El modelo, creado por científicos de Argentina y de Alemania, determina la cantidad de metros cúbicos de agua por segundo tomando como variable principal los cambios de temperatura. Será útil para monitorear el efecto del cambio climático.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Científicos de Argentina y Alemania desarrollaron un método eficaz, sencillo y económico para calcular la descarga de agua o los caudales que surgen de la ablación o reducción en la nieve o el hielo de la superficie de un glaciar, lo que contribuirá a monitorear los efectos del cambio climático y otras variables asociadas a la biosfera y a las actividades humanas.
“La principal ventaja de nuestro modelo es que estima los caudales con pocos datos (solo temperaturas del aire) y una serie de calibración corta, como los datos diarios de descarga durante un mes”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir, uno de los directores del avance, el doctor Adrián Silva Busso, investigador especializado en Hidrogeología del Instituto Nacional de Agua (INA) y profesor del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA.
Silva Busso, Pablo Pölcher, de la FECN-UBA y Ulrike Falk, de la Universidad de Bremen, Alemania, aplicaron con éxito el método para estimar el nivel de la ablación de una lengua del glaciar Warsawa, en las Islas Shetland del Sur, en la Antártida.
Entre otras mediciones, el modelo mostró un flujo mensual estimado máximo de los caudales entre 0,74 y 1,07 metros cúbicos por segundo para dos arroyos del glaciar (South y North Potter) con muy buen ajuste a las observaciones de campo. “Para darse una idea del volumen de agua, un metro cúbico son 1000 litros, o sea, son 1000 litros por segundo. Es como un tanque de agua domiciliario por segundo”, comparó Silva Busso, quien también enseña en el Departamento de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
El nuevo modelo fue presentado en la revista científica más antigua del mundo, “Philosophical Transactions” (Series A). Y solo calcula la descarga o caudales producto de la ablación glaciaria relacionados con los cambios de temperatura del aire en Antártida o alta montaña. En cambio, no considera otras fuentes de transferencia de calor sobre el hielo (como la lluvia). “Pero es muy económico desde el requerimiento de información, ya que solo necesita una serie de datos de temperatura del aire y el apoyo de una breve campaña de mediciones en el terreno que permitan calibrarlo y validarlo”, destacó Silva Busso.
¿Eso no implica sacrificar precisión? “Sí, pero lo vuelve más versátil cuando falta información, lo que es una situación frecuente en la Antártida y la alta montaña”, repuso el doctor en Geología. “Además, si bien solo permite una primera aproximación a los valores de descarga, se debe calibrar con los datos tomados en el campo, por lo que se reduce la incertidumbre y no está muy lejos de los resultados verdaderos. Y, sobre todo, es representativo del proceso que intenta modelar.”
Silva Busso concluyó que, en estos casos, “es mejor una buena aproximación (con su margen de error establecido) que una precisión dudosa por falta de datos”.