Fue desarrollado por científicos de la Fundación Instituto Leloir, de la UBA y del CONICET, y se basa en el análisis de la composición de grasas corporales y la respuesta a un shock de frío. ¿Podría aplicarse en humanos?
(26/09/2016 – Agencia CyTA-Leloir)-. Hay dos moscas iguales de la misma edad. ¿Es posible predecir cuál de ellas va a vivir más tiempo? Un equipo de investigadores argentinos presentó un método que anticipa, con amplio margen de confianza, la esperanza de vida de los insectos. De todos modos, los científicos advierten que todavía “es lejana” la aplicación de esta estrategia en animales superiores, incluyendo seres humanos.
El trabajo se hizo sobre moscas mediterráneas de la fruta (Ceratitis capitata). En 2012 los investigadores, liderados por Luis Quesada Allué, jefe del Laboratorio de Bioquímica y Biología Molecular del Desarrollo de la Fundación Instituto Leloir, habían analizado la composición de los lípidos (grasas) de estos insectos y desarrollaron un “índice de senescencia”: un indicador de que la edad cronológica de los individuos no necesariamente se corresponde con su estado real.
Ahora, en otro estudio realizado con moscas de la misma especie, los científicos fueron capaces de determinar parámetros para predecir el nivel de longevidad. “Pudimos establecer un valor que refleja si la muerte será más temprana o tardía prescindiendo de la edad cronológica de esos insectos”, afirmó Quesada. Y agregó: “Un insecto de esa especie con menor resistencia a un estrés calórico o a un shock frío presenta características bioquímicas y de comportamiento de uno más viejo”.
Muerte cercana o distante
Los científicos del Instituto Leloir, del CONICET y de la UBA demostraron que el valor de longevidad se puede determinar analizando el perfil o concentraciones de más de 25 lípidos. Es la primera vez que, mediante esta estrategia, se logra predecir estadísticamente la muerte en modelos animales de investigación.
Para probarlo separaron dos grupos de moscas, de 15 y 30 días de edad, en base a la resistencia a un shock frío de 4 horas a 0 °C. Luego, analizaron por separado las que se recuperaban del coma en forma rápida, intermedia y lenta.
“Observamos que los insectos con recuperación más lenta tenían una menor esperanza de vida”, subrayó Quesada. Por ejemplo, hembras de 15 días en lugar de vivir 48 días apenas alcanzaban los 38 días.
Asimismo, tal como publicó la revista “Journal of Insect Physiology”, los científicos constataron que los insectos que se recuperaban tempranamente –y que eran más longevos- tenían variaciones identificables en los niveles de varios lípidos cuando se los comparaba con los de recuperación lenta.
“Algunas de las grasas estudiadas fueron triglicéridos, ácidos grasos y esteroles libres, que también están presentes en tejidos humanos”, dijo Quesada.
Sin embargo, hasta ahora, este enfoque no ha sido aplicado a animales superiores (incluyendo seres humanos) dado que las circunstancias experimentales son mucho más complejas y variables. “Habría que comprobar este principio en otros insectos, y luego validarlo en ratones. Pero llegar a humanos es algo mucho más lejano”, destacó Quesada.
El trabajo formó parte de la tesis de doctorado de la primer autora, Luciana Pujol-Lereis, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y participaron del mismo Natalia Fagali y Ángel Catalá, del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), dependiente del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata; y Alejandro Rabossi, del laboratorio de Quesada en la FIL.