Así lo afirma el doctor Fernando Goldbaum, ganador del Premio Jorge Sabato que otorgó la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. El galardón distingue a investigadores que cuentan con un notable historial vinculado con la transferencia y desarrollos tecnológicos con impacto económico-productivo en sectores clave para el crecimiento económico y social del país.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Un medicamento para el síndrome urémico hemolítico que finalizó con éxito la fase inicial de un ensayo clínico; una vacuna veterinaria en desarrollo para la fiebre aftosa; y un producto terapéutico para hantavirus son algunos de los diversos proyectos que lidera el doctor Fernando Goldbaum, flamante ganador del Premio Jorge Sábato de la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
Goldbaum es director científico y uno de los fundadores de la empresa de biotecnología argentina Inmunova, jefe del Laboratorio de Inmunología y Microbiología Molecular en la Fundación Instituto Leloir (FIL) y codirector junto al bioquímico Claudio Vilariño del Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas (CRIP) de la Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM). Y lleva adelante sus iniciativas en el marco de vínculos de cooperación con centros de investigación, hospitales, empresas privadas y el apoyo del Estado.
El nuevo reconocimiento distingue su notable historial vinculado con la transferencia y desarrollos tecnológicos con impacto económico-productivo en sectores clave para el crecimiento económico y social del país.
“Este premio es un reconocimiento público a la tarea realizada durante muchos años de trabajo, intentando llevar conocimientos básicos a productos que sirvan para resolver problemas de salud pública”, afirma Goldbaum, quien también es investigador superior del CONICET.
Y subraya: “Esta tarea no ha sido personal, sino el fruto del trabajo de mucha gente que trabajó conmigo en el Instituto Leloir y en Inmunova. Siento este Premio como un reconocimiento al trabajo de todos estos colaboradores”.
Proyectos de Inmunova
Inmunova desarrolló una plataforma llamada “Inmuno Multi Carrier (IMC®)” que permitió establecer un sistema para producir proteínas quiméricas (proteínas IMC) que funcionan como “vehículos” para transportar antígenos de elección para activar el sistema inmune contra una gran variedad patógenos. “Estas quimeras poseen la capacidad de provocar una fuerte respuesta inmune humoral y celular, permitiendo, entre otras cosas, el diseño de vacunas y tratamientos innovadores”, explicó Goldbaum.
IMC es una proteína que provoca respuestas inmunes muy potentes, puntualizó Goldbaum. Y continuó: “Además es fácil decorar a IMC con otros antígenos que son débiles, transmitiéndoles esa capacidad de producir respuestas inmunes muy potentes contra ellas. Esto se logra mediante ingeniería de proteínas, que es lo que hacemos en el laboratorio de Inmunova”, indicó el científico.
Mediante el uso de la plataforma “Inmuno Multi Carrier (IMC®)”, Inmunova está desarrollando medicamentos para el síndrome urémico hemolítico, la aftosa, el hantavirus y otras patologías.
Meses atrás, concluyó con éxito la fase inicial de un ensayo clínico con el medicamento desarrollado por Inmunova para el síndrome urémico hemolítico, una intoxicación potencialmente grave que, por lo general, se transmite por el consumo de carne picada mal cocida y otros alimentos contaminados con una cepa de la bacteria Escherichia coli. Esta enfermedad afecta principalmente a niños de 1 a 5 años y puede conducir a diálisis, trasplante de riñón o incluso la muerte. Y, según la Organización Mundial de la Salud, la Argentina presenta la mayor tasa de incidencia mundial en ese segmento de edad.
Los ensayos clínicos de esta primera fase se realizaron en el Hospital Italiano. “Nuestro medicamento podría convertirse en el primero en el mundo para evitar la progresión de esta enfermedad. Es un antisuero de alta potencia con anticuerpos terapéuticos capaces de reconocer y bloquear las diferentes variantes de la toxina Shiga que libera la bacteria Escherichia coli y que produce estragos en el organismo de las personas infectadas”, explicó Goldbaum, un bioquímico que obtuvo un doctorado en inmunología en 1992 en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA y realizó su formación posdoctoral en el Departamento de Inmunología Estructural en el Centro de Investigaciones Avanzadas en Biotecnología de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos.
Inmunova también está realizando una prueba de concepto para desarrollar un producto terapéutico para hantavirus, “otra enfermedad huérfana con fuerte impacto en nuestro país”, indicó Goldbaum.
“Los países desarrollados modernos basan su competitividad económica en el conocimiento, por eso la ciencia y la tecnología son esenciales para el desarrollo con equidad de nuestro país”, afirmó Goldbaum. Y recordó que el físico y tecnólogo Jorge A. Sábato (1924-1983) “luchó mucho por instalar la idea de que el Estado, los empresarios y los científicos deben colaborar y trabajar codo a codo para lograr una economía basada en el conocimiento”.
Para Goldbaum, los postulados del famoso Triángulo de Sábato hoy se deberían expresar en acciones concretas. “Inmunova es un ejemplo de articulación público-privada exitosa que podría reproducirse en muchos otros casos, así como CRIP intenta acercar a través de la innovación abierta al sistema científico con las necesidades de las empresas nacionales del sector biotecnológico”, puntualizó.