueve años.
“Este trabajo muestra evidencia empírica de una relación, pero mostrar que existe una relación no es explicar el porqué”, destacó el doctor Andrés Antico, docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH – UNL), becario del Conicet y uno de los autores del trabajo recientemente publicado en Geophysical Research Letters.
De esta forma se suman nuevas piezas para tratar de entender el funcionamiento del clima. Actualmente existe una situación paradójica ya que si bien se sabe que el Sol es el combustible que alimenta la maquinaria climática, no se conoce cómo responde el clima terrestre a sus cambios.
El trabajo
Para buscar evidencias que ayuden a entender cómo es la relación entre el Sol y el clima, los investigadores rastrearon el comportamiento del sexto río más importante del mundo y protagonista indiscutido de los paisajes litoraleños: el Paraná. Para ello trabajaron sobre los valores del caudal (una medida del volumen de agua que pasa en un determinado tiempo) registrados a la altura de la ciudad de Corrientes desde el año 1904. “Ese dato, medido allí, refleja la precipitación caída en gran parte de la cuenca”, destacó la doctora Daniela Kröhling, docente e investigadora de la UNL y el Conicet, y co-autora del trabajo.
Al ordenar los datos en una gráfica se hace evidente a simple vista que hay un ciclo de siete a nueve años que domina la variabilidad.
Paralelamente, los investigadores observaron una variable que describe el movimiento del Sol en torno al centro del sistema solar. “A diferencia de lo que uno supone, el Sol no está quieto sino que gira constantemente alrededor de ese centro”, explicó Antico.
La trayectoria que dibuja el astro al girar es compleja, “mucho más complicado que el de los planetas que se mueven en una elipse”, puntualizó.
Al comparar ambas series de datos, se volvió evidente que tanto el movimiento del Sol como las modificaciones en el caudal del Paraná están dominados por períodos que oscilan entre los siete y nueve años, y que los ciclos del Paraná tienden a seguir el movimiento solar.
Lo que no se sabe
Según se ocupó de aclarar Antico, el encontrar una relación, “ver que cuando algo cambia otra cosa también lo hace”, no significa necesariamente que haya un mecanismo que vincula a ambos. Lo que se encontró es una relación significativa que sugiere la existencia de un mecanismo. “Es un puntapié inicial que sirve para generar más preguntas e hipótesis”, reflexionó.
Otra característica que destaca el trabajo de los argentinos es el aporte de datos desde América del Sur, ya que los estudios previos en la misma línea se basaron mayormente en datos del Hemisferio Norte.
El Sol sigue siendo un misterio para los investigadores, pero no es el único factor externo que afecta al clima. Por ejemplo, existen hipótesis sobre un posible efecto de los rayos cósmicos sobre el clima.
En escalas de tiempo más largas -de decenas de miles de años a millones de años- hay otros condicionantes tales como son las modificaciones en las órbita de la Tierra alrededor del Sol. “Existen tres movimientos que ocurren de manera simultánea y eso también se cree que tiene un impacto en el clima”, explicó Antico.
En esas escalas de tiempo es la geología la que muestra esos ciclos más largos. “En el registro geológico, las rocas y los sedimentos con edades de cientos de miles de años, se interpretan secuencias que fueron generadas en periodos glaciales e interglaciales, a fin de reconstruir la historia climática de la Tierra”, analizó Kröhling.
El estudio de los doctores Daniela Kröhling (izq.) y Andrés Antico vincula la actividad del Sol con las variaciones en el río Paraná.
Créditos: Comunicación científica UNL