El trabajo fue realizado en Estados Unidos y participó un cirujano argentino del Hospital Garrahan. Se ensayó en un modelo animal y podría servir para tratar el acortamiento congénito del esófago.
(19/01/2018 – Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Parece una historia de ciencia ficción. Pero un equipo internacional de investigadores, en el que participó un cirujano argentino del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, pergeñó un robot en miniatura que, implantado en el cuerpo, sería capaz de regenerar tejidos. El dispositivo hasta ahora logró alargar el esófago en cerdos, pero, en el futuro, podría usarse para corregir defectos congénitos de ese y otros órganos en bebés, niños y adultos.
El estudio fue realizado en Estados Unidos y acaba de ser publicado en la revista “Science Robotics”. Los investigadores de seis países, liderados por el doctor Pierre Dupont, del Hospital de Niños de Boston y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, diseñaron dos anillos biocompatibles de 30 milímetros de diámetro que, programados desde una computadora, realizan automáticamente fuerzas de tracción sobre el órgano en el que se implanta. “Ese estímulo mecánico sostenido induce la proliferación celular”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Ignacio Berra, integrante del equipo de trasplante cardíaco del Garrahan y reciente ganador del Premio Innovar por un sistema que aumenta la disponibilidad de órganos para esa intervención.
La primera prueba se hizo sobre cerdos: en sólo 15 días, el método logró alargar un 75% una parte del esófago y sin modificar el diámetro ni producir molestias aparentes en los animales. Berra confirmó que el efecto se debía a una verdadera regeneración celular y no a una simple elongación mecánica. En una siguiente etapa, el diminuto implante robótico podría empezar a ser ensayado en bebés que nacen con atresia de esófago: una malformación congénita que, en la mayoría de los casos, impide la adecuada conexión de ese tubo con el estómago.
“Este nuevo tratamiento evitaría la sedación, la ventilación mecánica y la parálisis (de hasta cuatro semanas) que actualmente se requieren para los casos más difíciles”, dijo Berra. El procedimiento convencional consiste en anclar suturas en la espalda para ir “tirando” del esófago. La anomalía afecta a uno de cada 3.000 a 5.000 nacimientos, por lo que, cada año, en el país podrían nacer alrededor de 200 chicos con esa condición.
Asimismo, los autores del estudio planean aplicar ese robot en otro modelo experimental de una patología severa: el síndrome del intestino corto, que puede ser causado por enterocolitis necrotizante en el recién nacido, enfermedad de Crohn en adultos o una infección grave o cáncer que requiere la extirpación de un gran segmento del órgano digestivo. Este cuadro es muy devastador porque los pacientes requieren ser alimentados por vía intravenosa. “Hay que hacer investigaciones adicionales antes de pasar a los ensayos clínicos”, advirtió Berra.