El dato se desprende de un estudio sobre conocimiento de la enfermedad que relevó más de 12.000 hogares en 13 provincias. “Más de la mitad de los encuestados dijeron que irían a atenderse por sus propios medios si presentaran síntomas”, afirmó un neurólogo de FLENI.
(21/10/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Aunque el 95 por ciento de los argentinos declaran conocer sobre el accidente cererebrovascular o ACV y las tres cuartas partes consideran que se trata de una emergencia, más de la mitad de los encuestados señaló que preferirían ir a un centro de atención por sus propios medios antes que llamar a la ambulancia. El dato, preocupante, surge de un estudio que relevó 12.710 hogares en 13 provincias, el mayor realizado hasta la fecha de conocimiento sobre la enfermedad en población de habla hispana.
“Los resultados indican cierto grado de escepticismo sobre el funcionamiento del sistema de emergencia”, señaló el doctor Sebastián Ameriso, jefe del Centro Integral de Neurología Vascular de la Fundación FLENI y uno de los autores principales del estudio SIFHON. Aunque el tratamiento se debe recibir fundamentalmente en hospitales o clínicas, la presencia de personal capacitado durante el traslado podría ayudar a hacer frente a eventuales complicaciones, como arritmias, precisó Ameriso.
El ACV, también llamado ataque cerebral o “stroke” en inglés, es una patología potencialmente letal de inicio súbito que representa la primera causa de discapacidad en el país. La causa más frecuente es la interrupción del flujo de sangre en el cerebro, en el ACV isquémico, aunque también puede producirse por la ruptura de algún vaso sanguíneo que irriga ese órgano, en la variante hemorrágica. Es importante discriminar uno de otro mediante técnicas de imágenes antes de instaurar cualquier terapia.
En la encuesta, que se realizó gracias a la participación del personal de reparto de la empresa IVESS, más del 70% de los encuestados reconoció a la pérdida súbita del habla, la sensibilidad, la fuerza y la visión como indicadores de un episodio cerebrovascular. Sin embargo, la forma de atender con premura esos síntomas fue “relativamente sorprendente”, dijo Ameriso: mientras el 52% señaló que concurriría a un centro de asistencia por sus propios medios, apenas un cuarto (26%) contemplaría llamar a un servicio de emergencias. [El 16% pediría turno con un médico, el 3% esperaría que desaparezcan los síntomas espontáneamente y el 2% contesto que “no sabe”.]
De acuerdo a un relevamiento anterior en FLENI, los pacientes que llegan más rápido son los que vienen por su propia cuenta, como en taxi o el auto de un familiar, indicó otra de las autoras del nuevo estudio, la doctora Daiana Dossi, fellow del centro que dirige Ameriso en la institución.
Los datos son un llamado de atención para la gestión de las emergencias en el país y un alerta respecto de la confianza variable sobre la capacidad de respuesta médica en crisis de este tipo. Con el tratamiento oportuno adecuado antes de que trascurran 4,5 horas de la aparición de los síntomas, aumenta el 50% las chances de recuperación. Pero, por ejemplo, no todos los centros médicos del país disponen de la medicación recomendada para “disolver” los coágulos cerebrales en el ACV isquémico, el activador tisular del plasminógeno o rt-PA, que tampoco figura en el Plan Médico Obligatorio (PMO).
“Parte del escepticismo de la gente [respecto a llamar a la ambulancia] también podría ser por saber que el lugar adonde los pueden atender no tiene los recursos necesarios”, planteó Ameriso a la Agencia CyTA-Leloir.