Según un trabajo científico internacional liderado por argentinos, una pequeña aceleración del ritmo cardíaco (inducida por una prueba de sonido) ayudaría a identificar mejor a las personas que, en realidad, tienen un estado mínimo de conciencia.
(15/01/2018 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Uno de los dilemas para los neurólogos es diferenciar a los pacientes que están en estado vegetativo de aquellos que, en realidad, tienen un estado de mínima conciencia (EMC): esto es, conservan un procesamiento cognitivo residual, pese a que tampoco son capaces de comunicarse. Cuatro de cada diez diagnósticos pueden estar errados.
Ahora, un nuevo estudio internacional con participación argentina sugiere que el análisis del ritmo cardíaco podría dar una pista para distinguir a unos de otros.
“Nuestro trabajo servirá para establecer un diagnóstico preciso, un paso necesario para definir el tratamiento y el pronóstico para cada grupo de pacientes”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir Federico Raimondo, becario doctoral del CONICET en el Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y primer autor del trabajo.
Basados en la evidencia de que hay una interacción entre la actividad cerebral y la actividad cardiaca, los investigadores de Argentina, Francia e Israel se enfocaron en analizar el ritmo del corazón de 127 pacientes con diferentes grados de conciencia (70 en estado vegetativo y 57 con EMC) mientras eran sometidos a una prueba de sonido. Los pacientes estaban internados en el mítico Hospital Pitié-Salpêtrière de Paris.
Tal como describe la revista “Annals of Neurology”, las secuencias de sonidos duraban 5 minutos. El 80% del tiempo, la secuencia sonora era la misma, mientras que aparecían variaciones sorpresivas en el lapso restante.
Lo que los investigadores constataron fue un efecto notable: las alteraciones sonoras no sólo originaron una respuesta cerebral específica visible en el electroencefalograma (EEG), como se esperaba, sino que también produjeron “una pequeña aceleración de los latidos cardiacos sólo en los pacientes que se encuentran en estado de mínima consciencia”, destacó Raimondo.
La detección de este novedoso patrón de interacción cerebro-corazón “servirá para incrementar la precisión del diagnóstico cuando se combina con los datos del EEG”, añadió Raimondo. Y podría permitir la mejor atención de los pacientes en centros cuyos profesionales no necesariamente se especializan en desordenes de conciencia.
El estudio fue liderado por el doctor Jacobo Sitt, científico argentino del Instituto del Cerebro y de la Médula Espinal (ICM), en el Hospital Pitié-Salpêtrière de París. Otro de los autores argentinos es el doctor Diego Fernández Slezak, investigador del CONICET y director del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.