Investigadores del CONICET y de la Universidad Católica de Córdoba desarrollaron una plataforma que podría permitir la elaboración de fórmulas que prevengan o combatan desde caries y alergias hasta infecciones o tumores.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. A pesar de que se administran y conservan más fácil, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la inmunización por boca solo para la polio, las diarreas por rotavirus y el cólera. Ahora, científicos de Córdoba y colaboradores comprobaron la eficacia de un método que abre las puertas para el diseño de vacunas orales contra un sinnúmero de enfermedades, que incluyen desde las caries hasta tumores.
Tal como revela la destacada revista “Nature Communications”, los investigadores del CONICET y de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) inmunizaron por vía oral a ratones y lograron protegerlos contra el virus de la influenza, una enfermedad que en humanos puede causar internaciones y muertes.
“Nuestro trabajo brinda herramientas para el establecimiento de una plataforma para la producción industrial de vacunas orales, no solo para el virus de la influenza sino también para muchos otros patógenos, tanto de humanos como de animales”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor en ciencias bioquímicas Hugo Luján, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas (CIDIE) perteneciente al CONICET y a la UCC.
Luján precisó que la plataforma podría permitir actuar frente a agentes virales, como los que causan la hepatitis, el zika y la bronquiolitis (virus sincicial respiratorio). “Del mismo modo, podría prevenir enfermedades en animales domésticos o de importancia en producción, como es el caso del virus pancreático de salmones”, indicó. Y agregó que también podría favorecer la elaboración de fórmulas que ayuden a evitar caries o alergias contra el polen o alimentos, así como reducir distintos tumores.
Las vacunas orales, afirmó Luján, tienen varias ventajas: no necesitan personal entrenado para su administración; son menos vulnerables a contaminación y accidentes; no requieren de jeringas o agujas que luego tienen que ser cuidadosamente descartadas e incineradas; y generan una mayor aceptación de la población.
“Por otra parte, facilitaría programas de vacunación masiva en áreas remotas del mundo donde la refrigeración de vacunas (tanto para almacenamiento como transporte) es impracticable”, afirmó el investigador del CONICET, quien obtuvo el Premio Investigador de la Nación Argentina Jorge Sábato en 2014 y ha recibido subsidios internacionales prestigiosos, como los del Instituto Médico Howard Hughes, de Estados Unidos, y de la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania.
Escudo eficiente
Una de las principales dificultades para el desarrollo de vacunas orales es que, para llegar al intestino, los antígenos (despertadores de la respuesta inmune) deben superar un ambiente hostil, incluyendo altas temperaturas, el pH gástrico y los jugos biliares.
Sin embargo, Luján y su equipo descubrieron un modo para generar una especie de escudo que proteja a múltiples y potenciales vacunas orales contra esas amenazas. Para ello, se inspiraron en hallazgos previos de su grupo respecto de ciertos trucos del parásito de una enfermedad diarreica, Giardia lamblia. En particular, en el rol clave que juegan ciertas proteínas de su superficie llamadas VSP, por sus siglas en inglés, y que tienen una doble función: resistir las “inclemencias” del tracto digestivo del hospedador y también activar el sistema inmune.
En el nuevo estudio, mediante técnicas de ingeniería genética, los investigadores elaboraron una vacuna compuesta de dos antígenos del virus de la influenza y la cubrieron con VSPs de Giardia. Y las administraron en ratones. Los resultados fueron notables: “La vacuna no fue degradada en los intestinos y los roedores fueron inmunizados con éxito frente al virus influenza”, destacó Luján.
“Sería interesante realizar ensayos clínicos para probar su seguridad y eficacia. De esto modo, desarrollaríamos una alternativa no invasiva para este patógeno”, añadió.
En un estudio complementario, los investigadores probaron que esta estrategia también podría ser efectiva para el diseño de vacunas “personalizadas” contra ciertos tumores, dado que induce la fabricación de ciertos linfocitos T que atacan células malignas. “Pero falta un enorme camino por recorrer”, advirtió Luján.
Consultado por la Agencia CyTA-Leloir, el doctor Antonio Montero, director científico del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), quien no participó del estudio, señaló que el trabajo liderado por Luján “allana el camino hacia la posibilidad de obtener en un futuro vacunas seguras administrables por vía oral, siendo por este motivo de gran importancia científica y sanitaria. Es un sueño de larga data”.
El doctor Sergio Rosales Mendoza, Jefe del Laboratorio de Biofarmacéuticos Recombinantes de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), en México, indicó a la Agencia CyTA-Leloir que la invención liderada por el doctor Luján “ejemplifica cómo el entendimiento de los microbios a nivel molecular y la aplicación de las herramientas de la biotecnología moderna permite disectarlos a profundidad de tal forma que algunos componentes pueden ser adaptados para generar complejos moleculares seguros que no son infecciosos pero que son potentes activadores de la respuesta inmunológica, lo que constituye la base para producir vacunas eficientes”.
Asimismo Rosales Mendoza, quien también es investigador del Centro de Investigación en Ciencias de la Salud y Biomedicina de la UASLP, señaló que la tecnología desarrollada por Luján y su grupo de colaboradores “constituye una herramienta innovadora para la comunidad científica que será útil en el diseño de vacunas contra enfermedades de relevancia tanto en salud humana como animal, en donde las patologías infecciosas también causan estragos significativos”.
Luján lideró el desarrollo de una vacuna oral contra la giardiasis que fue patentado y licenciado por el CONICET a la multinacional Zoetis (antes Pfizer Salud Animal) para su uso en animales domésticos. Pero las implicancias potenciales del nuevo estudio son mucho mayores. “Las posibilidades que se abren con esta plataforma son inmensas y podemos generar importantes recursos para el país”, se entusiasmó en declaraciones al portal del CONICET.
Del estudio publicado en Nature Communications también participaron investigadores del CONICET, de la UCC, de la Universidad Nacional de Córdoba, y otros centros de investigación: las primeras autoras Marianela Serradell y Lucía Rupil, y Román Martino, César Prucca, Pedro Carranza, Alicia Saura, Elmer Fernández, Pablo Gargantini, Albano Tenaglia, Juan Pablo Petiti, Renata Tonelli, Nicolás Reinoso-Vizcaino, José Echenique, Luciana Berod, Eliane Piaggio, Bertrand Bellier, Tim Sparwasser y David Klatzmann.