Así lo indica el doctor Daniel González Maglio, investigador del CONICET en la UBA, quien estudia posibles mecanismos de la acción dermatológica de las bacterias saludables.
(07/07/2017 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. El consumo de bacterias beneficiosas o “probióticos”, incluidas en alimentos como yogures, sirve para aliviar patologías gastrointestinales o para aumentar las defensas inmunes.
“Sin embargo, más recientemente se ha comprobado que también puede modular patologías en órganos distantes, como la piel”, indicó el doctor Daniel González Maglio, profesor e investigador adjunto del CONICET en la Cátedra de Inmunología y el Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (IDEHU) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
En diálogo con la Agencia CyTA Leloir, González Maglio señaló que por ahora las evidencias son “observacionales” y que aún no se pueden entender por completo los mecanismos que unen al intestino con la piel.
¿En qué patologías de la piel parece haber más evidencia de beneficios?
Una es una patología inflamatoria de la piel, la dermatitis atópica. Así lo indica el 75% de los 37 estudios que evaluaron su capacidad preventiva o terapéutica. La otra aplicación que se ha estudiado en animales y humanos es cómo la administración previa limita el daño de la exposición a la radiación UV sobre las células de la piel y el sistema inmune cutáneo.
¿Cómo se genera ese puente entre los intestinos y la piel?
Es la gran pregunta. Los probióticos ayudan a atacar mejor a agentes extraños y tolerar mejor a tejidos propios. Pero, hasta el momento, no hay estudios científicos que permitan entender qué células o moléculas son responsables de la distribución “a distancia” de los efectos benéficos.
¿Y cómo intentan ayudar a solucionar el enigma?
En nuestro grupo de trabajo estamos estudiando, desde hace una década, cuál es el efecto sobre la piel de la molécula de un probiótico, Lactobacillus rhamnosus.
¿Cuál es la molécula?
El ácido lipoteicoico [uno de los principales componentes de la pared celular de las bacterias grampositivas]. En un trabajo de tesis dirigido por la doctora Juliana Leoni, Federico Weill demostró en 2013 que la administración oral del ácido lipoteicoico retarda la aparición y reduce el tamaño de los tumores de piel en ratones expuestos a radiación ultravioleta. Ahora, junto a un becario doctoral, el bioquímico Adrián Friedrich, estamos viendo que esa molécula por sí sola es capaz de activar el sistema inmune intestinal.
¿Podrían los probióticos reemplazar o disminuir el uso de medicamentos?
En mi opinión, los probióticos deberían ser estudiados como adyuvantes de otras terapias en patologías que requieran un correcto funcionamiento del sistema inmune. Por ejemplo, la psoriasis, aunque aún no hay estudios sobre el efecto de esa terapia. Creo que la evidencia existente justifica realizar los ensayos necesarios para responder esta pregunta.
Si moléculas aisladas de los probióticos son capaces por ellas mismas de modular el sistema inmune, ¿podrían incorporarse directamente a alimentos funcionales?
Sí, y esto podría abrir nuevas oportunidades de productos alimenticios que se mantengan sin cadenas de frío o con fechas de vencimiento cortas (como sucede con los yogures). En este sentido también resta mucho trabajo por realizar.
¿Y si se aplican los probióticos sobre la piel?
Es posible. De hecho, uno de los rubros que recientemente ha comenzado a explotar el uso de probióticos es la industria cosmética. Pero los tipos de microorganismos que habitan naturalmente en la piel son distintos de los que habitan el intestino y será necesario hacer estudios para demostrar beneficios.