Científicos del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba buscan aprovechar un mecanismo de simbiosis para potenciar el crecimiento del durazno de la sierra o durazno de campo, un árbol con propiedades medicinales que está en riesgo de extinción.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. El “durazno de la sierra”, “durazno de campo” o “sacha durazno” es un árbol autóctono de Perú, Bolivia y Argentina que podría extinguirse en poco tiempo: por la deforestación, el pastoreo doméstico y la explotación excesiva de su madera, la Unión Internacional para la Protección de la Naturaleza (IUCN) la incluye en su lista roja de especies amenazadas. La corteza de esta planta se usa en medicina tradicional como antifebril, inductor del vómito y antipalúdico.
Ahora, científicos de Córdoba propusieron una estrategia original para potenciar el desarrollo de plantines, expandir su población y recuperar bosques de esta especie: inocularlos con ciertos hongos que promueven una mejor absorción de nutrientes.
Según explicó una de las autoras del trabajo, la doctora Alejandra Becerra, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el enfoque se basa en la acción de los llamados “hongos formadores de micorrizas arbusculares” o HFMA. Estos hongos tienen la capacidad de establecer una relación simbiótica con las raíces de la mayoría de las plantas formando las micorrizas arbusculares, unas estructuras que promueven una mayor absorción de agua, fósforo, nitrógeno y micronutrientes del suelo.
Los ensayos preliminares en invernaderos han sido alentadores, según reportaron Becerra y sus colegas en el Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica. A los seis meses de ser tratados con los hongos, los plantines de durazno de la sierra (procedentes de semillas recolectadas en las sierras de Córdoba) presentaron una biomasa aérea dos veces mayor y triplicaron el contenido de fósforo respecto de los no inoculados. “Tenían mejores hojas y tallos más largos”, sintetizó Becerra, para quien el trabajo “sienta bases para preservar esta especie vegetal amenazada”.
En una siguiente etapa, los investigadores cordobeses se propusieron reforestar con 120 plantines de durazno de la sierra un predio de la Reserva Natural de Vaquerías, unas 400 hectáreas en el valle de Punilla que pertenecen a la UNC. Para ello van a estudiar el impacto de inocular con HFMA bajo distintas condiciones de riego o fertilización.
“Más adelante, analizaremos los datos y reuniremos evidencias para diseñar estrategias eficaces a fin de restaurar bosques de esta especie”, concluyó Becerra, quien trabaja en el Laboratorio de Micología del IMBIV y es investigadora independiente del CONICET.
Del trabajo también participaron Silvia Navarro Ramos, becaria doctoral del CONICET, y el doctor Daniel Renison del Centro de Ecología y Recursos Naturales Renovables (CERNAR) y del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIByT), que depende del CONICET y de la UNC.