Así lo sugiere un estudio de laboratorio realizado por científicos de Argentina y España. El próximo paso tendría que ser probado en pacientes.
(Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Los traumatismos del nervio óptico o del globo ocular producidos por accidentes de tránsito, caídas, lesiones deportivas, abuso infantil o explosiones pueden ocasionar una ceguera permanente o transitoria. Ahora, un estudio de laboratorio sugiere que bajar un par de grados la temperatura del cuerpo podría alcanzar para prevenir la pérdida de la visión.
En las últimas décadas, la hipotermia o disminución de la temperatura se introdujo como práctica de rutina o parte de protocolos en la cirugía de bypass coronario con circulación extracorpórea, en el control del edema por ACV y en el manejo de la asfixia perinatal. Ahora, “nuestros estudios también demuestran que la hipotermia es un potente neuroprotector ante lesiones por falta de oxígeno (hipoxia) y circulación sanguínea (isquemia) en la retina”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Manuel Rey Funes, investigador del Instituto de Biología Celular y Neurociencia “Prof. E. De Robertis” (IBCN) de la Facultad de Medicina de la UBA y del CONICET.
Tal como señala la revista “Scientific Reports”, Rey Funes y nueve colegas de Argentina y de España bajaron alrededor de 2-3 °C la temperatura corporal de ratas sometidas a una compresión traumática del nervio óptico. Y comprobaron que la intervención redujo la muerte de neuronas y preservó la función visual en comparación con aquellos animales que sufrieron la lesión sin la aplicación de frío.
Por otra parte, el efecto neuroprotector del frío parece estar mediado por la expresión aumentada de dos proteínas, CIRP y RBM3. Esta acción es “paradójica”, señaló Rey Funes, porque la disminución de la temperatura se suele asociar con una caída generalizada del metabolismo celular.
“Pensamos que la extrapolación [del enfoque en animales] a situaciones clínicas podría ser altamente promisoria. La aplicación de frío, además de ser un método sencillo y económico, podría ser una alternativa superadora a las actuales terapéuticas farmacológicas”, indicó Rey Funes, quien integra el Laboratorio de Neuropatología Experimental del IBCN
Del avance también participaron Daniela Contartese, Manuel Soliño, Aníbal Sarotto y C. Fabián Loidl, del IBCN; Martín Bustelo y Martín Bruno, de la Universidad Católica de Cuyo; Verónica Dorfman, del Centro de Estudios Biomédicos, Biotecnológicos, Ambientales y Diagnóstico (CEBBAD) de la Universidad Maimónides; e Ignacio Larráyoz, y Alfredo Martínez, del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) de España.