La doctora Graciela Gutman, del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) del CONICET, describe las promesas y las realidades de la aplicación de proteínas catalizadoras en la industria. Y explica por qué el precio del petróleo conspira contra su mayor expansión.
(02/09/2015 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-.La aplicación de las enzimas en la industria parece tener un futuro luminoso: la incorporación en los procesos de estas proteínas catalizadoras permite ahorrar energía, mejorar la calidad y limitar la contaminación ambiental. Según la consultora BCC Research, el mercado global de estos productos biológicos, de origen animal o vegetal, crece a un ritmo del 8 por ciento anual y va a mover US$ 7,1 mil millones para 2018. Sin embargo, la doctora en economía Graciela Gutman, investigadora del CONICET en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), en Buenos Aires, atempera el entusiasmo, muestra la concentración del sector en manos de unas pocas transnacionales e identifica en diálogo con la Agencia CyTA otras barreras para su expansión. “Las tecnologías enzimáticas están llamadas a hacer aportes de gran impacto en la industria, aunque algunas de sus aplicaciones son, por el momento, potenciales”, reflexiona la coordinadora del Área de Economía Industrial y de la Innovación del CEUR.
¿Qué oportunidades abre la ciencia en el campo de las enzimas?
Hay muchos avances científicos de base para el desarrollo de tecnologías que posibiliten ahorrar energía en procesos productivos, mejorando, por ejemplo, la calidad y la seguridad de los alimentos o medicamentos. También presentan muchos beneficios relacionados con la conservación del medio ambiente.
¿Cuáles son las dos áreas principales en las que impactan las tecnologías basadas en el uso de enzimas?
Los avances en la ingeniería genética y en la ingeniera metabólica dieron nuevos impulsos a la producción industrial de enzimas, sobre todo destinadas a dos campos: la producción de energía a partir de recursos renovables (biomasa) y el reemplazo de métodos convencionales de producción. Esto implica una reducción de la demanda de combustibles fósiles y ciertos agentes químicos.
En los últimos años, varios grupos científicos argentinos han identificado enzimas con potencial aplicación industrial. ¿Qué tan difícil es transformar ese hallazgo de laboratorio en una empresa de base tecnológica?
En realidad, los desarrollos de las nuevas tecnologías en la producción de enzimas han estado impulsados desde el inicio por grandes transnacionales provenientes de la química o de los agronegocios, como Genencor (Danisco /Dupont), Novozymes, DuPont, Cargill, ADM, Basf y Degussa. Existen fuertes barreras a la entrada en estos mercados, debidas a las escalas y las fuertes inversiones en investigación, desarrollo y plantas necesarias para alcanzar costos competitivos.
¿Cómo influye sobre el sector la baja en el precio del petróleo?
Mucho, porque las nuevas tecnologías compiten vis a vis con los costos de las tecnologías tradicionales que pretenden sustituir, asociados tanto a la evolución relativa de los precios del petróleo y de las commodities agrícolas como a las elevadas inversiones y altos riesgos de las nuevas producciones. Otra barrera para su expansión es la competencia por el uso de la biomasa entre sus aplicaciones alimentarias e industriales. Se puede decir, entonces, que las tecnologías enzimáticas están llamadas a hacer aportes de gran impacto en la reestructuración de procesos productivos y en la conservación del medio ambiente, aunque algunas de sus aplicaciones sean, por el momento, potenciales.
La doctora en economía Graciela Gutman, investigadora del CONICET en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), en Buenos Aires.