Una investigación preliminar sugiere que podría mejorar algunos síntomas de esta enfermedad que afecta a 33 millones de personas en el mundo. De todos modos, todavía la evidencia “no es concluyente”.
(22/12/2017 Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Un grupo de investigadores españoles aseguró que el aceite de coco “parece mejorar la capacidad cognitiva de los pacientes con Alzheimer”, una enfermedad que sólo en la Argentina padecen cerca de 500 mil personas. Y comparó a ese ingrediente con el café “por su acción instantánea”.
“Nos llevamos una gran alegría, porque en algunos casos la mejora fue muy llamativa”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir José Enrique de la Rubia Ortí, doctor en Farmacia por la Universitat de València y líder del equipo de investigación español que publicó su trabajo en el último número de la revista Nutrición Hospitalaria.
De todos modos, la comunidad científica y los médicos toman con cautela estos hallazgos. Según la organización Alzheimer´s Research UK, la investigación sobre los beneficios posibles del aceite de coco en la patología “no es concluyente” y “hay poca evidencia para decir que puede ser de ayuda”. En tanto, un neurólogo argentino valoró el intento, pero alertó respecto de que el diseño del estudio y la poca cantidad de participantes puede haber llevado a una interpretación sesgada de los resultados.
El Alzhéimer es la principal causa de demencia y afecta la memoria, el pensamiento, la orientación, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la padecen casi 33 millones de personas en el mundo y, por el aumento de la expectativa de vida, se prevé que serán 92 millones para 2050.
El trabajo de De la Rubia Ortí y su equipo forma parte de una línea de investigación conocida como “nutrición médica”, que se viene trabajando desde hace varios años en enfermedades degenerativas como el Alzhéimer. Consiste en el uso de alimentos específicos para disminuir o detener el avance de este tipo de enfermedades que no tienen cura.
Según una hipótesis, en el caso del Alzhéimer, uno de los causantes de la muerte de las neuronas es la mala utilización de la energía, “por lo que se pensó en darle a los pacientes otra vía energética que es la de los ácidos grasos, y dentro de estos, los que tienen un mayor ‘rendimiento’ cerebral son los triglicéridos de cadena media o TCM”, explicó De la Rubia Ortí. “El aceite de coco es, probablemente, el alimento que más TCM contiene”. Una revisión australiana en el “British Journal of Nutrition”, en 2015, postuló que estas características del coco lo posicionan como una potencial “opción terapéutica para la prevención y el manejo del Alzhéimer”.
Para realizar su investigación, el equipo trabajó con 22 pacientes con Alzheimer, junto a igual cantidad de personas con otro tipo de deterioro cognitivo. Luego los dividieron en dos grupos: a uno de los cuales le administraron 40 ml diarios de aceite de coco virgen extra durante 21 días consecutivos, mientras que el otro grupo sirvió de control. Mediante tests realizados antes y después de la administración del aceite, se midieron los beneficios que puede tener este producto en las zonas de la corteza cerebral de las que dependen las diferentes capacidades como la orientación, la memoria, el cálculo, el lenguaje-construcción y la fijación.
“El efecto del aceite de coco se puede asemejar al de un café, porque la acción es inmediata”, explicó el Dr. de la Rubia Ortí. Concretamente, los investigadores observaron una mejoría estadísticamente importante en la orientación y lenguaje-construcción. Sin embargo, las funciones de fijación, memoria y cálculo no experimentaron una mejora significativa, aunque sí hubo un aumento de la puntuación, “pudiendo hablar de una tendencia a la mejora”, afirmaron.
Una limitación del estudio es que no incluyó un grupo placebo, esto es, pacientes que recibieran un producto parecido al aceite de coco, pero sin su composición molecular. De todos modos, De la Rubia Ortí adujo que el suplemento era administrado por cuidadores, que los pacientes no eran conscientes de la intervención y que, por esa razón, “el estado emocional no debe influir”.
Guido Dorman, jefe de Residentes de Neurología del Hospital Ramos Mejía, en Buenos Aires, y miembro de la Asociación Lucha contra el Mal de Alzheimer (ALMA), señaló que “este tipo de investigaciones tienen la ventaja de que serían opciones de bajo costo y poca probabilidad de efectos secundarios”.
Sin embargo, para Dorman estos resultados aún son muy preliminares. “El hecho de no haber utilizado grupo placebo disminuye la confiabilidad del resultado”, afirmó. Y aclaró que, aunque el paciente no sea consciente de que recibe el aceite de coco, tanto el cuidador como el médico sí lo saben. “Por ende, es inevitable que exista alguna valoración subjetiva que distorsione el resultado”, opinó.
Por otro lado, Dorman señaló que la cantidad de participantes fue baja para una patología con tanta prevalencia. En el paper, los mismos autores reconocieron que es necesario profundizar sobre los resultados obtenidos en una población mayor de modo tal de mejorar la potencia estadística.
“Todavía no sabemos si el efecto es sostenible y conlleva un cambio de la estructura cerebral”, indicó De la Rubia Ortí. “Y eso precisamente es lo que queremos seguir estudiando”.