El reciente hallazgo en Río Negro de “Bicentenaria argentina”, un dinosaurio emplumado de 2,5 a 3 metros de longitud, sugiere que los antepasados de las aves fueron “achicándose”, aunque todavía se ignoran las razones evolutivas.
(20/07/2012 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. Los antepasados más primitivos de las aves llegaron a tener cerca de 10 metros de longitud, pero fueron achicándose. El reciente hallazgo de Bicentenaria argentina, un dinosaurio terópodo emplumado cuyos ejemplares adultos medían 2,5 a 3 metros, refuerza esta hipótesis.
“El descubrimiento fortalece la idea de que los primeros celurosaurios (antepasados de las aves) redujeron su tamaño corporal con respecto al de sus antepasados más primitivos, los alosaurios y megalosaurios”, destacó a la Agencia CyTA el líder del equipo de paleontólogos, Fernando Novas, investigador del CONICET y jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN).
El Bicentenaria es un representante primitivo de los terópodos celurosaurios, linaje que agrupa a formas famosas como el Tyrannosaurus, Oviraptor, Velociraptor y a las propias aves.
“Bicentenaria y otros celurosaurios cercanamente emparentados, como los compsognátidos, tuvieron un rango de tamaño comprendido entre el de una gallina y el de un avestruz”, señaló Novas.
En cambio, los alosaurios, megalosaurios, ceratosaurios y otros terópodos más primitivos fueron mucho mayores: sus rangos de tamaño iban desde los seis a los diez metros de longitud, agregó el paleontólogo.
Todavía se ignora por qué los primeros celurosaurios redujeron su tamaño corporal. “Debemos suponer que esta tendencia vino acompañada por ventajas adaptativas, algunas de las cuales podrían haber sido la de ocupar un nicho ecológico no explotado por los terópodos gigantes que hacían ‘caza mayor’”, señaló el investigador del CONICET. Es decir, los celurosaurios se habrían especializado en depredar sobre presas más chicas que pasarían inadvertidas ante los enormes alosaurios y megalosaurios.
La reducción del tamaño corporal dentro del linaje de los celurosaurios, explicó Novas, ocurrió de un modo escalonado: un primer escalón de achicamiento ocurrido en el linaje del Bicentenaria y de otros celurosaurios primitivos, y otro segundo escalón, de disminución mucho más marcada, que involucró a los más cercanos antepasados de las aves. “Podemos argumentar que esa reducción del tamaño y aligeramiento del peso corporal habría ayudado, y mucho, a que las aves pudieran levantar vuelo”, puntualizó.
Descubrimientos efectuados en la provincia de Liaoning, China, demuestran con claridad que los dinosaurios celurosaurios, como Bicentenaria, tuvieron su cuerpo cubierto de plumas. Ese plumaje ayudaba a regular la temperatura corporal, aunque eran incapaces de levantar vuelo. Novas precisó que fueron ejemplares más avanzados, incluyendo a las aves y sus más cercanos parientes, los que transformaron los brazos en alas.
Los fósiles originales del Bicentenaria argentina forman parte de las colecciones del Museo Carlos Ameghino, de Cipoletti, en la provincia de Río Negro. El nombre elegido para la especie conmemora tanto los dos siglos de independencia argentina como los de la creación del MACN, dependiente del CONICET.
Representación artística de los dinosaurios Bicentenaria argentina.
Créditos: Gabriel Lio
Los adultos de Bicentenaria argentina habrían tenido entre 2.5 y 3 metros de largo.
Créditos: CONICET Fotografía