A 50 años de la brutal intervención en distintas facultades de la UBA, el investigador Pablo Penchaszadeh recuerda la que considera “una de las escisiones más desgarradoras de nuestras vidas”. “Las presentes y venideras generaciones deben saber que no les dimos lo mejor de nosotros no porque no hayamos querido, sino porque ni nosotros ni ellos tuvimos la oportunidad de conocernos”, dice.
(28/07/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. El biólogo marino Pablo Penchaszadeh era estudiante de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA cuando, hace 50 años, el 29 de julio de 1966, ocurrió la brutal intervención de la dictadura de Juan Carlos Onganía. La llamada Noche de los Bastones Largos produjo la renuncia de más de 400 docentes de la FCEN y puso fin a una “época de oro” de esa casa de estudios, cuyo decano, Rolando García, había sido impulsor de la creación del CONICET y de la Ciudad Universitaria.
“Ese hecho significó una de las escisiones más desgarradoras de nuestras vidas”, cuenta Penchaszadeh, quien debió exiliarse en varios países. Actualmente es investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (MACN) y acaba de compilar el libro “Exactas Exiliada” (Eudeba). Aquel episodio originó lo que él define como un “agujero negro generacional” en la facultad, que la democracia no pudo restaurar del todo y cuyas huellas todavía son visibles. Extracto de la entrevista con Agencia CyTA-Leloir.
¿Qué lo motivo a armar el libro “Exactas Exiliada”?
Como digo en el prólogo, esta publicación trata de rescatar para las generaciones venideras de Exactas la forma de vida en la Facultad en los años previos a la “Noche de los Bastones Largos”. Nos propusimos abrir el juego de ideas, las vivencias y las opiniones. La intervención de la dictadura de Onganía provocó el exilio de cientos de profesores y estudiantes, que con tremenda y desconocida templanza continuaron su vocación científica reinventándose a sí mismos. El mayoritario exilio fue interno, en el propio país, pero fuera de Exactas. Los que se fueron lo hicieron a una gran lista de países, sobre todo a Uruguay, Brasil, Venezuela y México. Esto significó el tremendo vaciamiento de la universidad en términos de calidad científica.
¿Por qué se llamó “época de oro” al período previo?
Los estudiantes no nos dábamos cuenta de que estábamos en un ámbito de excelencia, estímulo y de propuesta docente-investigativa novedosa y original. Pero, como dicen en Venezuela, “la intención se mide por el resultado”. Y el resultado ha sido que la generación producto de esos “años dorados” descolló en todos los lugares donde le tocó trabajar. Se pudo adaptar y reinventar de mil maneras, pudiendo, en muchísimos casos, continuar creando conocimiento y transmitirlo con la misma mística con que fue formada en Exactas.
¿Cómo fue el retorno al país de esta generación de científicos exiliados a partir del regreso de la democracia en 1983?
Su reincorporación a la FCEN, en la mayoría de los casos, no fue posible ni estimulada. Más allá de lo declamatorio, y salvo algunas excepciones, a cuentagotas, ninguna administración de la Facultad dio los pasos precisos y necesarios para incorporar a la generación producto de los “años dorados”. Pero ese agujero negro generacional se nota y es uno de los rasgos que resaltan en la composición etaria de la facultad de estos años. Por eso, el libro intenta recuperar la memoria y presencia de los “borrados”, para que las presentes y venideras generaciones sepan que no les dimos lo mejor de nosotros no porque no hayamos querido, sino porque ni nosotros ni ellos tuvimos la oportunidad de conocernos.
A la luz del presente, ¿qué impacto tuvo la Noche de los Bastones Largos en el desarrollo del país?
Lo que ocurrió fue el primero de los actos de una cadena que llevó a lo más mediocre de la ciencia argentina a tener el control de la universidad. Coincidía con la ideología fascista. Decidían lo que se enseñaba, quiénes lo enseñaban y lo que se investigaba. Las dos últimas dictaduras tuvieron efectos continuados o complementarios, con lo que es difícil separar qué daño hizo una y qué la otra.
¿Y en particular en Exactas?
Una gran oportunidad se perdió cuando al regresar la democracia en 1983, no se anularon las designaciones de cerca de 200 profesores hechas con concursos amañados y cláusulas restrictivas y discriminatorias antes de finalizar el Proceso. Eso entorpeció enormemente la recuperación de tanta gente buena que estaba desperdigada, tanto en el país como en el extranjero.
“Exactas Exiliada”, así se titula el libro de Editorial Eudeba que cuenta a través de catorce testimonios la “Noche de los bastones largos”, ocurrida hace 50 años un 29 de julio de 1966 cuando la dictadura de Juan Carlos Onganía intervino diferentes facultades de la UBA con efectivos de la policía federal que golpearon brutalmente a profesores y estudiantes.