Este fue el tema de debate en la mesa redonda con la que se celebraron los 30 años de vida del Centro de Divulgación Científica y Técnica (CyT) del Instituto Leloir, fundado por el doctor Enrique Belocopitow. Participaron destacados periodistas científicos, funcionarios e investigadores.
(07/09/2015 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Tres décadas atrás, la presencia de los temas científicos en la prensa argentina era escasa y las pocas noticias que aparecían estaban referidas a investigaciones en el hemisferio norte, a partir de despachos de agencias internacionales.
“Los periodistas que ofrecíamos notas sobre temas científicos a los diarios éramos, podría decirse, unas rarezas”, afirmó la periodista científica Nora Bar, del diario La Nación, en la mesa redonda organizada para celebrar los 30 años de historia del Centro de Divulgación Científica y Técnica (CyT) del Instituto Leloir (FIL).
El fundador del CyT, Enrique Belocopitow, “Belo” para sus conocidos, fue uno de quienes advirtió la importancia y la necesidad de transformar ese escenario, según coincidieron en la reunión otros expositores, funcionarios, periodistas, científicos y divulgadores.
La iniciativa de Belocopitow “fue una acción caudillesca y solitaria, pero que resultó tan exitosa que luego se abrieron más centros de divulgación en la UBA y otros institutos”, evocó por su parte Diego Golombek, investigador del Conicet en la Universidad Nacional de Quilmes, periodista científico y director de la colección Ciencia que Ladra (Siglo XXI Editores).
La doctora Vera Brudny, coordinadora del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, calificó el aporte de Belocopitow a la comunicación de la ciencia como “enorme y valiente”. El hecho de que exista el programa que dirige, añadió Brudny, “es simplemente otra consecuencia de su obra”.
Doctor en química y discípulo del premio Nobel Luis Federico Leloir, Belocopitow realizó investigación básica durante décadas hasta que promediando la década del ’80 decidió encarar otro “experimento”, según subrayó el doctor Israel Algranatti, investigador emérito de la FIL: formar recursos humanos especializados en la comunicación de la ciencia. Entre becarios y alumnos de los cursos-talleres, desde entonces se capacitaron casi 1.200 profesionales.
En su participación, Bar reconoció esa iniciativa pionera de Belocopitow y enumeró otros cambios registrados en los últimos 30 años. Por ejemplo, dijo, existe mayor apertura de los científicos a los medios. “Antes miraban con malos ojos cuando un colega salía en la prensa”, afirmó.
Asimismo, destacó que hoy los periodistas científicos son “más escépticos” y no reciben las palabras del investigador como si se tratara de un oráculo o un mago: “están más atentos, son más rigurosos, exigen al científico que pruebe cada una de sus afirmaciones y luego comparan sus argumentos con el punto de vista de otros colegas”.
El periodista capaz de manejar y adaptar el discurso de los especialistas para la comprensión de una audiencia más vasta resulta particularmente necesario a medida que las ciencias se complejizan. Otro de los panelistas, el doctor en economía Juan Carlos De Pablo, ex docente invitado en varias cohortes de los cursos del CyT, destacó en esa línea que “hoy es muy difícil que un economista pueda entender lo que hacen los colegas, a diferencia de los libros que hacían (Thomas) Malthus o (David) Ricardo unos siglos atrás”.
Hoy hay más periodistas científicos, dijo Golombek, “y en gran parte eso se debe a Belocopitow. Sin embargo, hoy vemos que no existen cursos regulares de la especialidad en las facultades de comunicación del país”, añadió. Por su parte, Bar lamentó que en los noticieros de TV aparezcan astrólogos y no, todavía, periodistas científicos que presenten las noticias de ciencia cada día.
El espacio que no ocupan los periodistas científicos puede propiciar la difusión de informaciones poco serias y deformadas, coincidió Alberto Díaz, ex director de la Licenciatura en Biotecnología de la UNQ y del Centro de Biotecnología Industrial del INTI. “Todavía aparecen personas que se presentan como divulgadores que dan noticias poco rigurosas con un carácter más bien mágico, como ‘remedios naturales’ que prometen agrandar el cromosoma para frenar el envejecimiento”, agregó el autor de libros de divulgación.
El desafío de captar la atención de las audiencias se potencia frente a la “generación del pick and click”, que salta en internet de un tema a otro como si hiciera zapping, alertó en tanto Leandro Martínez Tosar, doctor en biología, ex becario de la FIL, investigador del Conicet en la UBA y profesor en la UADE. Frente a esto, instó a profundizar en la búsqueda de nuevos formatos de comunicación que no banalicen los temas científicos.
Los participantes y el moderador de la mesa redonda con la que se celebraron los 30 años de vida del Centro de Divulgación Científica y Técnica (CyT) del Instituto Leloir (FIL): el doctor en economía Juan Carlos De Pablo; Diego Golombek, investigador del Conicet en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), periodista científico y director de la colección Ciencia que Ladra (Siglo XXI Editores); la periodista científica Nora Bar, del diario La Nación; Matías Loewy, editor de la Agencia de Noticias Científicas del Instituto Leloir, docente a cargo del Curso-Taller de Introducción al periodismo Científico del Instituto Leloir y ex vicepresidente de la Red Argentina de Periodismo Científico; Alberto Díaz, ex director de la Licenciatura en Biotecnología de la UNQ y del Centro de Biotecnología Industrial del INTI, y Leandro Martínez Tosar, doctor en biología, ex becario de la FIL, investigador del Conicet en la UBA y profesor en la UADE.
La doctora Vera Brudny, coordinadora del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, participó en el evento por el 30° aniversario del Centro de Divulgación Científica y Tecnológica del Instituto Leloir.