A 30 años de su muerte, un libro rescata la actualidad de sus propuestas para el diseño e implementación de políticas autónomas de ciencia y tecnología. “Muchas de sus ideas parecen escritas ayer”, señaló el director de la obra, el físico Diego Hurtado de Mendoza.
(01/12/2014 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Sobrino del escritor, ideólogo del desarrollo tecnológico autónomo argentino, uno de los primeros directivos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y autor del famoso “triángulo” que propicia la interacción necesaria entre el Estado, las universidades y las empresas, Jorge Alberto Sabato falleció en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1983. Treinta años más tarde, su pensamiento sigue vigente y muchas de sus ideas “parecen escritas ayer”, aseguró el doctor en física Diego Hurtado de Mendoza, profesor titular en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y miembro del Directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear, quien dirigió una flamante compilación de su obra (“Estado, política y gestión de la tecnología”, de UNSAM Edita).
“A mi juicio, Sabato fue quien comprendió con mayor precisión los límites y las potencialidades de una política tecnológica para un país como la Argentina”, dijo Hurtado en una entrevista con la Agencia CyTA.
¿Por qué decidieron publicar este libro con obras escogidas de Jorge A. Sabato?
En la segunda mitad de la década de 1960 comenzaron a aparecer en América latina un conjunto de actores vinculados de diferentes maneras a la investigación científica y el desarrollo tecnológico, quienes se propusieron comprender las causas que condenaban estas actividades a la inocuidad y a la desconexión de las realidades socioeconómicas de los países de la región. En muchos sentidos influenciados por el pensamiento económico estructuralista y la teoría de la dependencia que maduraba en la región en el mismo período, pensadores como Sabato, Oscar Varsavsky y Amílcar Herrera en la Argentina, Helio Jaguaribe en Brasil, Máximo Halty Carrere en Uruguay y Marcel Roche en Venezuela, entre otros, integraban este grupo. No se trataba de una escuela que se hubiera propuesto construir una perspectiva teórica, sino de algo más bien espontáneo, heterogéneo, que respondía a la percepción de la complejidad de los obstáculos que enfrentaban nuestros países en su intento por industrializarse y modernizar sus economías. El tema es que este pensamiento terminó siendo barrido de la región por la operación neoliberal que trajeron las dictaduras.
Usted y los editores se refieren a la actualidad del pensamiento de Sabato.
Así es. Cuando en 2003 se comienza a dejar atrás esta matriz y se recupera finalmente un proyecto de país industrial y verdaderamente democrático, los escritos de este conjunto de pensadores recuperan su vigencia y se hizo imprescindible reeditar sus obras. El caso de los escritos de Sabato es particularmente importante, porque es, a mi juicio, quien comprendió con mayor precisión los límites y las potencialidades de una política tecnológica para un país como la Argentina y quien de hecho jugó un lugar clave en una institución como la CNEA, que encarnó una política tecnológica exitosa en los años ‘60, en un contexto político y económico de altísima inestabilidad.
¿Cuál es la estructura del libro que ahora se publica?
El libro presenta una selección cronológica de los escritos de Sabato con la intención de mostrar la evolución de su pensamiento: desde un joven experto en metalurgia que promueve una ideología industrialista a fines de los años ‘50, que se preocupa por generar mecanismos de transferencia de tecnología hacia las pequeñas y medianas empresas nacionales, hasta el pensador maduro que reflexiona sobre las políticas tecnológicas para los países de la región. Y que a su conocimiento del terreno como practicante incorpora pensamiento político y económico, que estudia los procesos de incorporación de tecnología en los países centrales y que, a fines de la década del ‘70, produce una perspectiva que lo termina ubicando como referente regional. De paso, el libro intenta mostrar la complejidad, riqueza y profundidad del pensamiento de Sabato y, por lo tanto, pretende funcionar como antídoto a las simplificaciones inevitables de una obra que vuelve a tener amplia circulación.
¿Qué proyectos y realidades actuales son producto del trabajo de Sabato?
Muchas ideas sabatianas, parecen escritas ayer, especialmente aquellas que se proponen explicar cómo lidiar con los procesos de importación de tecnología: cómo contrarrestar las asimetrías entre las multinacionales vendedoras y los Estados compradores que cuentan con escasa información y poca experiencia en los procesos de compra de tecnologías capital-intensivas; cómo avanzar contra los hábitos empresariales históricos de aversión al riesgo y atraso técnico a partir de decisiones estratégicas que debe impulsar el Estado; o cómo contrarrestar cierta concepción anacrónica de la ciencia que asumen algunos sectores de la comunidad científica argentina y su desconexión de su realidad socioeconómica.
¿En qué medida la inclinación al periodismo de Sabato explica la eficacia de sus escritos?
Mucho. La mejor manifestación de que hay un “estilo” en sus escritos de madurez es la serie de artículos que publicó en la revista Humor durante los últimos años en las postrimerías de la última dictadura, donde incluso se podría decir que Sabato se presenta con características de personaje que aborrece las formalidades y la solemnidad de una sociedad de valores militarizados, hipócritas y pacatos, que confunde uniforme o corbata con meritocracia. Un personaje que también, cada tanto, deja caer alguna expresión de menosprecio hacia la academia, aunque nunca descuida el rigor de sus argumentos. No es un rasgo ornamental, sino que tiene sus raíces en el convencimiento de que la creatividad y la libertad de pensamiento son enemigas de las relaciones de poder y de sus símbolos. Parte de la atracción de su prosa, que siempre se esfuerza por ser didáctica, radica en que la claridad de ideas y argumentos no interfiere con su originalidad y grado de elaboración.
El pensamiento de Jorge Sabato sigue siendo actual para comprender los límites y las potencialidades de una política tecnológica para un país como la Argentina.