En experimentos con ratones, científicos de Estados Unidos identificaron el eslabón inmunitario que vincula las infecciones maternas y el trastorno del neurodesarrollo en sus hijos. El hallazgo permitiría desarrollar, en el futuro, un tratamiento preventivo en madres susceptibles.

(29/01/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir.Por Matías Loewy)-. En 2010, un estudio en Dinamarca comprobó que aquellas mujeres que sufren alguna infección viral severa que requiere internación durante el primer o segundo trimestre del embarazo, incrementan hasta tres veces el riesgo de autismo en sus hijos. Ahora, un estudio en ratones realizado en Estados Unidos identificó el eslabón entre ambas condiciones, lo cual podría inspirar, en el futuro, un tratamiento preventivo específico en madres vulnerables.

Según publicó ayer la revista “Science”, el mediador en cuestión es IL-17a: una interleucina o proteína que amplifica la respuesta inmune. IL-17 aumenta en casos de inflamación en la madre (como los provocados por influenza o gastroenteritis) y aparenta interferir con el desarrollo del cerebro en el hijo. Más importante aún: bloquear esa señal permitió restablecer el funcionamiento y la estructura cerebral normal en la progenie.

“Todavía no sabemos cuánto de esto puede traducirse en nuevos tratamientos para pacientes”, advirtió la primera autora del estudio, la doctora Gloria Choi, del Instituto McGovern de Investigaciones Cerebrales del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). De todos modos, los científicos son optimistas y ya aplicaron a una patente para usar este enfoque preventivo en medicina humana (aunque, en el mejor de los casos, recién podría llegar a la clínica en una década o más).

La identificación de una molécula en particular, IL-17, como responsable de alterar el comportamiento de los ratones, “plantea la posibilidad de desarrollar estrategias farmacológicas a futuro más específicas que la modulación general del sistema inmunológico”, señaló por su parte la doctora Amaicha Depino, investigadora del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE) que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA.

Los científicos inyectaron a roedores preñados con cierta sustancia (“poliI:C”) que simula una infección viral y estimula la respuesta inmunitaria. Y comprobaron que aquellos ratones expuestos en el útero a niveles elevados de IL-17 mostraban algunos rasgos de conducta que son equiparables, en humanos, a la de los autistas. Por ejemplo, no diferenciaban entre ratones vivos y juguetes, se comunicaban de manera anormal con sus madres y adoptaban ciertos comportamientos compulsivos y repetitivos, como enterrar objetos que encontraban en la jaula.

Asimismo, los investigadores constataron que la exposición a IL-17 produjo una desorganización de la corteza cerebral, aunque no está comprobado que esa alteración sea la que cause los cambios de conducta.

En todos los casos, los efectos pudieron ser revertidos tratando a las madres con anticuerpos contra IL-17 o bloqueando cierto receptor (ROR gamma t) que activa su producción.

Para otro de los investigadores, el doctor Jun Huh, profesor de medicina en la Universidad de Massachusetts y esposo de Choi, el próximo paso sería medir los valores de IL-17 en mujeres embarazadas, incluyendo aquellas con alguna enfermedad autoinmune o infección viral durante la etapa de gestación. Y luego correlacionar esos datos con el diagnóstico de algún trastorno del espectro autista en sus hijos. Eso implicaría seguir a miles de mujeres y su descendencia durante varios años.

Depino, quien también es docente del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de la FCEN, enfatizó la necesidad de resolver cuestiones sin dilucidar. Entre otras, ¿qué es lo que vuelve a algunos niños susceptibles a ser afectados por una infección prenatal? ¿Existen mecanismos de resiliencia? ¿Qué características particulares tienen el sistema inmunológico de la madre y del niño autista? ¿Cuáles son los efectos relevantes sobre el cerebro que resultan en los cambios en la conducta? “El nuevo estudio ilumina sobre un mecanismo”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir, “pero todavía quedan abiertas muchas preguntas acerca del rol de las infecciones prenatales en el desarrollo del síndrome del espectro autista”.

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La primera autora del estudio, la doctora Gloria Choi, del Instituto McGovern de Investigaciones Cerebrales del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).