A casi 10 años de su libro clásico que reveló cómo los negadores del cambio climático usaban las mismas tácticas que las tabacaleras para distorsionar la evidencia, la historiadora de la ciencia Naomi Oreskes insistió en la necesidad de que los periodistas prioricen la precisión sobre las “dos campanas”.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir. Por Matías Loewy)-. En un libro clásico que el próximo año cumple una década, “Merchants of Doubts” (“Mercaderes de la duda”), la historiadora de la ciencia estadounidense Naomi Oreskes reveló junto a Erik Conway la manera en que compañías y grupos de intereses utilizaron distintas estrategias para oscurecer la evidencia sobre el origen antropogénico del cambio climático e “inflar” controversias donde el consenso científico era abrumador.
Ahora, como expositora en el XI Congreso Mundial de Periodismo Científico, que concluye hoy en Lausana, Suiza, Oreskes instó a los periodistas a no bajar la guardia y a priorizar la precisión por encima de la falsa obligación de presentar las “dos campanas” y asignarles espacios equivalentes en cuestiones donde la evidencia científica es clara.
“¡El mundo no está balanceado! ¡La vida no está balanceada!”, aseguró Oreskes, quien es profesora de historia de la ciencia y de ciencias planetarias y de la Tierra de la Universidad de Harvard.
“Si (los periodistas) insisten en el balance, van a sucumbir a la falsa equivalencia entre la información fáctica y la desinformación y propaganda”, manifestó.
En su libro y en la presentación, Oreskes reconstruyó la estrategia financiada por grandes corporaciones y think-tanks para reclutar “científicos” que cuestionaran o sembraran dudas sobre el peso de la evidencia respecto de temas como el daño del tabaco o la crisis climática. La mecánica incluía presiones y hasta intimidaciones a los directivos de medios para “equilibrar” los contenidos críticos a los intereses que defendían. Al menos en Estados Unidos, esa táctica funcionó y logró que casi la mitad de la población creyera que los expertos tenían un grado de desacuerdo mucho mayor que el real.
“Los periodistas, como los científicos y los historiadores, no deberían buscar el balance, sino la precisión”, expresó. En ese sentido, advirtió sobre el peligro de contraponer la propaganda y la desinformación a los hechos, o “balancear” la visión de científicos que presentan evidencias con la de abogados, economistas o políticos.
¿Se sigue usando esa estrategia cuando asoman otras falsas controversias, como la de la seguridad de las vacunas o hasta la forma de la Tierra? Oreskes opinó que los grandes medios de Estados Unidos han realizado en esos temas una cobertura responsable.
Sin embargo, también advirtió sobre ciertos “sembradores de dudas” que aun hoy se resisten a relacionar huracanes o inundaciones con efectos del cambio climático, del mismo modo que “expertos” pagados por tabacaleras cuestionaban en su momento que las muertes en personas fumadoras pudieran atribuirse al cigarrillo. “Hay suficiente evidencia”, sostuvo.
Focos de conflicto adicionales podrían estar en el horizonte. Una de las asistentes al congreso, Cecilia Rosen, una doctora en ciencias sociales radicada en México que hizo una tesis sobre la cobertura periodística en ese país del cambio climático, dijo a Agencia CyTA-Leloir que las controversias planteadas por Oreskes en su libro y en su charla “hoy pasaron del origen del fenómeno a las discusiones científicas sobre la mitigación y adaptación”, temas que también se abordaron en otras sesiones del evento.