Así lo demuestra un estudio argentino en un bosque seco patagónico. El hallazgo perfeccionará los modelos que miden el ciclo de carbono en la Tierra y su potencial impacto en el cambio climático.
(Agencia CyTA-Leloir)-. Además del título de la novela de Gabriel García Márquez donde nació Macondo, la hojarasca define a los residuos vegetales compuestos de hojas secas y otra vegetación que envejece. Ahora, científicos argentinos precisaron la contribución de la hojarasca en el ciclo del carbono y su potencial impacto en el cambio climático, por lo cual se podrán ajustar mejor los modelos predictivos que usualmente se basan en parámetros como la temperatura y las precipitaciones.
“Nuestro hallazgo cobra relevancia en particular en sistemas fuertemente estacionales con clima mediterráneo, como la mayoría de las zonas áridas de la Patagonia”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la doctora en biología Amy Austin, una ecóloga nacida y graduada en Estados Unidos y nacionalizada argentina que trabaja en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas vinculadas a la Agricultura (IFEVA), que depende del CONICET y de la Facultad de Agronomía de la UBA.
“Los ecosistemas áridos y semiáridos constituyen aproximadamente el 40 % de la superficie terrestre”, añadió Austin, distinguida en 2018 con el Premio Internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” por su trayectoria y estudios de ecología de los ecosistemas terrestres en la región patagónica.
En un estudio previo publicado en Nature, Austin y su equipo descubrieron en la estepa patagónica un proceso físico, químico y biológico que faltaba en los modelos que simulan diferentes escenarios del ciclo de carbono a nivel mundial: la “desintegración fotoquímica” de la hojarasca por la radiación solar, que libera dióxido de carbono que difunde a la atmósfera.
Ahora, mediante rigurosas mediciones, Austin y sus colegas acaban de demostrar que la luz del sol duplica la pérdida de carbono a partir de la hojarasca en un bosque seco estacional en la Patagonia, según anunciaron en Current Biology.
La información que arroja el estudio “permitirá entender mejor el rol de la biota (plantas, microorganismos y otras formas de vida) interactuando con la radiación solar en los controles sobre el reciclaje de carbono y ayudará a cuantificarlo mejor. Los científicos podrán considerar esta variable, junto a muchos otros factores, para armar modelos más precisos a la hora de establecer diferentes escenarios de cambio climático”, afirmó Austin.
Experimentos en la Patagonia
El estudio forma parte de un proyecto de doctorado en ciencias agropecuarias de Paula Berenstecher, bajo la dirección de Austin. Y participaron además Lucía Vivanco y Luis Pérez, también del IFEVA, y Carlos Ballaré, del IFEVA y de la UNSAM, quienes realizaron estudios de campo durante dos años en un bosque seco estacional en la Patagonia.
Los científicos midieron la liberación de carbono en hojarasca expuesta al espectro solar completo y atenuado con filtros de plástico de diferentes longitudes que reducen la luz visible ultravioleta y de onda corta.
“Pudimos determinar que la liberación de carbono es dos veces mayor en la hojarasca expuesta a la radiación solar, es decir, la hojarasca que recibió el espectro solar completo se descompuso dos veces más rápido que la que recibió la luz solar atenuada”, destacó Berenstecher.
Los investigadores también comprobaron que la exposición a la luz solar en la temporada seca de verano aceleró la descomposición en el invierno húmedo, lo que demostró que los efectos de la luz se extienden más allá de la estación donde la radiación es más abundante (verano).
“Si en el futuro aumenta la exposición de la hojarasca a los rayos solares, debido a cambios en el clima o cambios en el uso de la tierra, nuestro estudio sugiere que es muy probable que se exacerben las pérdidas de carbono, impactando de forma negativa en el balance de carbono en ecosistemas que son particularmente vulnerables”, puntualizó Berenstecher, quien ahora es becaria postdoctoral del CONICET en el IFEVA.
Los efectos interactivos de la exposición a la luz solar, la estacionalidad climática y su relación con la descomposición del material vegetal y su impacto en el ciclo del carbono en los ecosistemas terrestres siguen siendo un rompecabezas para resolver.
“Cuanto más entendamos acerca de cómo funcionan los ecosistemas y el fuerte impacto que tenemos los humanos, más chances tendremos de proveer información sólida a los tomadores de decisiones que pueda ser usada en el diseño de acuerdos internacionales relacionados con políticas ambientales para mitigar el cambio climático”, concluyó Austin.