La técnica argentina, que le granjeó a sus creadores un premio INNOVAR, identifica en menos de una hora a uno de los culpables de la mayor cantidad de muertes por infecciones hospitalarias.
(Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Investigadores argentinos desarrollaron un detector de toxinas de un microorganismo 10 mil veces más sensible que las técnicas convencionales y que, además, arroja los resultados en la tercera parte del tiempo que tarda el test de referencia, ELISA (3 horas). El avance, todavía en fase experimental pero que podría tener aplicaciones en salud y en la industria alimentaria, recibió un premio INNOVAR del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
“Nuestro método resulto exitoso a la hora de detectar concentraciones mínimas de toxinas de Staphylococus aureus (estafilococo), un patógeno que provoca sepsis, la principal causa de mortalidad en personas afectadas por infecciones hospitalarias”, indicó la doctora Marisa Fernández, una de los directoras del proyecto, junto con el doctor Emilio Malchiodi, ambos investigadores del Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (IDEHU) que depende de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA y del CONICET.
El método, que fue distinguido con el Primer Premio en el área Investigación Aplicada del concurso nacional Innovar 2017 y presentado en el Congreso de la Sociedad Argentina de Inmunología 2016, consiste en un grupo de anticuerpos específicos que se unen al chip contenido en un Biosensor y que son capaces de interaccionar con mínimas cantidades de toxinas del estafilococo (“superantígenos SAgs”) y emitir así una señal que es amplificada cuando un segundo grupo de anticuerpos unidos a nanopartículas reconocen por otro sitio a estas toxinas.
“Nuestro biosensor puede tener aplicaciones en medicina y en la industria de los alimentos”, destacó Fernández. Los estafilococos pueden colonizar prótesis y catéteres y provocar serias infecciones en pacientes con miocarditis posquirúrgica o traumas óseos, o mujeres en el puerperio debido a la colonización del endometrio uterino por cepas de esos patógenos. Asimismo, en determinadas circunstancias, pueden persistir en algunos alimentos, como la leche luego de la pasteurización.
“Probamos el método en forma exitosa en muestras simuladas de leches descremadas”, afirmó Fernández. Y agregó: “Habría que probarlo con sueros de pacientes para probar su eficacia. Precisamos realizar más estudios para transferir esta técnica al sector productivo y a la medicina”.
Del avance también participaron la primera autora, María Belén Sarratea, Sofía Noli Truant, Pablo Romasanta, María Belén Antonoglou y María Fernández Lynch, del IDEHU, Romina Mitarotonda y Mauricio De Marzi, de la Universidad Nacional de Luján, y Cristina Vescina y Martín Desimone, de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.