El científico pasó a la historia como el segundo de los tres Nobel en ciencias que dio nuestro país. Fue discípulo de Bernardo Houssay y sigue siendo ejemplo para generaciones de investigadores.
(07/09/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Hace 110 años, el 6 de septiembre nacía el premio Nobel de Química, doctor Luis Federico Leloir. Lo hizo en París, adonde sus padres argentinos habían viajado para un tratamiento médico, pero desde los 2 años se radicó en el país.
“La bioquímica y yo nacimos y crecimos casi al mismo tiempo”, escribió en su autobiografía el médico que, en 1970, se transformó en el segundo de los tres ganadores de ese galardón en ciencias que dio nuestro país. Leloir recibió esa distinción en Estocolmo por sus investigaciones que permitieron aclarar cómo se metabolizan los azúcares en el organismo, más precisamente, el mecanismo de biosíntesis del glucógeno y del almidón, polisacáridos de reserva energética de los mamíferos y las plantas.
“Este resultado permitió, por ejemplo, comprender las causas de la galactosemia, una enfermedad congénita que se caracteriza por la incapacidad que tiene el organismo para metabolizar galactosa (un azúcar simple) y evitar la muerte por lesiones en el hígado, riñones y en el sistema nervioso central”, señala el doctor Luis Ielpi, investigador principal del CONICET y director del Instituto Leloir.
Leloir completó sus estudios primarios en Buenos Aires, en la escuela estatal Catedral al Norte, en la calle San Martín, y cursó luego su secundaria en tres establecimientos diferentes: los colegios Lacordaire y del Salvador, en la ciudad de Buenos Aires, y el Colegio Beaumont, en Inglaterra.
Se recibió de médico en la UBA, en 1932. Pero con la convicción de que era menester comprender mejor los procesos biológicos, se inició de pleno en la investigación, en el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA que dirigía el doctor Bernardo Houssay.
Años después, Houssay propuso a Leloir como director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación Campomar (en la actualidad, Fundación Instituto Leloir), creado el 7 de noviembre 1947 y que en los inicios funcionó en una vieja casona de Julián Álvarez 1917, en el barrio de Palermo. “Comienza sus actividades en un local pequeño y provisorio, pero esperamos que sean grandes su labor y su futuro”, dijo Leloir en la inauguración. El primer grupo de investigadores estuvo integrado por los doctores Carlos Eugenio Cardini, Ranwell Caputto, Alejandro Paladini y Raúl Trucco, además del mismo Leloir. Luego se sumaron otras figuras, como el doctor Enrico Cabib.
“Que Leloir haya sido un científico de nuestro país capaz de realizar trabajos de investigación de excelencia que cobraron una notoriedad a nivel mundial, constituye un ejemplo de inspiración y estímulo para los jóvenes científicos que se están formando en la actualidad”, indicó Ielpi.
El doctor Armando Parodi, jefe del Laboratorio de Glicobiología del Instituto Leloir, investigador superior del CONICET y miembro extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, investigó cerca de ocho años junto a Leloir. “Fue muy agradable trabajar con él, era una persona muy sencilla, humilde y respetuosa de las ideas de los demás. Daba absoluta libertad para trabajar y nos transmitió mediante su ejemplo la actitud que un científico debe tener ante la ciencia y ante la sociedad”, recordó.
Ielpi dijo que la vida y obra del Nobel de Química alienta hoy a los 26 grupos de investigación del Instituto Leloir que realizan ciencia básica y aplicada para mejorar la calidad de vida de la población. Algunos laboratorios buscan mejorar el diagnóstico y tratamiento médico de enfermedades neurodegenerativas (como el Alzheimer y el Parkinson), diferentes tipos de cáncer y patologías infecciosas, como dengue, brucelosis y afecciones virales respiratorias.
También hay laboratorios que trabajan en biología vegetal generando conocimiento para el sector agrícola, y otros estudian distintos aspectos de la biología de las células.